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Sube el telón

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Sube el telón

• Se levanta el telón:

Catalina, mi nieta de seis años, se va de vacaciones a la playa con sus padres. Me voy a sentir muy solo, le digo, mientras la abrazo viendo los dos a Peppa, su personaje favorito de TV.

–¿Por qué abuelo?

–Me dejas solo y me harás falta.

–No te preocupes que cada día te mandaré un whatsapp.

–Pero tú no tienes teléfono, ¿y cómo lo vas a hacer?

–Mi mamá me regaló uno pero no sirve.

–¿Entonces?

–Abuelo, ¿que es un whatsapp?

• Se levanta el telón:

Es domingo, me he despertado tres veces en la noche; a mi edad el insomnio es parte. Al fin, a eso de las 6, logro conciliar el sueño.

Sueño que todos los corruptos están presos, que ya no hay marcha verde en mi país, que todos los dominicanos tienen trabajo, que podemos amanecer en las calles sin miedos... una suave brisa me acaricia el rostro, ¿será el aire de mi malecón?

La brisa se torna más fuerte sobre mis ojos, sobre mi nariz, algo me sacude y con un susto me despierto, unos grandes ojos sobre los míos.

–Abuelito –escucho–, abuelito, ¿te desperté?

Catalina sobre mi cama soplándome la nariz. Sonrío, adiós sueño.

• Se levanta el telón:

Catalina quiere subir al sexto piso a jugar con sus primitas Lorraine y Daniela. Son las siete de la noche, hora del baño, de cena, de descanso en el vecindario familiar.

–Catalina, estas no son horas de visita –le comento.

–Abuelo, pero es que tengo que jugar un poco.

–Ya jugaste suficiente y además tienes que acostarte temprano para que mañana te puedas levantar e ir a la escuela.

–No –contesta enérgica– ellas me están esperando.

–Que no –dije tratando de ser un abuelo que también sabe imponer disciplina.

–Abuelo, es que tengo que decirles algo importante.

–Se lo dices mañana.

–¡Abuelo! –me grita.

–¡Catalina! –pierdo la paciencia, cosa que nunca hago.

Catalina se pone de pie en furia, su rostro se contrae al borde de las lágrimas, yo también quiero llorar con ella, pero debo de mantenerme firme, esto es educar entiendo.

No estoy preparado para esto cuando de repente me dice con dos lágrimas importadas desde su corazón:

–Quiero que me adopten, no me gusta esta casa, no me gusta –y arrastrando sus pies y gimoteando se va a la suya, que es puerta con puerta con la mía y desaparece–.

Yo me sumo en una total tristeza y desolación. ¿De dónde carajo sacó esta niña de seis años eso de la adopción? Hablaré con la psicóloga de la escuela.

• Sube el telón:

Estoy saliendo de viaje para Cuba.

–Abuelito (el lito es cuando quiere algo), ¿qué me vas a traer?

–Catalina, voy a La Habana y no creo que encuentre muchas jugueterías.

–En todos los países hay.

–Voy por pocos días, te traeré algún vestidito, que los hacen muy lindos.

–Abuelito, si tú buscas encuentras.

Regreso de Cuba sin juguetes, Catalina después de mucho explicarle entendió. Al día siguiente, mientras veíamos a Peppa abrazados, me sorprendió:

–Abuelito, ¿cuándo vuelves a Cuba?

–Pronto –le dije.

–Quiero que les lleves a los niños cubanos una caja de juguetes míos.

Atajé las lágrimas, pero no pude impedir ese abrazo enorme y una cantidad de besos interminables. Esa es mi Catalina y la bendije.

• Cae el telón:

¿Cómo se llama esta obra? Abuelo derretido por su Catalina y todos los nietos del mundo.

Ilustración: Ramón L. Sandoval