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Crisis y conflictos, regalos para la vida

Cada conflicto que tengo me ayuda a desarrollar mis dones. —L. Rodríguez

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Crisis y conflictos, regalos para la vida

Uno de los aprendizajes más valiosos que he tenido en los últimos años es haber logrado pensar y sentir que cada momento de adversidad que experimento es, en realidad, una bendición a punto de manifestarse. En muchos momentos he sentido impotencia, dolor y rabia por alguna crisis inesperada o un hecho que ha desviado mis asuntos hacia una dirección contraria a mis planes. Algunas veces la impotencia que sentí era tan fuerte que sólo dejó lugar para aferrarme a aquello de que “todo obra para bien”. No siempre fue tan fácil, pero en la medida en que dejaba de luchar y ocupaba mi energía en observar qué parte de mí estaba necesitando esa experiencia para fortalecerse, comencé a estar dispuesta a ver el bien que venía después, y mi confianza en el orden universal creció. Hoy he logrado casi por completo transformar mi vieja creencia victimista de que me pasan cosas por mala suerte o porque hay personas difíciles a mi alrededor. Y puedo decir que muchos de aquellos con los que he tenido conflictos son personas que me han facilitado las experiencias de vida que necesitaba para sacar fortalezas hasta ese momento desconocidas para mí.

Crecí creyendo que los conflictos debían ser evitados a toda costa con tal de mantener la armonía. Con frecuencia nos enseñan que el conflicto es sinónimo de violencia, pero es todo lo contrario. El conflicto no es más que una situación en la que varias personas tienen posiciones distintas sobre algún asunto, y puede ser muy beneficioso si sabemos gestionarlo. Las crisis y los conflictos son motores de cambio. Son oportunidades de conocernos más, escenarios perfectos para fortalecer nuestro poder personal. Si sabemos gestionarlos, a través de ellos aumentamos la capacidad de expresar nuestra verdad, desarrollamos el poder para elegir lo que deseamos ser, y sacamos el coraje de vivir con libertad y responsabilidad.

Dice el activista comunitario Aqeela Sherrills que el conflicto es positivo y que lo que conduce a la violencia es no darle solución. Si por mantener la buena conciencia optamos por no mirar los conflictos, esto produce relaciones menos armoniosas en las que el afecto y la comunicación quedan lesionados. Al no resolverlos guardamos emociones de miedo, tristeza o ira que luego intentarán salir en forma de síntomas y enfermedades.

En negociar y buscar soluciones es donde está el bien y la bendición de la situación. En mi experiencia, cada crisis o conflicto es una oportunidad para poner en práctica el buen gobierno de mi vida: viviendo en libertad, aprendiendo a manejar mis pensamientos y a canalizar mis emociones, de forma que continúe siendo coherente con mis valores y con lo que soy; y, a la vez, comprendiendo que el otro es diferente y que eso –de ninguna manera– pone en riesgo mi bienestar.

¿Qué sientes acerca de tus crisis y conflictos? ¿Hay algo en común en ellos? ¿Qué crees que te están tratando de decir? ¿Cuál dirías que es el regalo que quieren darte?