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De mi casa a la suya... consejos de mi madre

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De mi casa a la suya... consejos de mi madre

Mi querida madre, doña Himilce (o la Rerna, como se le conoce internacionalmente), siempre está aconsejando a hijas y nietos. Es un libro ambulante de etiqueta social y buenas costumbres, a lo que se suman dos manos benditas para la cocina y una gracia innata que la hace ser apreciada y querida nada más conocerla. Es buena hija, excelente madre, la mejor abuela, la hermana más solidaria y la amiga incondicional.

Los consejos de la Rerna valen oro, por lo menos para nosotros. Comparto los más repetidos porque estoy segura de que enriquecerán su vida de la misma forma que lo han hecho con la nuestra. Reconozco que algunos son lapidarios y más bien parecen advertencias, pero igual valen.

• Llame a sus seres queridos todos los días. De acuerdo a la lógica materna, si usted tiene hijos en edad escolar, a las 6 a.m. está despierto. Esa es una hora excelente para llamar, dar los buenos días, bendecir, averiguar qué se está preparando de desayuno y comprobar que todo el mundo amaneció bien. Créanme, si alguien se levantó estornudando, ella lo sabe y toma acción. Mantener el contacto diario con los seres queridos es el primer gran consejo de mi madre.

• Tenga siempre una greca puesta. La hospitalidad es intrínseca de su naturaleza cibaeña y siempre nos ha dicho que una taza de café y un vaso con agua no se le niegan a nadie. Tampoco un plato de comida. Nunca le ha faltado nada porque siempre ha compartido con alegría lo que tiene. Mi madre es una fiel creyente del que siembra, cosecha y creo que esa es la razón por la que que en mi casa siempre ha habido abundancia (de amigos, de amor, de dones, bendiciones), que son muchísimo más importantes que lo material.

• La mujer no debe bajarse tanto que se le vea la ropa interior. Este consejo se lo dio su madre a mi madre y tiene que ver con la dignidad. Ella ha levantado tres mujeres de guerra y de trabajo. Sabe perfectamente por qué lo dice.

• Nunca salga de su casa sin dejarla organizada y limpia. La casa es un reflejo de uno mismo, eso dice la Rerna. Tómese diez minutos antes de salir y verifique que puede regresar con visita imprevista sin tener que pasársela pidiendo excusas por el reguero. Y, por si las moscas, deje la greca y la bandeja con las tazas preparadas.

• Ame, corrija, perdone. El que ama a sus hijos los corrige, aunque la corrección duela y es mejor hacerlo a tiempo para no llorar después. Hay gustos que se niegan porque no convienen y a los hijos hay que dejarlos caer para que aprendan a levantarse y enseñarles el valor de las cosas. En cuanto al perdón, le hace mayor bien a quien lo otorga. En mi casa, por ley no escrita, está prohibido “no perdonar”. Podemos pelear como perros y gatos, sabiendo que al final del día somos familia y eso vale más que todo el dinero del mundo.

• La amistad y el cariño se demuestran en vida. Las amigas más recientes de la Rerna tienen al menos 25 años de antigüedad. Disfruta de amistades sinceras que ha cultivado a base de gestos y acciones que demuestran honra, cariño y respeto. Mi madre está pendiente de todos ellos y me consta que recibe el mismo nivel de atención en reciprocidad. De mis padres he aprendido que la verdadera amistad se demuestra en los momentos difíciles y, con los años, sus hijas hemos aprendido el valor del abrazo de un amigo en una funeraria.

• Se predica con el ejemplo. Es, sin duda, el mejor consejo de todos. Hemos visto a mi madre creerle a Dios en todo tiempo y su fidelidad ha sido recompensada; nos ha dicho que el trabajo no deshonra y la hemos visto levantarse por años de madrugada a encender los hornos para sus famosas empanadas; ha ganado batallas sin abrir la boca y su única estrategia ha sido amar hasta que duela. El amor lo conquista todo y la familia es lo más importante.

No conozco una madre que no aconseje para bien hasta su último aliento. La mejor forma de honrarla, en vida o muerte, es llevar a la práctica lo que tantas veces escuchamos de su voz. Feliz día de las madres.