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Por una simple llamada

Antes de que la Fed diera a conocer los pormenores del programa, la firma para la que la analista laboraba los reveló a sus clientes

Los doce bancos regionales que componen la Fed, el banco central de los EE.UU., no son todos iguales. Unos son muy poderosos, como el de Nueva York, y otros son de más modesto alcance. Entre esos últimos está el que tiene su sede en la ciudad de Richmond, en el estado de Virginia, lo que no impidió que en años recientes haya adquirido una especial notoriedad. Esto así pues su presidente, Jeffrey Lacker, fue uno de los pocos disidentes, y en ocasiones el único, de las inusuales políticas expansivas que la Fed estuvo aplicando. Se opuso a la compra de títulos hipotecarios a partir del 2009, y fue un consistente adversario de las rebajas de la tasa de interés hasta niveles que la despojaron de su rol como guía para los inversionistas. No logró impedir que la Fed acumulara los millones de millones de dólares en valores que hoy reposan entre sus activos, pero hizo valer sus puntos de vista en múltiples ocasiones.

Pero la renuncia de Lacker a la presidencia del banco el pasado 4 de abril no se debió a frustración por no haber podido imponer su criterio, sino a una simple conversación telefónica que sostuvo con una analista financiera hace poco menos de cinco años.

El tema de la conversación no era simple, sin embargo, pues versó sobre los detalles de una reunión de la Fed sobre el programa de compra de bonos que se conoce como “flexibilización cuantitativa”. Antes de que la Fed diera a conocer los pormenores del programa, la firma para la que la analista laboraba los reveló a sus clientes, anotándose un gran “palo” a su favor. La filtración, de la que Lacker dijo no ser responsable, causó un enorme revuelo que condujo a una investigación criminal por parte del FBI.

El caso Lacker podría ser usado contra la Fed y sus actuales directivos por parte del nuevo gobierno estadounidense, cuyo titular dijo, aún siendo candidato, que la presidenta de la Fed debería sentirse avergonzada de sus actos.