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VIDEO | Cuando los trinitarios usaron el teatro contra la dominación haitiana

La afición artística contribuyó a despertar la conciencia libertaria

En su lucha contra la dominación haitiana, que perduró 22 años en la parte Este de la isla de Santo Domingo, los jóvenes libertadores usaron el teatro como recurso para concienciar a la población de la necesidad de liberar al Santo Domingo español.

En el contexto, las sociedades La Filantrópica y La Dramática fueron creadas por el libertador Juan Pablo Duarte para que fungieran como activos centros de cultura y fomentaran, desde el punto de vista ideológico, una toma de conciencia de parte de la población, que la motivara a actuar contra el sometimiento.

Los jóvenes trinitarios seguían una práctica arraigada en América, donde se utilizaban las artes escénicas para difundir ideas.

Sobre este aspecto, el intelectual Max Henríquez Ureña recordó que en La Española el teatro era uno de los entretenimientos favoritos de los habitantes desde tiempos coloniales y que las obras representadas no solo eran importadas de España, sino también escritas por los lugareños, aunque no han quedado amplios registros de la producción local de la época.

Sin embargo, en 1588 Cristóbal de Llerena escribió la farsa “Octava de Corpus Christi”, sobre la invasión del corsario inglés Francis Drake, ocurrida dos años antes.

En una carta enviada al arzobispo Fernando Arturo de Meriño el 29 de abril de 1883, el independentista José María Serra explicó: “La Trinitaria y La Filantrópica fueron dos sociedades distintas: la primera era exclusivamente revolucionaria; la otra no”...

Repeliendo el teatro francés

Las sociedades estaban enfocadas a contrarrestar el efecto de las acciones de corte cultural desarrolladas por el gobierno haitiano, como fue el montaje de obras de teatro en francés, con textos de los dramaturgos Jean Racine y Pierre Cornielle.

La Dramática estaba formada por aficionados y, bajo el pretexto de ofrecer funciones artísticas, proporcionaba a los socios la posibilidad de reunirse sin despertar sospechas. El gobierno acordó darles el permiso a los participantes, no sin antes hacer comparecer a un coronel jefe del Parque de Artillería, nombrado Santillana, quien aseguró al régimen haitiano que eso (el montaje de las obras) era una cosa de muchachos y que era útil que los jóvenes haitianos imitaran a los dominicanos.

Esa opinión favoreció los proyectos de los patriotas, y los dominicanos lograron estremecer al público al presentar obras como “Bruto” o “Roma Libre”, tragedia en cinco actos de Antonio Saviñón, y “Día del año 23 en Cádiz”, del escritor español Eugenio de Ochoa.

Además, presentaron el drama “La viuda de Padilla”, de Francisco Martínez de la Rosa, cuya puesta en escena fue todo un acontecimiento. La elección de la pieza fue muy acertada, ya que su tono oratorio y los diálogos, que expresan la defensa de los derechos de los protagonistas, sintonizaban con los sentimientos del pueblo avasallado.

En esta representación sobresalió de manera especial la actuación de Juan Isidro Pérez, porque hacía particular énfasis en ciertos pasajes que podían aplicarse a los dictadores haitianos o a las circunstancias del momento.

Varios trinitarios se convirtieron en actores para dar vida a los personajes de las obras, elegidas cuidadosamente para que contribuyeran a concienciar sobre los efectos de la dominación haitiana.

Enrique Patín Veloz contó que don Manuel Guerrero, fervoroso partidario de Duarte, convirtió el edificio de la antigua cárcel en un teatro de buen tamaño.

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