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Michael Fassbender: “Contar historias es un arte”

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Michael Fassbender: “Contar historias es un arte”

Detrás de cada estrella de cine en Hollywood existe un secreto, una clave que marca el camino que eligió para llegar hasta la fama. Cada uno tiene su propia forma de trabajar y un estilo de actuación que los hace diferentes. Y en la ciudad de Toronto, tratamos de descubrir ese mismo perfil de Michael Fassbender que solo él conoce, detrás de cámara.

- ¿Si tuviéramos que analizar tu carrera encontraríamos el secreto del éxito de Michael Fassbender?

- No sé... supongo que siempre quise aprender lo más que pude y el tiempo también me lo permitió siempre. Los roles que me atraen tal vez están en un área de duda donde no sé si realmente pueda salirme con la mía. Y en esa idea de tratar de encontrar o buscar desafíos propios es donde también empiezo a probar. Me gustan los personajes con conflictos, me parecen interesantes para representar, por las contradicciones que suelen tener.

- ¿Te aburres fácil?

- Soy muy bueno en eso de aburrirme... cuando no trabajo. Pero no me gusta aburrirme cuando trabajo, es lo que siempre trato de no hacer, aunque es imposible evitar ciertas repeticiones, pero trato de no representar la misma clase de personajes.

- ¿Y en los peores momentos de un rodaje donde necesitas concentrarte en un personaje mientras preparan las luces y las cámaras? ¿Qué haces para no aburrirte?

- Depende... a veces bromeo con el equipo de filmación o el resto de los actores y otras veces encuentro un buen lugar para tomar una siesta para renovar energías. Es un conocimiento de mucho valor cuando funciona bien. Cuando me canso, tengo que dormir, no puedo mantenerme despierto. Por eso necesito una siesta en el medio de cualquier trabajo.

- En la actuación suele haber un gran debate entre la necesidad de ensayar o no ciertas escenas en el cine, como lo hacen con el teatro ¿De qué lado estás en ese sentido?

- A mi no me gusta ensayar, realmente. Ya bastante ensayo solo en casa. Pero todo depende del director. Algunos quieren ensayar y yo lo acepto. Ellos tienen la visión y la forma en que trabajan no siempre tiene que ser la mejor forma para mí. Si confío en el director, hago lo que quieren que haga. Pero yo soy de los que piensan que una vez que se hace algo, no se puede volver a revivir, no creo que se pueda repetir lo impredecible que sucede en la primera actuación.

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- ¿Hay alguna técnica en particular que te ayuda a meterte más en un personaje, al momento de empezar alguna película?

- Cuando me pongo un uniforme o el vestuario, a último momento, logro el sentimiento extra del físico del personaje. Y los zapatos siempre ayudan. Los zapatos para mi son muy importantes.

- ¿De verdad? ¿Por qué los zapatos?

- Porque todo empieza desde los pies... Supongo.

- ¿No vendría mal una explicación más amplia?

-Bueno, digamos que si tengo que representar un campesino voy a usar botas de campesino. Y aquellos que trabajan con la tierra suelen tener peso en ese sentido, están conectados con la tierra y si te fijas, también se mueven un poco más pesados. Los zapatos realmente pueden ayudar a describir bien a una persona.

- ¿Y si te toca alguna escena descalzo como cuando filmaste ‘Twelve Years a Slave’?

- Sí...esa fue la idea del hecho de estar borracho a mitad del día. Steve (McQueen) sugirió que no usara pantalones ni camisa en esa escena. Lo que pueda contar la historia visualmente, es algo que siempre disfruto, por el elemento físico. Si logras comentar algo al púbico, en forma visual, sin tener que explicarlo en un diálogo, es algo bastante poderoso. Te permite que la audiencia llene los espacios en blanco. A veces cuando ves ciertas sugerencias cuando la cámara se aleja, puede ser mucho más poderoso si lo dejas abierto a la imaginación del público.

- ¿Y el lado emocional cómo se logra demostrarlo físicamente, más allá de las lágrimas que a los hombres no siempre se le permiten?

- ¿Cómo llego al estado más emocional? A veces, trato de acordarme de algo triste o traumático o algún momento que realmente me afectó emocionalmente para tratar de revivirlo. Es una buena forma de lograrlo. Pero con el paso del tiempo, también descubrí que tranquilizarme, tratando de llegar a un lugar donde mental y físicamente esté tranquilo, me concentro más. Es algo muy extraño, porque es un músculo que ejercito desde hace tanto tiempo y es como apretar un gatillo. A veces, solo funciona con decir una simple frase. Yo suelo rezarle a los familiares que están muertos, para que me cuiden si voy a alguna escena como esas, porque uno nunca sabe si lo voy a lograr, pero siempre espero llegar a un lugar verdadero, porque es horrible pretender el llanto.

- ¿Y en los casos en que te toca un personaje donde el vocabulario es mucho más importante que el físico?

- Yo solo me dedico a aprender los diálogos, a un nivel práctico muy aburrido. Me encantaría manejar mucho mejor el lenguaje. Nuestras generaciones anteriores eran maestros en ese sentido y es algo que siento que yo siempre puedo mejorar y trato de conseguirlo, pero siempre hay algo que creo que perdimos con nuestra generación.

- ¿En tu generación, en tu juventud hubo algo que te haya influenciado a contar historias, en cine?

- En el área donde yo crecí había gente muy buena para contar historias, en la época anterior a la televisión, por supuesto, había gente que se sentaba en un pub a contar historias. Es un arte. Y en cierta forma, es algo que murió por completo, ya no lo vemos. Esas personas eran muy talentosas, pero aunque es un talento que me encantaría tener... no lo tengo.

- ¿No te consideras bueno contando historias?

- Bueno, puedo contar historias, pero sin el ritmo ni el buen uso del lenguaje como me gustaría. Esas personas eran verdaderos maestros en la materia.

- ¿Qué tan importante es una buena escuela de actuación, para un buen actor?

- Yo tenía 17 años cuando empecé con la actuación. Y en aquel entonces me metí muy en serio, muy rápido en el metodismo de vivir como el personaje. Leí a Stanislavski y era un fanático del Actor’s Studio en Nueva York. Mi sueño era llegar hasta ahí, pero financieramente era mucho más fácil irme a Londres. Y en mi escuela de Londres, había un maestro, Reuven Adiv, que ya no está entre nosotros, y él había estudiado en el Actor’s Studio a principios de los años 60. También aprendí que el personaje principal tiene personalidades soñadas, que es lo que lleva al protagonista a sentir que estás soñando, al estilo de Marlon Brando o James Dean, donde los rodean los personajes que se acercan más a la vida real, con ideas más conservadoras como un homofóbico... es un poco complicado, pero después están los personajes simples que pueden ser un maestro o un político. Y dependiendo del personaje, cambia también la forma de hablar. Alguien de Nueva York habla como peleando con las palabras y un personaje de ensueño tiene campanadas al hablar para tratar de explicar algo. Y esa forma de hablar, siempre es buena para aplicar en la actuación.

- ¿Ahí es donde se junta la importancia del lenguaje y la actuación física?

- Exacto. Es gracioso, porque yo dejé la escuela de teatro... antes de terminar, pensando que nada de eso podía funcionar (Risas). Me faltaban seis meses para terminar, pero mi padre decía que tenía que estudiar para aprender. Él era chef pero me decía “Yo fui a la escuela de chef y aprendí todo lo que sé de mi trabajo, para cuando tuve que practicarlo en el mundo. Si algo sale mal, puedo caerme en la estructura que aprendí en la escuela”. Esa es la razón por la cual hay que estudiar, porque yo aprendí mucho trabajando en el mundo real y con el paso del tiempo fui desarrollando lo que funcionaba para mí. Hoy en día, solo tengo que leer bien un guión y paso mucho tiempo leyendo, volviendo a leer y después yo mismo escribo una biografía del personaje, tratando de hacerme una idea lo que pudieron haber hecho los padres y diseño un viaje básico al punto de meterme en la historia o donde sea que tengo que adoptar al personaje para el principio de una película.

- ¿Sin que te lo pida ningún director?

- Sí, es mi tarea personal. Paso mucho tiempo con el guión y siempre pregunto lo que pudo haber hecho mi personaje en cierto escenario. Es una forma de vivirlo orgánicamente, para sentirlo adentro mío, supongo.

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- ¿Podrías señalar tu mayor éxito en el cine, a nivel personal?

- Cuando recién empezaba... una persona me había llevado a una compañía profesional que estaba haciendo pantomimas en el teatro de un pub y seis meses después yo mismo formé mi propia compañía, con amigos míos. Y así estuve a cargo de la producción y la dirección de la versión en teatro de ‘Reservoir Dogs’ donde interpreté a Mr Pink... en un night club local. Y para mi, trabajar con Quentin Tarantino en ‘Inglorious Basterds’ fue importantísimo. Sabía que iba a ser algo especial, porque yo siempre admiré sus películas y cuando leí el guion me pareció espectacular lograr que Hitler explotara. Y tuve que asegurarme que lo hacía correctamente. Tarantino tiene una mente extraordinaria, una absoluta enciclopedia con todo lo que tenga que ver con el cine clásico y hasta las telenovelas italianas. Esa experiencia para mi fue algo de otro mundo.

- ¿Y el trabajo más difícil que tuviste como actor?

- El más difícil fue ‘Jobs’, fue tan denso como una montaña. Yo soy muy lento para aprender y cuando me llegó el guion, con la oportunidad de protagonizarla pensé que no era algo para mi, que lo tenía que hacer otra persona, porque no me habían elegido bien. Y después, mi representante Cooper y hasta mi padre insistieron en que tenía que hacerlo. Y acepté. Pero hasta al principio, en los ensayos, traté de renunciar. Me acuerdo que le dije al chofer “Si yo pongo mi mano en la puerta, quiero que la cierres de golpe, porque si me quiebro la mano podría salirme de este trabajo”. Por suerte volví a mi habitación y seguí aprendiendo mis diálogos. Pero el proceso fue bastante aterrador.

- La película ‘The Light Between Oceans’ pasó por el festival de Venecia y la película ‘Trespass’ la estrenaste en el festival de Toronto ¿Se volvió una costumbre estrenar una película dentro de un festival de cine, antes que en... el cine?

- Siempre es bueno porque es la mejor forma de celebrar el cine, es en un lugar con tanta pasión y entusiasmo como los festivales. Cada experiencia también es muy individual pero la pasión es siempre la misma. Te digo mas: la mayoría de las veces yo no veo una película hasta que se estrena en un festival de cine.

- ¿Se siente la presión, la primera vez que te toca ver una película, en una sala con público?

- Y... también es bueno cuando se sienten nervios y el entusiasmo está al máximo, para experimentarlo con un público apasionante que por lo general también suele ser muy honesto. El efecto es totalmente completo.

- ¿La presión no es mucho mayor con el estreno dentro de una competencia internacional de cine?

- Supongo que sí, pero también me siento mucho más vivo cuando el riesgo es mucho más alto. Los nervios están al límite y la experiencia es inolvidable. Por lo general, incluso suelo llevar a mi familia conmigo, para compartir la misma experiencia, con ellos.

- ¿Qué futuro imaginas con el mundo del cine en la era digital que vivimos?

- ¿Dónde estaríamos sin las próximas generaciones? Supongo que hay que darle oportunidad a la gente joven para involucrarse en el arte creativo en una forma en que puedan expresarse, especialmente aquellos que no tienen los recursos financieros. Son discapacitados en cierto sentido y hay que darles a ellos la oportunidad de expresarse y comunicarse. El drama es una buena forma de curar las heridas de guerra entre las comunidades. Es un medio muy poderoso y es algo que también permite trabajar a los adolescentes en un campo equitativo. Lo bueno del futuro son las cámaras digitales. Creo que Coppola había dicho en los 70 que el sueño de esta industria es que en el futuro haya un pasillo en el supermercado donde puedas tomar una cámara para filmar tu propia película. Y me entusiasma pensar lo que pueden llegar a lograr los adolescentes. ¿Quiénes serán los próximos actores, directores y productores jóvenes? Porque ese es el futuro del cine. Esa es la clave.

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