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Con los ojos en el calendario turístico 2021 El pre-clearance es el paso que permitiría que los viajeros hacia Estados Unidos realicen los trámites de migración y aduana aquí antes de abordar el avión.

Indirectamente, el 15% del PIB nacional depende del sector. Estas son algunas claves para el año.

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Con los ojos en el calendario turístico 2021 
El pre-clearance es el paso que permitiría que los viajeros hacia  Estados Unidos realicen    los trámites de migración y aduana aquí antes de abordar el avión.
Vista desde el mirador de Bahía de las Águilas, en la provincia Pedernales, con casi diez kilómetros de largo es el gran atracticvo natural de los proyectos de desarrollo turístico en el Sur. (MARVIN DEL CID)

La reactivación del turismo, vital para la economía dominicana, se perfila como uno de los grandes retos a que se enfrentará el país en el año que se aproxima. Sin la recuperación del sector responsable directo del 8% del PIB e indirectamente de poco más del 15%, será imposible reanudar la ruta de crecimiento económico ininterrumpido de los últimos quince años y mucho menos a los niveles excepcionales que nos colocaron como ejemplo en toda América Latina y buena parte del mundo. Un documento emitido por el Parlamente Europeo a finales de noviembre indica que en la Unión Europea, el sector representa más del 9.5% del PIB y emplea a 22.6 millones de persona. Un euro gastado en turismo genera allí 56 centavos de valor añadido a otras industrias.

En nuestro caso, la crisis provocada por la pandemia nos sorprendió cuando apenas solventábamos los problemas generados por una campaña negativa. En efecto, cerramos el 2019 con una desaceleración cercana al 2% en relación con el año anterior. Para cuando termine el 2020, el decrecimiento en el número de visitantes probablemente rondará el 70%. El impacto, pues, ha sido devastador. Una crisis sobre la otra.

Se pensaría que otras latitudes se beneficiarían de las bajas en Europa Occidental, Estados Unidos y el Caribe. Varias razones apuntan en sentido contrario. Las investigaciones indican que el turismo es un fenómeno fundamentalmente intrarregional, caracterizado por la retractilidad. Vale decir, los vacacionistas suelen decantarse por su zona geográfica, lo que explica por qué Norteamérica (Estados Unidos y Canadá) es nuestro principal mercado. Lo segundo se refiere a que problemas mayores, como los atentados del 9/11 y ahora la pandemia, producen un efecto global que afecta a todos en mayor o menor medida por la retracción generalizada en los movimientos de visitantes.

La pandemia ha provocado una crisis mundial, superior por sus efectos negativos a la debacle financiera del 2008. Un reciente estudio de la Organización Mundial de Turismo (OMT), la agencia especializada de las Naciones Unidas, afirma que “el número de turistas internacionales podría disminuir entre el 58 % y el 78 % en 2020, lo que se traduciría en una caída del gasto que hacen esos turistas de los 1,5 billones de dólares registrados en 2019 a entre 310.000 y 570.000 millones de dólares en 2020. Eso pone en peligro más de 100 millones de puestos de trabajo directos del sector, muchos de ellos en microempresas y pequeñas y medianas empresas (mipymes) que dan empleo a una alta proporción de mujeres y jóvenes. Los trabajadores informales son los más vulnerables”.

Agrega la OMT: “Ningún país ha escapado a la diezma de su sector turístico, desde Italia, donde el turismo representa el 6 % del PIB, hasta Palau, donde genera casi el 90 % de las exportaciones. Esta crisis ha supuesto una gran conmoción para las economías desarrolladas y una emergencia para las personas más vulnerables y los países en desarrollo. Las repercusiones en los pequeños Estados insulares en desarrollo (PEID), los países menos adelantados (PMA) y muchos países africanos son preocupantes. En África, el sector representó el 10 % de las exportaciones en 2019”.

No somos los únicos en exhibir hoteles vacíos, una disminución apreciable del flujo de viajeros y frecuencias de vuelo y los efectos colaterales como baja en la demanda de productos y servicios cuyos ofertantes habían visto crecer sus negocios gracias a los visitantes extranjeros. En los diez primeros meses de este año, España, por ejemplo, ha recibido alrededor de 75% menos de turistas. Contrario a nosotros, el turismo nacional es allí un impulso importante, mermado aún más —en un 84% durante el verano—, por las restricciones a la movilización interna y la renuencia a viajar por temor al contagio. Hablamos de la segunda potencia turística del mundo, por detrás y por muy poco de Francia, golpeada también su economía por la pandemia y más recientemente por un rebrote alarmante de contagios y muertes.

Nos lastra una crisis sistémica, marcada por la incertidumbre y un cansancio generalizado por las estadísticas sombrías de contagios y muertes en el mundo desarrollado, sobre todo en los Estados Unidos. Los anuncios de que varias vacunas son efectivas hasta un 95% en la prevención del coronavirus han despertado un optimismo creciente, reflejado en la pujanza de los mercados bursátiles a lo largo y ancho de todo el mundo. Ese optimismo en modo alguno significa una recuperación inmediata del turismo por razones harto evidentes.

Es muy positivo que el nuevo gobierno haya colocado el turismo entre sus prioridades, trabajado de cerca con el sector privado y puesto en marcha políticas sanitarias cuidadosas en los hoteles y lugares frecuentados por turistas. Empero, hasta que en la práctica se demuestre la efectividad de las vacunas y surjan evidencias ciertas de la llamada inmunidad de rebaño, los potenciales turistas se mantendrán alejados de los aviones, barcos, trenes y otros medios masivos de transporte. Recientemente, un panel de expertos de la OMT preveía un rebote turístico en el tercer cuatrimestre del 2021, pero el 20% de los participantes apuntaba hacia el 2022.

En opinión de Frank Rainieri, el visionario promotor turístico dominicano detrás del emblemático Punta Cana, la recuperación arrancará para nosotros en mayo, próximo al segundo semestre del año. Es una opinión que comparto, con una nota de precaución: siempre y cuando mantengamos la vigilancia sanitaria, vacunemos a la población y continúe la cooperación público-privada para relanzar la actividad económica que es el turismo, entre otras consideraciones. La pandemia ha forzado la adopción de nuevas tecnologías en la operación hotelera y habrá que aprovechar esas y otras herramientas para aumentar la competitividad, diversificar la oferta y eslabonar aún más el turismo con la producción local. Hora es de que adoptemos un sistema de visado inteligente por la vía digital como han hecho ya otros países, sobre todo asiáticos.

Se necesitará una campaña agresiva de promoción en los mercados tradicionales del turismo dominicano, como son los Estados Unidos, Canadá, Alemania, Francia, el Reino Unido, Italia, Rusia, Argentina y Chile. Hay que atacar la desconfianza de los viajeros con mensajes certeros de que somos un país sanitariamente seguro. Dado lo maltrecho de las finanzas públicas y la merma de los fondos para la publicidad turística precisamente por la reducción en el número de visitantes extranjeros, habrá que hacer un uso racional de los recursos. Es de suponerse que el Ministerio de Turismo, en alianza con la Asociación Nacional de Hoteles y Restaurantes (ASONAHORES) trabaja ya en el diseño de la nueva promoción del país, tomando en cuenta las circunstancias especiales en que recibiremos el 2021.

Contamos, afortunadamente, con otro recurso a mano y cuya implementación se hace muy necesaria en estos momentos calamitosos. Me refiero al pre-clearance, paso que permitiría que los viajeros hacia los Estados Unidos realicen los trámites de migración y aduana aquí antes de abordar el avión. En mis días de embajador dominicano en Washington, se iniciaron las gestiones que culminaron con la suscripción de un memorándum de entendimiento en el 2016. Sin embargo, el Tribunal Constitucional lo retiene, pese a que su presidente, Milton Ray Guevara, está a favor.

Como parte de una estrategia para ganar espacio en una competencia previsiblemente fiera por el mercado de turistas a causa de la pandemia, el pre-clearance, sumado a nuestras ventajas comparativas, nos confiere más competitividad. Nos coloca en una mejor posición en el Caribe, a la par con las Bahamas y Aruba, y por encima de México y Jamaica, nuestros principales competidores en la región. Pasaríamos a formar parte de un grupo muy selecto de países con acuerdo de aprobación aduanal y migratoria previa con los Estados Unidos: Canadá, Bermuda, Bahamas, Aruba, Irlanda y Emiratos Árabes Unidos, todos de mayor desarrollo relativo. De esos, Bermuda y Aruba son dependencias de ultramar de países europeos.

Al facilitar los trámites migratorios y aduanales de salida a los turistas provenientes del mayor mercado nuestro, los Estados Unidos, y donde se origina el mayor volumen de vuelos desde y hacia la República Dominicana, habrá más tiempo para las conexiones aéreas por ser local el vuelo proveniente de la República Dominicana. Así, son evitables las demoras por los trámites de ingreso debido a las aglomeraciones en aduana y migración ya tradicionales en los grandes aeropuertos internacionales estadounidenses.

Precisamente, el mercado norteamericano fue el más afectado por la campaña negativa a propósito de las muertes por causas naturales de varios ciudadanos estadounidenses. El pre-clearance enviará una señal de confianza, esencial para la recuperación y consolidación de ese mercado. Y también para la atracción de capitales, siendo los Estados Unidos el origen del grueso de las inversiones directas extranjeras en la República Dominicana. Otro punto a favor, su implementación no implica gasto alguno para el Estado dominicano porque las inversiones correspondientes corren a cargo de los aeropuertos internacionales nuestros, todos privados o bajo concesión.

Para el turismo en la República Dominicana, el 2021 pondrá a prueba nuestra capacidad de resiliencia y creatividad. Contamos con una experiencia bien ganada y servicios de calidad aunque, como todo, susceptibles aún de mejoría. Combinemos el optimismo con una buena dosis de previsión, disciplina y flexibilidad, y puede que la industria sin chimenea vuelva a ser muy pronto la locomotora de nuestra economía.

El autor está a punto de concluir su misión como embajador en el Reino de Bélgica y la Unión Europea, y luego asumirá la representación dominicana ante la OMT.

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Aníbal de Castro carga con décadas de periodismo en la radio, televisión y prensa escrita. Se ha mudado a la diplomacia, como embajador, pero vuelve a su profesión original cada semana en A decir cosas, en DL.