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Sin temporada fija

Cuando no se sabe cuándo puede ocurrir un evento, existe el riesgo de olvidarse de él

Así como el béisbol tiene su temporada anual, los ciclones también tienen la suya. Cuando los eventos de cualquier tipo tienen temporadas programadas de antemano, es más fácil prepararse para ellos. Se compran libros, cuadernos y lápices para el inicio de las clases. Se hacen planes para disfrutar de las vacaciones. También se conoce en cuáles días caerá la Semana Santa. Y se sabe todo acerca del comportamiento de las fases de la luna.

La perspectiva cambia cuando no hay una temporada en la que sabemos que un evento ocurre o es posible que suceda. La incertidumbre al respecto puede llevar a olvidarse de él, dado que no se sabe cuándo acontecerá, o si llegará a ocurrir o no. Ese es el caso de los terremotos.

Aunque mucho más terroríficos que los ciclones, el carácter impredecible de los terremotos conduce a que no los tengamos presentes, hasta que alguna sacudida nos recuerda el riesgo al que estamos expuestos. De hecho, dado el tiempo transcurrido desde el último evento de gran intensidad, la mayoría de los dominicanos no sabemos cómo reaccionarán las edificaciones en las que laboramos o vivimos. Confiamos en que resistirán un temblor fuerte sin mayores daños, pero no estamos seguros de que así será. Consideramos que poco podemos hacer al respecto, salvo quizás saber dónde están las puertas de salida más cercanas. Y pocos también contamos con pólizas de seguro.

A nivel mundial, el país que más perjuicios económicos registrados ha sufrido por causa de los terremotos es Japón, seguido a distancia por China, Italia, los EE.UU., Chile, Turquía y Nueva Zelanda. Procesos asociados al terremoto, como derrumbes y tsunamis, pueden elevar dramáticamente la magnitud de las pérdidas. Mañana se cumplen 72 años del terremoto de magnitud 8.0 ocurrido en la zona de Samaná en 1946. Aunque estremeció todo el país, menos del 5% de la población dominicana actual había nacido para entonces, y de esos la mayor parte no lo recuerda.

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