¿Corbata o pañuelos?

Cualquier noche de esta semana...

–Padre: “Papá Dios...por favor, dile a mis hijos que ya no me regalen más camisas, ni corbatas. No recuerdo la última vez que tuve que engancharme una al cuello y hace demasiado calor...”

–Hijos: “Diosito, ayúdame a recordar si fue camisa o corbata lo que le regalamos a papi el año pasado, para no repetir... ¡gracias!”

Cualquier parecido con lo que está pasando en su casa es pura coincidencia. Puede intercambiar camisa o corbata por cualquier otro artículo de vestir que se repita hasta el infinito y que no saque más que un mustio “gracias, muy lindo” del progenitor al que quisimos sorprender con un regalo tan original e inédito.

Confieso que uno de los días más temidos del calendario familiar es precisamente el de los padres, porque no hay cosa más dificultosa que elegirle un regalo adecuado al responsable de la mitad de nuestra existencia.

Con las madres es difícil, lo admito, pero siempre dejan caer ideas, son más abiertas en cuanto a sus gustos y hay un millón de opciones.

Pero con los padres no hay tanto rejuego, y la verdad es que la selección es bastante limitada: corbatas, pañuelos, camisas, t-shirts, juegos de dominó, zapatos, sombreros, gemelos y hasta franelas, medias e interiores pasan por la cabeza y se van descartando con la misma prisa por falta de originalidad. Lo que nunca falla es el sobrecito, aunque sea la salida más rápida a una situación que genera tensión y dolor de cabeza cuando amanece el sábado y sigue sin llegarte nada que pueda sorprenderlo o agradarlo.

Salvo que tengas un padre “fit”, adicto a los videojuegos, a los BBQ, que cace, pesque o monte bicicleta, que puedas aparecerte con accesorios temáticos donde la sonrisa viene garantizada. Si el tuyo es metrosexual, tienes suerte, para ellos también llueven las opciones.

Los últimos años mis hijas han optado por personalizar algunos artículos o preparar algún postre casero y sorprender a sus abuelos. Debo decir, por sus caras, que los prefieren a cualquier sobrecito. De hecho, ¡hay uno que todavía duerme siesta sobre una almohada que afirma que es el mejor abuelo del mundo!

Pero a todos los padres les gusta comer. Y no creo que nada sobrepase el regalo de tener a sus hijos y su descendencia alrededor de la mesa, sin importar el menú o la hora. Desde hace años, todos los miembros del clan Tejada preparamos un desayuno con todos los antojos del pater familias, aunque no combinen, le suba el azúcar y el médico explote. Y oramos y damos gracias por tenerlo con nosotros, compartiendo los alimentos. Es una forma de celebrar su vida y el privilegio de poder hacerlo todos juntos.

Si todavía no sabe qué regalarle a su papá y lo tiene cerca, regálele tiempo de calidad. Ayude a crear recuerdos familiares indelebles y enseñe a sus hijos a honrar a sus abuelos, aunque no compartan muchas cosas, menos el gusto por los muñequitos japoneses. Ese tiempo juntos, sin temor a equivocarme, es el mejor regalo que puede darle...y no cuesta nada.

Ilustración: Ramón L. Sandoval

Himilce A. Tejada