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Mario Lebrón, una vida dedicada a la actuación

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Mario Lebrón, una vida dedicada a la actuación
Mario Lebrón. (FUENTE EXTERNA)

El actor y director teatral Mario Lebrón regresa a las tablas con la obra “Espectros”, creación del gran dramaturgo noruego Henrik Ibsen que será dirigida por Manuel Chapuseaux y se presentará en la Sala Ravelo del Teatro Nacional del 27 de julio hasta el 12 de agosto. Aun así, este es solo el más reciente proyecto artístico en el que se involucra Lebrón, quien por varias décadas ha cultivado una impresionante carrera tanto en el teatro como en el cine y cuyos pasos en el mundo del arte son seguidos por su hija, la talentosa actriz Laura Lebrón.

¿Qué lo atrajo a la obra “Espectros”? ¿Por qué decidió participar en ella?

José Roberto Díaz García me invitó porque hace años le había dicho que esa era la obra que siempre quise hacer, pero se me fue la edad del personaje joven. Siempre hay un viejito, gracias a Dios, y me tocó. Henrik Ibsen en todo es apasionante porque es un autor que en la segunda mitad del siglo XIX fue un revalorizador de la mujer. Esta es una obra que reivindica los valores de las mujeres en una época donde eso no era ni pensable, de hecho, otras obras de él, como “Casa de muñecas”, fueron prohibidas, no se estrenaron de inmediato. La gran calidad de los diálogos, la intensidad de la trama, la fuerza de los enfrentamientos entre los personajes y ese sentido de revalorizar a la mujer son elementos que me encantan de Ibsen y es maravilloso desde el punto de vista dramatúrgico y de la posibilidad que le da a uno como actor.

En la obra “Espectros” interpreta al pastor Manders, ¿usted lo considera el antagonista de la obra?

Es el antagonista en el sentido de que es quien se opone a la liberación de la mujer, es el que se aferra a unas tradiciones que a la vista de hoy son absurdas, aunque hoy la mujer todavía tiene muchas limitaciones, y es lo que le da equilibrio a la obra porque no hay forma de que revalores a las mujeres sin una fuerza que se contraponga a eso. Yo soñé desde muchos años atrás con el papel de Osvaldo, el hijo, pero cuando José Roberto me ofreció al pastor dije: “¡wao!”, incluso tiene mucho tiempo en escena porque esta es la fuerza que se opone a lo que quiere vender el autor y a lo que queremos vender nosotros, que es esa revalorización de la mujer y esta no es el objeto que una vez se consideró. Él se tenía que aferrar a unas reglas estrictas en donde el hombre lo tenía todo.

¿Cómo encuentra la forma de humanizar ese tipo de personaje y así poder conectar con el público?

Para personificarlo tengo que ponerme en el lugar y en la época del personaje, tengo que ubicarme. El ejercicio hay que hacerlo y, naturalmente, decir un montón de cosas en las que no crees y hacer que el público que está frente a ti las crea. No es un switch, es un ejercicio que uno hace para entender el personaje y su psicología. Tengo que creérmelo y aunque Mario Lebrón no esté de acuerdo, el actor que está haciendo de Manders tiene que creérselo, porque un actor nunca debe juzgar a su personaje, aun sea el malo de la película.

¿Cómo se sintió dirigir a su hija en obras tan complejas como “La Venus de las pieles” y “Ave negra”?

Maravilloso, primero porque trabajar con mi hija de por sí, aun fuera en una ferretería mía y que ella trabajase ahí, ya fue maravilloso, pero jugar con emociones y con obras de un nivel de conflicto tan fuerte demostró al público que fuimos capaces de comportarnos como dos profesionales separando a padre e hija de actriz y director. Eso fue un reto para ambos. Ella lo asumió con una profesionalidad espectacular para ser sus dos únicas obras de teatro que no son musicales. Para mí una de mis grandes satisfacciones, en mi vida de 47 años como actor, es haber podido dirigir a Laura con tanta dignidad, con tanto respeto y tanta profesionalidad.

¿Cuál fue su reacción al enterarse del interés de Laura por la actuación?

Casi fue al revés. A Laura siempre le gustó cantar desde niña y cuando estaba en bachillerato participaba en concursos de voz y canto en el colegio ganando el primer lugar todas las veces que participó. Cuando se graduó y decidió lo que iba a estudiar, escogió una ingeniería. Yo la motivé para que trabajara en obras como “High School Musical” y en “Latinamerican Idol”; después ella siguió sola, ya tenía su camino abierto. Un día me dijo que quería dejar la ingeniería porque quería estudiar actuación y le dije que lo estaba esperando desde hace años. Naturalmente, cuando optó por su ingeniería yo la apoyé, pero en el fondo ella es artista, quería ser artista y quiso prepararse.

¿Cuál fue el primer consejo que le dio como artista?

Le dije que nunca sea engreída, que nunca piense que ella está por encima de nadie, que la humildad es su gran herramienta y cuando la llevé a Nueva York para sus estudios de actuación le dije que tenía el talento, que me constaba que tenía disciplina, pero necesitaba técnica y que nada que la desviara de su objetivo, que era sus estudios, era bueno.

¿En una obra se siente más satisfecho como actor o director?

Yo prefiero actuar, sin duda, pero me encanta dirigir, casi me obligaron a dirigir entre Teo Terrero, mi socio de Proa T & M Productores Asociados, y mi esposa Nancy. Para la segunda obra de Proa, que fue “El método Grönholm”, me pidieron que dirigiera y respondí que no era director, pero ellos insistieron y salió muy bien, gustó mucho, fue todo un éxito que no me esperaba y ahí me enganché como director, pero actuar es mi gran pasión.

Dada su experiencia como director, ¿es más fácil dejarse llevar de las instrucciones de otro director o más difícil?

No, yo me desconecto. Ahora me está dirigiendo Manuel Chapuseaux. Manuel y yo nos conocemos desde hace 47 años. Siempre lo he admirado muchísimo. Yo me desconecto cuando estoy como actor, no pretendo dirigirme ni corregir al director y casi ni sugerir, salvo que sea algo que note que aporte demasiado. Mi problema es crear el personaje ajustándome a la armonía que busca el director en todos los actores.

¿Qué otra gran obra del teatro le gustaría adaptar para el público dominicano?

Lo primero es que a mí no me gusta mucho adaptar, si creo que “Espectros” es buena no tengo que adaptarla a República Dominicana, normalmente los mejores textos son textos universales. ¿Qué otra obra me gustaría adaptar? Son muchas. Me gustaría hacer más a Molière que es un autor importante para mí porque la primera vez que hice un protagónico fue en una obra de Molière, “El médico a palos”. No puedo decir un título en especial que quisiera adaptar o presentar. “Espectros” era la que me faltaba de las que siempre quise hacer y ya la estoy haciendo.

¿Cuál ha sido el mayor desafío de realizar “Espectros”?

En “Espectros” hemos logrado una armonía impresionante. Tenemos un elenco maravilloso con Karina Noble, Omar Ramírez, Cindy Galán, José Roberto Díaz García y yo dirigidos por un gran director, que es Manuel Chapuseaux, con una entrega maravillosa tanto en el aspecto de memorizar textos como de crear la identidad del personaje, pocas veces he trabajado en un proyecto tan armonioso, tan fresco y me siento feliz con eso. “Espectros” ha sido un proyecto muy bueno y el montaje va a ser maravilloso. Yo lo que quiero es que más gente vaya al teatro, se está haciendo mucho teatro y necesitamos mucho público. ¿De qué sirve lo que hacemos si no hay un público viéndolo?

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