Todavía no arranca

Hoy se cumplen cuatro años desde que la Asamblea Nacional de Nicaragua aprobó una ley con el propósito de que un empresario chino de Hong Kong pudiera poner en marcha la construcción de una obra monumental, el proyecto más ambicioso y prometedor de todos los que ese país ha contemplado llevar a cabo. La iniciativa, según estaba descrita, podía solucionar muchos problemas ancestrales. 50,000 empleos directos, dos zonas de libre comercio, plantas eléctricas, puertos libres, redes de comunicación, ciudades satélites, infraestructura vial, drenajes sanitarios, un parque industrial, centros financieros, un aeropuerto, turismo, oleoducto, ferrocarril y otros desarrollos estaban previstos en los planes que fueron elaborados. Una etapa de prosperidad sin precedentes quedaría abierta, en la que esperanzas frustradas durante décadas podrían finalmente ser alcanzadas.

Pero después de esos cuatro años, y de haberse anunciado en diciembre del 2014 el inicio de los trabajos, el proyecto de canal interoceánico a través de Nicaragua no acaba de arrancar. Las billonarias inversiones no se han materializado, ni hay indicios firmes de que vayan a llevarse a cabo.

Durante ese lapso han tenido lugar manifestaciones de parte de campesinos y ecologistas opuestos al proyecto. Advierten acerca de despojos de tierras, destrucción de hábitats, contaminación, pérdidas de cosechas y la entrega de la soberanía nacional a un personaje foráneo.

Una compleja trama siniestra, supuestamente alentada y gestionada por intereses oscuros, ha sido denunciada. Pero todas esas marchas, bloqueos, declaraciones y demás expresiones de protesta han sido quizás innecesarias, pues la decisión final al respecto será económica, y hasta ahora los números no parecen estar a favor del canal.

Los actuales pronunciamientos proteccionistas, el virtual término del convenio transpacífico y el más lento crecimiento de China, no son buenos augurios.

Gustavo Volmar