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Purificación García

A los tres años sus padres se la llevaron de Galicia a Uruguay, forzados por la inestabilidad sociopolítica española tras la Guerra Civil. Vivió frente al mar y eso, sumado al hecho de mudarse a varios países, influyó mucho en su carrera como diseñadora. Purificación estuvo en el país para inaugurar su tienda en BlueMall. Allí nos contó de su melancolía al recordar Montevideo y el curso inesperado de la vida y de la moda.

¿Por qué aterriza Purificación García en Santo Domingo? Antes de hacer la expansión siempre estudiamos el mercado. República Dominicana es parte de la expansión que estamos haciendo. Empezamos por Chile, Colombia, Guatemala, Ecuador, Perú. Y la verdad es que hemos tenido éxito, porque la colección es muy latina. Tiene mucho color, pero no son muy estridentes ni tampoco salen de lo normal, como el rojo y el azul marino. A la vez tiene blanco y negro, desde luego. El negro es mi color preferido de toda la vida.

¿Qué encontró atractivo como mercado? La mujer. Creo que la dominicana es una mujer a la que le gusta vestir bien, que admira la belleza, pero al mismo tiempo es divertida. Va a saber llevar nuestro producto, tanto a nivel de ropa como accesorios. Y veo que además es una mujer muy informada, porque evidentemente en este momento estás informado o te mueres, porque se comunica de otra forma. Yo no pensé en mi momento, cuando empecé, que las redes sociales serían tan importantes; creí que esto de las bloggers no iba a durar. Las periodistas estaban enemistadas con las bloggers y ahora trabajan conjuntamente, ¡mira si ha cambiado todo!

Desde niña ha tenido que moverse de lugar, viajar de un lado a otro. ¿De alguna manera ese contraste de culturas influye en sus creaciones? Desde luego que para un diseñador, para quien hace arte o está rodeada de belleza continuamente, siempre influye muchísimo. Evidentemente cada ciudad, cada país, tiene unos movimientos socioculturales en cada momento... y eso ayuda a estudiar a ese tipo de mujer en cada país.

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De qué se alimenta un diseñador para poder crear cosas diferentes y de acuerdo a los mercados en donde se mueve. Yo no soy la típica diseñadora que dice: “ahora el tema es la tribu de África”. No. Hablo mucho con la cliente, sé muy bien qué necesidades tiene, qué movimientos, y a partir de ahí es cuando empiezo a decir: “la colección tiene que estar centrada en estas prendas”. Por ejemplo, en Santo Domingo la mujer se viste más, tiene muchos eventos. Necesita más cóctel, más noche. La ciudad tiene época de lluvia, por lo que precisa prendas como las gabardinas, otras más deportivas... así es por donde empiezo la colección hasta que la acabo.

Amberes es una ciudad conocida, entre otras cosas, por tener un importante puerto para la exportación. Y fue justo el lugar donde abrió una de sus primeras tiendas. ¿Tuvo que ver la ubicación geográfica y la ventaja comercial con eso? Necesariamente no. Ahora, ¿por qué Amberes? Porque en Bélgica tenía una amiga que tuvo la iniciativa de abrir una tienda de Purificación García. Eso me hizo vender por toda Bélgica, siendo ella mi representante. Pero, por otro lado, siempre he admirado Amberes porque para mí es la cuna de la moda. De ahí salieron “Los seis de Amberes”, personajes que influyeron y fueron muy fuertes en el tema de moda. Y está la Escuela de Amberes, una de las más importantes de Europa. Esto ha hecho que haya tenido mucha comunicación con Bélgica.

¿La moda tiene restricciones, como las películas, para determinar su tipo de público? ¿Ha sido segmentada? Los diseñadores de los 80, muchos, están en manos de empresas muy grandes como Louis Vuitton... entonces son esas grandes industrias las que manejan un poco al diseñador, y las que le dicen que tienen un estudio hecho y qué prenda se vende más... evidentemente influyen mucho esas normas que marcan las multinacionales. ¿Es por ahí que va tu pregunta?

Sí... pero también lo digo porque la moda local no es tan asequible. Usted, que ha tenido la oportunidad de estar en varios países, ¿cree que un poco más de apertura para que los locales puedan consumir lo que se produce en su país? Los diseñadores locales, no solo de aquí sino de Latinoamérica, tienen un problema muy grave, y es que no cuentan con una industria a nivel de tejido, entonces necesitan importar y dependen de la importación, de si llega o no... lo tienen muy difícil. A no ser que detrás de esas artesanías haya una industria, o una multinacional, o gente, o el gobierno, que los ayude a salir adelante, a hacerlos más creativos a nivel industrial, de venta, y con la oportunidad de exportar, no que sea solo para lucir un desfile y nada más.

Qué recuerdos tiene de Montevideo... (Suspira). Muy bonito, pasé allí toda mi infancia. Mis padres emigraron después de la Guerra Civil. Primero fue mi padre, y luego nos llevó a mi madre y a mí. Y la verdad es que empecé allí porque me escogieron como becaria. No tuve la suerte de ir a Parsons o a la Escuela de Bélgica, pero mis padres por lo menos me abrieron el camino y me ayudaron a llegar.

¿Ha vuelto a Montevideo? Sí que he vuelto... Me trae una cierta melancolía...

¿Por qué? Bueno, porque allí empecé y lo hice con unos medios muy limitados. Luego pasé a vender cosas personalizadas y a la medida. Yo lo preparaba, lo hacía, lo vendía y lo cobraba. Ahora somos 2,000 empleados. Esto hace... no sé si nostalgia es la palabra, pero poner la mirada atrás es bueno también.

Foto: Jerameel Reyes / Video: Fuente externa.

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