Nobel del rechazo

El premio Nobel de economía del 2018 implicó dos rechazos. Uno al Banco Mundial y el otro a las políticas ambientalistas del gobierno estadounidense. El motivo central de la selección de los dos galardonados fue el cambio climático, descrito como una falacia por el presidente de los EEUU.

William Nordhaus de la universidad de Yale, desarrolló un modelo cuantitativo que examina las vinculaciones entre la economía y el medio ambiente, y fue uno de los pioneros en el establecimiento de gravámenes sobre las emisiones de gases contaminantes. Y Paul Romer, de la universidad de Nueva York, estudió el rol de los avances tecnológicos como fuerza innovadora, incluidos sus efectos sobre la compatibilidad entre el crecimiento económico y la protección del medio ambiente.

Pero aparte de ese rechazo, la selección de Paul Romer implica también un rechazo a una actuación pasada del Banco Mundial. Fue él quien denunció, en su condición de economista jefe de esa institución, que los resultados de la encuesta sobre el ambiente de negocios que el banco elabora habían sido manipulados, a fin de hacer bajar la posición de Chile en los años en que ese país estuvo gobernado por partidos de izquierda. El banco lo desmintió y al poco tiempo Romer tuvo que renunciar a su posición.

Romer, sin embargo, no es ningún revolucionario. De haberlo sido, no habría llegado a ser el principal economista del Banco Mundial. Ha propuesto que países subdesarrollados concedan más autonomía a sus ciudades, y que coloquen a esas urbes bajo la tutela de naciones avanzadas para que adopten nuevas formas de gobernanza, lo que ha sido criticado como un esquema neocolonialista.

Por otro lado, la selección del Nobel 2018 mantiene el predominio de los EEUU y Europa, en desmedro de las demás zonas del planeta. Y, por igual, continúa marginando a las mujeres, a pesar de las importantes contribuciones que algunas de ellas han hecho al avance de la ciencia económica.

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Gustavo Volmar