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El misterio insondable de una cartera de mujer

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El misterio insondable de una cartera de mujer

Escuchado por ahí: “es más fácil dar sentido a la vida y sus problemas, que intentar encontrar un pincho en la cartera de una mujer”. Ya venía pensando en el tema, pero esa afirmación, aparentemente producto de varios intentos fallidos y serias disquisiciones filosóficas, me dio pie para realizar la investigación que estás leyendo.

Ciertamente, para un hombre común, lo que se guarda en la mente y la cartera de una mujer es indescifrable, inexplicable e inaudito. Tienen su propia mecánica de almacenamiento. De la misma forma que una mujer es capaz de recordar cosas que no han ocurrido (dicho por otro hombre), es perfectamente capaz de guardar y encontrar, sin aparente dificultad, las cosas más inverosímiles y que todo haga sentido.

Este escrito es el mejor esfuerzo para intentar explicar a los hombres uno de los mayores secretos del universo. No esperamos que lo comprendan.

El promedio de elementos que una mujer guarda en su cartera ronda los 30 sin importar el tamaño de la misma. De hecho, se ha demostrado que el tamaño, en este caso, no es relevante. La única excepción son los bolsos pequeños de salir. Ahí todavía tenemos oportunidades de mejora en los niveles de almacenamiento.

Todo lo que una mujer guarda en su cartera tiene un uso específico y una razón muy válida para estar ahí. Aun sea para usar una sola vez en la vida.

En sentido general las mujeres odiamos cambiar de cartera. Una vez nos acomodamos con una, es tremendo trabajo familiarizarnos con otra, a menos que tenga más espacios de almacenamiento. “Limpiar” una cartera puede catalogarse de trabajo pesado. Uno no sabe cuándo puede necesitar ese objeto que está eliminando y como el karma existe, es posible que cinco minutos después de la “limpieza” necesitarás exactamente eso y no hay una mujer solidaria a tu alrededor que pueda ayudarte.

Las mujeres no tenemos secretos... en la cartera. Por eso podemos pedir a un hombre, con completa naturalidad, que intente encontrar algún objeto. No es nuestra culpa que no sea capaz de hacerlo. Por eso, como gesto de buena voluntad y sabiendo que no rompemos ningún código de silencio, compartimos lo que una mujer promedio puede llevar en su cartera. Recordamos que todo tiene una razón de ser y un uso válido. Esta lista no es definitiva, no es excluyente y está en completa evolución. Más o menos, la cosa va a así:

Billetera o portamonedas con todos sus documentos, celulares, lentes de sol, lentes recetados, el repuesto de los lentes recetados (mi hermana Carmen Tulia tiene dos de todo); cepillo de cabeza o peine, cepillo y pasta de dientes, lapiceros, lápices, mentas, chicles, medicinas para diversas dolencias, una estampita del santo de la devoción, un rosario, un manojito de pinchos o pinzas (suficientes para una anchoíta o un tubi), una redecilla (algunas llevan gorros de baño en caso de lluvia) y una sombrilla de cartera.

Llaves, filtro solar, desinfectante para manos, pinzas, pañuelitos para emergencias, cortaúñas y tijerita, artículos de higiene femenina, crema para las manos, libretas y tarjetas bancarias, el seguro médico de los hijos y el marido (él nunca puede llevarlos en su cartera), fotos 2x2 de todos los miembros de la familia, copias de vouchers viejos, resultados de laboratorio, estados bancarios, un tratado que te dieron los Testigos de Jehová que no te atreves a botar no vaya a ser cosa y, en algunos casos, una biblia completa... tamaño cartera.

Setenta y dos tickets viejos de valet parking, perfume, un paquetito de galletas o una fruta, acetona y algodón, una libreta de notas (como backup, uno nunca sabe), aguja, hilos y botones, cargadores de celular y, en dos bolsitos aparte, un botiquín tan completo que dejaría en ridículo a la Cruz Roja, y el bolso de maquillaje con todo lo necesario para ponernos bellas en minutos, en espacios reducidos o en movimiento.

Como ven, queridos hombres desconcertados, no hay ningún misterio. Se trata del difícil y elusivo arte de saber guardar y saber buscar. Ni que sea física de partículas...

Ilustración: Ramón L. Sandoval