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Rutinas dominantes

El ser humano es propenso a las rutinas, y es lo que más hacemos en la vida sin darnos cuenta

Los hay de muchos tipos, desde muy simples hasta sumamente complejos. Su característica común es que deben ser específicos, para que no haya dudas acerca de su mensaje. La ambigüedad sería fatal para ellos, rindiéndolos inútiles o, peor aún, perjudiciales. Son ellos los algoritmos, esas expresiones matemáticas que se encuentran en la base de la informática y, por ende, de la economía contemporánea.

En términos sencillos, los algoritmos son un conjunto de instrucciones respecto de cómo resolver un problema o cumplir una tarea. Involucran un orden lógico de pasos, y su gran virtud es la automaticidad y el ahorro de decisiones que ella implica.

El ser humano es propenso a las rutinas, y es lo que más hacemos en la vida sin darnos cuenta. Una vez aprendida una función, como caminar o montar bicicleta, el cerebro registra y archiva el procedimiento a fin de que la llevemos a cabo sin tener conciencia de cada movimiento, reaccionando únicamente cuando es preciso hacerlo. El propio genoma es también una forma de algoritmo biológico, que sirve de plantilla para la fabricación de proteínas y otros menesteres. E igual ocurre con las recetas de cocina, las partituras de música y los manuales de mantenimiento de aeronaves.

La diferencia está en quién sigue esas instrucciones, si es una célula, un árbol, una persona o una máquina. Aunque el futuro puede traer una inmensa transformación de los procesos a nivel celular, son las máquinas las que actualmente están modificando la economía y los estilos de vida.

El ADN puede ser alterado por radiaciones, alimentos, infecciones o modificaciones casuales, y rasgos indeseados se transmiten por generaciones. Las personas olvidamos, tropezamos y erramos al desempeñar actividades. Pero teóricamente las máquinas podrían seguir sus algoritmos sin equivocación, y llegar a mejorarlos incorporándoles instrucciones en respuesta a las diferentes situaciones que vayan encontrando.