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Crisis venezolana
Crisis venezolana

Reactivación fabril

Los productos de la compañía Kimberly-Clark, entre ellos los Kleenex y los Huggies, son bien conocidos en toda Latinoamérica. En Venezuela, esa empresa estuvo operando desde hace veinte años una fábrica en Maracay, hasta que por falta de materias primas su cierre fue anunciado el sábado pasado, siguiendo el camino recorrido por otros productores.

El gobierno venezolano, sin embargo, procedió el lunes a intervenir la planta y reactivarla, supuestamente bajo el control y por solicitud de sus 971 trabajadores, alegando que el cierre no le fue propiamente notificado.

En un caso similar, en el 2014, también intervino las instalaciones de la fábrica de Clorox, luego de su cierre por esa compañía, pero a pesar de la intervención el producto sigue siendo difícil de conseguir.

Si la falta de materias primas se debiera a una estrategia para nacionalizar a esas empresas sin compensación, pudiera ser factible que el ritmo de operación volviera a la normalidad después de la intervención, al gobierno facilitar los dólares para comprar los insumos.

Pero si esa falta se debe a una real carencia de divisas, la intervención por sí misma no ayudará a que de repente aparezcan los dólares que antes no había. De hecho, puede ser perjudicial para la maltrecha imagen del gobierno, pues será éste ahora el responsable de suplir los productos al mercado, sin tener ya a una corporación privada a la que culpar por el desabastecimiento.

La intervención, por lo tanto, puede verse más bien como una advertencia a otros fabricantes que pudieran estar considerando suspender sus operaciones, conminándolos a buscar sus propios dólares para seguir produciendo. Y puede tener un efecto político en los trabajadores que esperan poder continuar laborando.

Kimberly-Clark responsabilizó al gobierno venezolano por la seguridad del personal de la planta y la preservación de los equipos, maquinarias y demás activos de la empresa.

gvolmar@diariolibre.com

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