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Portugal atrae a extranjeros con exenciones fiscales y una postura antipopulista

Los inmigrantes y los residentes ven a la nación como un refugio del populismo y de la división

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Portugal atrae a extranjeros con exenciones fiscales y una postura antipopulista
La paz social es considerada como una ventaja competitiva a la par del entorno empresarial de Portugal.

Eduardo Migliorelli decidió mudar a su familia a Portugal la noche en la que él descubrió que podía caminar unos pocos cientos de metros desde un restaurante hasta su hotel sin temor a ser atacado.

“Yo no soñaría con hacerlo en casa”, comentó el empresario brasileño, quien fue robado y agredido varias veces mientras vivía en São Paulo. “En Lisboa, no tienes que estar atento todo el tiempo”, él agregó.

La tasa de criminalidad de Portugal, la más baja en la Unión Europea (UE), ha sido un factor importante en atraer a decenas de miles de recientes inmigrantes provenientes de Brasil, el cual tiene una de las tasas de asesinatos más altas del mundo, según lo indicado por los observadores.

Los inmigrantes brasileños se están uniendo a un creciente número de inversionistas de todo el mundo atraídos a Portugal por lo que ven como una actitud abierta hacia los extranjeros y una sociedad considerada, en gran medida, libre de divisiones impulsadas por el populismo, por el nacionalismo y por el sentimiento antiinmigrante.

Los analistas han determinado que, en una era de políticas cada vez más discordantes, la percibida paz social en el país es considerada una ventaja competitiva a la par de su entorno empresarial, de su mano de obra calificada y de su atractiva calidad de vida.

Según Florbela Lima, una socia en la firma de contabilidad EY Portugal, “la estabilidad política y la paz social” se encuentran entre los criterios más importantes para los inversionistas en un momento de incertidumbre causada por las tensiones comerciales entre EEUU y China, así como por el Brexit. En la reciente encuesta de la compañía acerca del atractivo de Portugal, ella indicó que “los principales factores en la toma de decisiones para la inversión fueron la calidad de vida y la estabilidad del clima social”.

Aunque Portugal cayó un lugar a la posición 34 en el Informe de Competitividad Global del Foro Económico Mundial para 2018, ascendió dos lugares en el Índice de Paz Global 2019 para clasificarse como el tercer país más pacífico del mundo después de Islandia y Nueva Zelanda.

Con una baja tasa de natalidad, y con una población en declive, Portugal necesita inmigrantes para mantener una tasa de crecimiento superior al promedio del de la eurozona, como lo ha hecho durante los últimos dos años.

António Costa, el primer ministro, ha declarado que la inmigración es esencial para combatir la crisis demográfica del país, alentando a Europa durante un reciente discurso a “movilizarse contra el populismo y contra la xenofobia”.

Para atraer a posibles inversionistas extranjeros, Portugal cuenta con un plan de residencia que ofrece exenciones de impuestos a profesionales calificados, mientras que los ciudadanos no pertenecientes a la UE que gastan más de €500,000 en una propiedad, o que crean suficientes empleos, pueden solicitar una “visa dorada”, un controvertido sistema que la UE ha pedido que sea limitado por los gobiernos.

El año pasado — el tercer año consecutivo de sólido crecimiento —, el número de residentes extranjeros registrados en Portugal aumentó en más de 93,000 a un récord de casi medio millón. Mientras tanto, los proyectos de inversión extranjera directa (IED) “greenfield” — proyectos totalmente nuevos — se valoraron en cerca de £3 mil millones en 2018, el nivel más alto en casi una década. Entre 2015 y 2018, el número anual de este tipo de proyectos aumentó un 161 por ciento, la tasa de crecimiento más rápida en Europa Occidental.

“Portugal es la sociedad más abierta, tolerante y liberal en la que he vivido”, aseguró Chitra Stern, una singapurense de ascendencia india que se mudó al Algarve, en el sur del país, en 2001 para buscar oportunidades de negocios.

La Sra. Stern, una ciudadana británica, junto con su esposo suizo, han construido una cadena de hoteles y centros turísticos familiares en Lisboa y en el Algarve. “La gente necesita sentirse bienvenida, especialmente en el mundo de hoy, y los portugueses les dan la bienvenida a personas de diferentes religiones, creencias y colores con los brazos abiertos”, ella comentó.

Itay Kastel, un israelí, se mudó con su familia a Portugal en 2016 para expandir el negocio inmobiliario que había estado administrando durante 10 años en Angola. “Estamos realmente contentos con nuestra decisión. El ambiente aquí es acogedor y servicial”, él indicó.

Él solicitó un pasaporte portugués en virtud de una ley de 2015 que les permite que los descendientes de judíos sefardíes convertirse en ciudadanos, un plan diseñado para expiar la persecución de los judíos en los siglos XV y XVI.

En 2017, Andy Yacoub, un londinense, eligió Portugal para comenzar una nueva vida con su esposa mexicana y con su hijo pequeño después de decidir que ya no podía tolerar vivir en EEUU mientras el presidente Donald Trump permaneciera en el cargo. Él había trabajado allí durante 10 años como piloto de una aerolínea corporativa, pero cambió al campo de la inversión inmobiliaria.

Desalentado por la acritud del Brexit en el Reino Unido, el Sr. Yacoub consideró mudarse a Barcelona, pero decidió no vivir en una ciudad “donde algunas partes pueden estar cubiertas de grafiti diciéndoles a los turistas que se vayan a casa”.

Él obtuvo permisos de residencia portugueses para la familia en unas pocas semanas, y encontró que los bancos locales estaban encantados de otorgarle préstamos sobre sus propiedades existentes para poder ampliar su cartera. “En Portugal, eres bienvenido en la comunidad”, él explicó. “Nos sentimos como en casa aquí”, agregó.

Sin embargo, la inquietud por la afluencia de residentes y de visitantes extranjeros está comenzando a surgir.

Algunos temen que el creciente sector turístico e inmobiliario de Portugal — un importante atractivo para los inversionistas extranjeros — y un número cada vez mayor de adinerados residentes extranjeros están excluyendo a los habitantes locales de poder vivir en los centros históricos de Lisboa y de Oporto, debido al aumento de los precios. Un sinnúmero de edificios se han convertido en alojamientos a corto plazo y en apartamentos de lujo.

El Bloque de Izquierda (BE, por sus siglas en portugués), un partido antisistema que apoya al gobierno socialista minoritario, ha declarado que tales esquemas drásticamente reducen la disponibilidad de viviendas asequibles y alimentan las burbujas de propiedades.

Las tensiones han aumentado por los desalojos, los cuales los manifestantes atribuyen a los propietarios que están convirtiendo edificios del centro de la ciudad para servir a turistas y extranjeros adinerados conforme los precios de la vivienda aumentan a una de las tasas más rápidas de Europa.

“Nunca he estado más feliz”, comentó Nelson Clark, un ciudadano estadounidense quien se retiró recientemente a Portugal. Pero, a medida que una creciente proporción de la inversión extranjera se destina a bienes raíces y hoteles, el Sr. Clark teme que la creciente popularidad del país pueda ser su ruina. “En un país tan encantador y tan acogedor”, él dijo, “el turismo de masas puede generar resentimiento y generar otras consecuencias indeseables si no se maneja de manera sostenible”.

©The Financial Times Ltd, 2019. Todos los derechos reservados. Este contenido no debe ser copiado, redistribuido o modificado de manera alguna. Diario Libre es el único responsable por la traducción del contenido y The Financial Times Ltd no acepta responsabilidades por la precisión o calidad de la traducción.?

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