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Cambiar lo que se ve se logra donde no se ve

“Si quiero, quizá puedo; si creo y decido cambiar, quizá logro”

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Cambiar lo que se ve se logra donde no se ve

Los resultados suelen engañar. Podemos creer que vienen solo de lo que vemos. Es mucho más profundo lo que tenemos que cambiar para lograr lo que queremos.

Ver a una persona obtener resultados es interesante. Podemos pensar que es posible y salir a perseguir lo que otros logran. Veo cómo muchos motivadores se paran frente a miles de personas y les cuentan su propia hazaña con el objetivo de ayudarlos a hacer el camino.

Puede aparentar que un jugador de beisbol logra batear un jonrón con el simple hecho de conectar la pelota haciendo un movimiento con su bate. No es sencillo, conlleva años de perfeccionamiento tomar una decisión en centésimas de segundos: tomaré el lanzamiento, trataré de batear largo o corto, será una curva, será rápido o lento, vendrá al medio o fuera, etc. Insisto, centésimas de segundos.

Un gran jonronero puede pararse frente a un grupo de emprendedores y contarle su historia. Los puede motivar a lograr lo que quieren. Pero solo lo conseguirán cuando cambien bien dentro lo que hoy están haciendo y no los ha llevado a donde quisieran estar. Vamos por partes:

- Resultado. Batear el jonrón es el logro. Al igual que lo puede ser conseguir grandes ventas o lograr una buena comunicación con un ser querido (como un hijo). Me puedo parar con el bate del gran jonronero y la gran motivación que me impregnó y nunca lo lograré. Tampoco lograré más en lo mío por saber cómo él lo hace.

- Acciones. Para obtener los resultados las personas tomamos acciones. Podemos ver cómo el pelotero practica para dar sus batazos. Cómo los que tienen una buena comunicación con sus hijos se sientan a hablar. El gran vendedor toma su teléfono, hace citas y visita a sus prospectos. Imitar estas acciones nos puede acercar a nuestros resultados... ¿O no? Le diré que solo es un buen inicio.

Hasta aquí estamos en lo que se ve.

- Pensamiento. Esas centésimas de segundo que tiene el bateador para tomar la decisión de mover su bate, a qué velocidad y altura es lo que genera la acción. Decidir hablar con nuestro hijo, pareja o jefe, es el pensamiento que genera la acción. Debemos generar ese pensamiento si queremos el resultado.

- Sentimiento. Una combinación de emoción con razonamiento. Que nos echen del trabajo generará una rabia. Convertirlo en la oportunidad de emprender o conseguir un trabajo mejor llevará a acciones.

- Emoción. Se genera de forma involuntaria. Enfado, alegría, temor, disgusto son ejemplos de ellas. No podemos controlarlas. Son las responsables de que consigamos generar el sentimiento necesario para el logro final.

- Fisiología. La emoción se cocina en nuestro cerebro cuando reconocemos una situación. Las conexiones entre nuestras neuronas nos dicen que debemos huir de una situación de peligro o acercarnos a alguien que queremos. Aquí lo más importante es el logro. Si queremos dejar de huir de algo que realmente no es peligroso, debemos hacer nuevas conexiones. Para conseguir una mejor comunicación con mi hijo, debo crear nuevas conexiones que me lleven a una emoción diferente. Por ejemplo: ya no es un niño, para que me cuente no puedo reprimirlo, sino escucharlo y guiarlo.

Un resultado diferente dependerá de cambiar en lo más profundo, como explico por extenso en mi libro “¡Alcanza la Cumbre!” lleva tiempo y esfuerzo. No es que sea fácil, pero sí posible.

Foto: Shutterstock.

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