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Gastar por gastar es no ahorrar por no ahorrar

“Un gasto irreflexivo me da felicidad temporal mientras me quita la posibilidad de una felicidad perenne”

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Gastar por gastar es no ahorrar por no ahorrar

En la juventud solemos priorizar la asignación de nuestro dinero a adquisiciones que tienden a dificultarnos el futuro. Cuando no se tienen responsabilidades en la casa, por vivir con los padres, gastamos en vivir hoy.

La construcción de capital para conseguir un futuro tranquilo era una prioridad para la mayoría de los humanos hasta que adelantar el futuro se puso de moda. No es que pensaran que el futuro sería cuando tuvieran 90 años, es que sabían que cada acción tenía su futuro.

Cazar una buena presa aseguraba el futuro de la alimentación durante varios días. Una enorme presa y algo de sal podían servir de nutrición durante el invierno. Así como colonizar una cueva daba techo por meses o años. En la prehistoria el futuro podía ser el día siguiente o los subsecuentes meses. En aquel tiempo la gran mayoría no llegaba a los treinta años. No había necesidad de pensar mucho más allá.

Dando un salto cuántico vengo a nuestros tiempos. Vivimos una era diferente. Adelantar el futuro gastando un dinero que aún no nos hemos ganado es muy fácil. Usar el plástico como medio de pago es una gran ventaja. Lo malo es cuando el gasto no es para cubrir necesidades programadas ni de urgencia. Estaríamos comprando simplemente porque tenemos la posibilidad de acceder al dinero... el que nos ganaremos en el futuro.

Siempre aclaro, si no tiene problemas para saldar su tarjeta cuando llega la hora del pago, no hay uso a cuestionar. Pero si el corte de la plástica causa estrés, debería tomar acciones para quitar esas preocupaciones de su vida.

Muchos me dicen que no pueden ahorrar porque el dinero no les alcanza. Haciéndoles unas preguntas me doy cuenta de que, por ejemplo, le dan más valor a minutos telefónicos que a tener un capital trabajando para ellos. Y no solo en el teléfono gastan lo que podrían ahorrar, también en ropa que no necesitan, salidas por encima de lo que pueden erogar, gastos pequeños cada día, etc.

Sin un listado de lo que vamos gastando y en qué lo usamos es imposible conocer el desperdicio ni saber si podremos ahorrar (puede usar mi formulario bajándolo de www.ClinicaDelBolsillo.com/Formularios).

La calidad de vida no se consigue con esos gastos hormigas, los pequeños del día a día, los que hacemos por tener la plata a mano, la que gastamos con solo entrar los dedos en el bolsillo. Una ropa nueva porque algún vendedor llegó a nuestra puerta no nos hace felices por mucho tiempo. Unos zapatos para desquitarme del estrés tampoco mejoran la situación... sí, esos que la decisión final se toma con aquella frase: “yo me lo merezco”.

Todos esos gastos traen consigo un estrés enorme porque en algún momento necesitamos un dinerito guardado para unas vacaciones, una enfermedad, un negocio, etc. Pero el capital no lo tenemos ya que lo gastamos por gastar.

Después de explicar esto muchos me dicen que lo han entendido, pero no comprenden cómo lograrán reducir esos gastos ya que es un impulso emocional. Mi respuesta: “muy fácil, abre una cuenta aparte y ponle a la principal un débito automático el día que entra el dinero... ahorra de lo que entra, no de lo que sobra. Págate a ti primero”. No debería ser menos del 10% de los ingresos netos. Lo explico por extenso en mi libro Arco Iris Financiero.