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Qué es ser normal

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Qué es ser normal

El otro día, saliendo de ver una obra de teatro, se me acercó una joven y me preguntó que qué era normal para mí. La miré a los ojos sin comprender.

–Es que queremos subir a internet la opinión del público sobre lo que considera normal –me explicó.

–Dame un tiempo para pensarlo –le dije y me escabullí sin saber qué responder.

Tengo un amigo que jamás sale de la casa sin hacer sus oraciones. Ha sabido devolverse de los tapones más apretados y rezar frente a su virgen de la Altagracia las oraciones que aprendió de niño. Ese amigo cuando viaja lo primero que pone en su maleta es la imagen de la virgen y llegando al hotel que sea la pone al lado de su cama.

–Ay Freddy –me dijo un día–, yo sin ella a ningún sitio.

–Eso son cábalas –le dije y se ofendió.

¿Mi amigo es normal?

Rebeca no toma el salero de la mano de nadie.

–¿Y por qué? –le pregunté.

–Acabaríamos mal.

Y no me dio más explicaciones.

–Pon el salero en la mesa y entonces lo tomo.

Obedecí. ¿Qué es lo normal? Cada día se me hace más difícil contestar a esta pregunta frente a un mundo que cambia constantemente y sus habitantes, para bien o para mal, bailan a ese ritmo.

Un amigo, desde que abre los ojos, toma su celular y verifica mensajes, y ¡ay, si por casualidad se le queda en algún sitio, es capaz de hacer cualquier locura!

–Sin él me siento desorientado y desnudo –comentó un día en la peña a la cual asiste.

De todas las normalidades que conozco, la de doña P es la que más me asombra. Desde hace años observa la calle desde su balcón. Ella tiene clasificada a la gente de su barrio por nombres y costumbres, les asombraría saber las cosas que tiene anotadas. Es una especie de espía, se sabe la vida de todos y las que no, pienso que se las inventa, pero su cualidad más sobresaliente es su clasificación de los basureros, los tiene ubicados por día.

Los lunes hay uno que recoge solo botellas, el miércoles otro se lleva los cartones, y el domingo bien temprano el más pobre de todos busca comida, sobrantes de pizzas, latas vencidas, etc.

Doña P hace su obra de caridad. Cada vez que hace su compra tiene un renglón que ella llama “basura plus”, no me pregunten por qué ese nombre.

Ella compra latas, cajas de conservas, pastas, jabones, desodorantes, etc, los coloca en una funda y los tira a esos zafacones los días que sus mendigos recogen.

–¿Y si no vienen ese día –le pregunté– y los echan a la basura?

–Casi nunca pasa –me dijo. Alguien que no son ellos los encontrará en los vertederos.

–¿Y por qué no se los entregas directamente a ellos?

–Pierden el elemento sorpresa, tienes que ver la alegría en sus rostros cuando descubren lo que encuentran. Para Navidad he tenido un operativo de juguetes. Es mi obra de caridad anónima.

¿Doña P es normal? No sé. Creo que nunca podré contestar a esa pregunta, he llegado a la conclusión de que todos los seres humanos tenemos algo de anormalidad o manías.

¿Normal? Ya no sé. La gran sabiduría es aprender a aceptarlas y vivir con ellas...

Ilustración: Ramón L. Sandoval