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Plaga turística

En la época veraniega en particular, son numerosos los incidentes en contra de turistas, que incluyen ataques a caminantes y autobuses

Aquí en la República Dominicana el turista es recibido con los brazos abiertos. Se le considera un pilar de nuestro avance económico, hasta el punto de que otorgamos gran importancia al número de visitantes que llegan, utilizando esa cifra como un indicador confiable de progreso. No hay límites para que venga el que quiera venir. Y mientras más, mejor.

Puede resultarnos extraño, por lo tanto, que en varios lugares de Europa se esté viendo a los turistas como algo parecido a una plaga. A ellos se atribuye romper la tranquilidad, congestionar las calles, dañar monumentos históricos, comportarse desordenadamente, perjudicar el medio ambiente, dejar ingentes cantidades de basura, alterar los hábitos de vida, atraer inmigrantes indeseados y promover las malas costumbres. En la época veraniega en particular, son numerosos los incidentes en contra de turistas, que incluyen ataques a caminantes y autobuses. Propuestas de restricciones a su llegada se han combinado con prohibiciones de arrendarles habitaciones en casas privadas.

Como era de esperar, el rechazo a los turistas suele ocurrir en comunidades con cierto nivel de riqueza, donde su contribución al sustento de la mayoría de los pobladores no es tan esencial. Como cuentan con otras fuentes de ingresos, las molestias ocasionadas por el turismo adquieren una mayor relevancia. Llama la atención, sin embargo, que los turistas puedan ser rechazados también en localidades pobres, en esos casos usualmente por motivos religiosos o debido a la fragilidad del entorno ecológico.

Mucho depende del tipo de turismo que se desarrolla. En el modelo de enclaves, como abundan aquí, el contacto del visitante con la población local es limitado y es menos probable que surjan roces. También depende del tipo de turistas que llegan, son más frecuentes los incidentes con visitantes jóvenes de recursos económicos restringidos, que con aquellos de más edad y mayor poder adquisitivo.

gvolmar@diariolibre.com