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Una receta de frijoles negros en La Habana

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Una receta de frijoles negros en La Habana

Desde la azotea de la condesa de La Habana se ve la ciudad. El hotel Habana Libre lleno de luces, el mar que se presiente, la brisa socialista que refresca. Esta ciudad es mía. Cada vez que vengo me sorprende, me aturde, me deslumbra.

–Baja a desayunar –escucho la voz de Nancy, mi anfitriona.

Obedezco, desciendo por la escalera de metal lentamente y llego a su pantry cocina. Nancy está dando órdenes para el cocinao de la noche.

–Te voy a hacer unos frijoles negros como nunca en tu vida has comido.

Me siento como un niño consentido en casa de su abuela. Nancy tiene mi misma edad, pero disimula, ambos nos reímos de los años.

–Saca la malanga –ordena–, con eso haremos unas frituritas.

Intercala comentarios, mientras da la receta.

–Todos los días leo la palabra, aunque no soy católica, lo compré en la iglesia y luego medito.

Dicho esto me explica en qué consiste la meditación. Pone cara de instructora....

–Te vas relajando lentamente, primero las extremidades –aquí cierra los ojos–, luego vas subiendo e intentas vaciarte de todo pensamiento, recuerda los ajíes verdes asados al fuego.

La muchacha asistente va tomando los ingredientes, ajo, comino, aceite verde.

–La cebolla es opcional –me dice mirándome a los ojos mientras yo me como unas galletas que compró especialmente para mí–, si quieres llevarte te guardo unas para que lleves a tu casa, son únicas; ¡muchacha!, hay que poner unos trocitos de tocineta sofrita antes –indica–, no es fácil esto de meditar, a ti te dará trabajo porque tienes dentro un volcán de ideas, pero debes de intentarlo, te hará bien, ¿quieres más café? ¡Ponle más café a Freddy! Este café lo traje de tu país –apunta con el sobre de Café Santo Domingo en las manos–, es buenísimo. Voy a salir a recorrer la ciudad con el amigo –le dice a su ayudante de cocina–, pon a ablandar los frijoles con un ají verde entero crudo, dientes de ajo y hojas de laurel, orégano, cerdo cocido en la olla de presión por 45 minutos. Te voy a llevar a Bellas Artes –me dice, y agrega– para que veas la colección de Sorolla, y luego vamos a la Loma del Ángel y si quieres podemos almorzar por ahí en Más Habana, hacen un bacalao exquisito y los postres de chuparse los dedos.

No he abierto la boca, Nancy ininterrumpidamente hace todo tipo de comentarios, he venido a presentar la película “Mañana no te olvides” y me he quedado en su casa como tantas veces y, como tantas veces, es obligatorio hacer un recorrido por la ciudad de su mano y voz, es la mejor guía turística, arquitecta, escritora. Durante muchos años trabajó en las oficinas de restauración y además, más que amiga es una hermana; hace casi veinte años desde la primera vez que invité a 150 personas a su casa y puso a prueba nuestra amistad, su único comentario fue, junto a Ramón, su marido, “lo que pasa con Freddy es que es muy colectivo”. Y no se dijo más.

–Tuve una asistenta que era cleptómana, pero ya la curé –me dice riéndose.

Alexis viene en un rato a recogernos, es mi taxista amigo que me lleva a todas partes.

–¿Cuántas personas has invitado a cenar?

No me da tiempo a contestar.

–La cifra que me des la multiplicaré por 5 –se contesta ella misma.

–Prometo ser discreto –le digo antes de que ella retome el monólogo.

Alexis, el taxista, acaba de llegar, divertido subo al carro mientras ella continúa hablando de su receta. Nancy es mi condesa preferida, La Habana sin ella no está completa.

–¿Listo para el paseo?

Asiento. La ciudad, que es mi cómplice, me espera.

–¿Por dónde comenzamos?

–Tomemos el malecón –le digo–, que el Atlántico nos sorprenda.

Ilustración: Ramón Sandoval.

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