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“Si dos personajes míos se parecen, significa que no respeto mi trabajo”

Muchos supieron de la existencia de Jalsen como actor (y otros de su talento) luego de interpretar a “El Puchy” en La Gunguna. Si supieran cómo obtuvo el papel... Conversamos sobre esto y otros temas poco conocidos detrás del actor, productor y músico consagrado con su vida al ejercicio del arte hecho con calidad y profesionalismo.

Respira profundamente entre palabras, como si descansara de una larga caminata. No se confundan, habla pausado. Hace creer que el tiempo le sobra pero que mire el celular con frecuencia demuestra todo lo contrario. A los pocos minutos de empezar la entrevista se concentra y se mete en el personaje del entrevistado. Recorrimos juntos su niñez en el barrio La Esperanza, en Cotuí, donde todo empezó. Y terminamos por hablar de sus tres proyectos para este año: Dos policías en apuros, Cuentas por Cobrar y Azul Magia, filmes que produce y en los que actúa. En uno de ellos debutará como protagonista. Es músico pero no tuvo más remedio que rendirse a los brazos de la actuación. Vive por ella.

¿De dónde vienes? ¿Eres de la capital?

Soy un campesino. Vengo de Cotuí. Es el lugar en que me dijeron que yo tenía que nacer (ríe). Ahí crecí, en un barrio llamado La Esperanza. Siempre me ha acompañado la esperanza en todo mi camino.

¿Cómo se da el contacto con el arte, especialmente con la actuación?

Desde niño era bien inquieto con el arte. Mi madre me inscribió en pintura, pero a mí me gustaba ver las obras de teatro que montaba un grupo cultural llamado La Zafra. Yo colaba mi mirada y decía: “mira eso”. Mi madre incluso me preguntaba “¿cómo va la pintura?”, yo le decía que bien, para salir del paso. Me apasionó más la actuación. Veía los montajes, la gente que se transformaba. Eso me ayudó mucho en lo que soy como actor.

Y con el cine, ¿fue después?

Fue por mi padrino. Él tenía un cine en Cotuí y eso me dio otro cambio también, no solo porque veía las películas gratis sino que también observaba cuando el montador preparaba las películas para la noche. Entreveía los fragmentos porque él los ponía para probar que el desarrollo estaba bien. Yo vivía todo ese proceso, me ponía a ver cosas y a imitarlas, como si fuera un actor.

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Infografía

Su historia me acuerda un poco a Cinema Paradiso...

¡Sí, exacto! Yo tuve ese primer contacto con el cine como ese niño en Cinema Paradiso... no sé porqué Dios me dio ese chance, esa oportunidad. Pero la aproveché mucho porque conocí muchas películas, que obviamente no podía ver porque era un niño y no me dejaban entrar, pero veía fragmentos y eso construyó en mi cabeza un universo bien amplio.

Si su formación básica fue tan sensorial y empírica, ¿cuándo se hizo formal?

Yo vine a estudiar a Santo Domingo como un sueño de hacer algo diferente a lo que hacía en Cotuí. Vine a estudiar música. Pero yo me inscribí en esa carrera porque todavía no sabía en qué área del arte quería estar. Cuando me puse a estudiar música los estudiantes de cine estaban haciendo cortos... entonces me metí a actuar. Ahí empecé a hacer cortometrajes y a pulirme en ese sentido.

El resto...

Ahí aparece Claudio Rivera, un gran profesor que había llegado de Cuba. Nos encontramos en uno de esos pasillos de la UASD. Lo reconocí y le pregunté si podía entrar a su clase. Me dijo, claro, y empecé. Hice varios cursos de expresión corporal y me empecé a apasionar por los clásicos del teatro y a leer obras de teatro, de literatura para alimentarme, me gustaba mucho leer. Desde niño, como no tenía internet, mi mamá me mandaba a la biblioteca.

¿Dejaste la música?

Sí... yo quería ser cantante pero nunca tuve... pude...

¿Es que resultó más rentable ser actor que cantante?

No creo que la rentabilidad, más que todo me enamoró, porque la música siempre es rentable. No tanto como el cine ahora... Pero yo me buscaba la vida, hacía música, sí. Pero la que estaba haciendo en ese momento, la que quería hacer, no iba a pegar en ningún lado porque era muy experimental. La vida me fue llevando hacia el lado de la actuación, fíjate cómo mágicamente empiezo de una forma y cómo voy hasta ahora. Todo está trazado. Uno solo tiene que dejarse llevar. Te lo digo de corazón. He podido irme del país varias veces a otras cosas y no, me he quedado aquí, me he quedado haciendo cine.

Sí, de hecho, además de la producción trabajas la parte musical.

El Hoyo del Diablo fue la primera película que produje, actué e hice la música también. Pasó en un Lío en Dólares. Y en la más reciente, Dos Policías en Apuros. Hago música porque siento esa pasión por dentro. Este año posiblemente estrene con Tony Almont una canción de Bob Marley Redemption Song, a la que le hicimos una adaptación. Va a salir en marzo o abril. Es parte de una película que hago como protagonista, Cuentas por Cobrar. Es la canción principal de la película

Por lo que me cuentas este año viene con muchas películas.

Sí, gracias a Dios. Hay muchas películas y otras que voy a filmar... Lo que pasa es que tengo una agenda y no hago dos cosas al mismo tiempo. Ahora mismo que estoy en películas, prefiero dedicarle el tiempo a una y luego a la otra, porque no hago cantidad. Trato de hacer lo mínimo con la mayor calidad posible para no entorpecer los procesos y tampoco mi carrera. Porque si hago dos películas y los personajes se parecen, entonces habla mal de mí. Significa que no respeto mi trabajo.

La Gunguna ha sido reconocida aquí y fuera como uno de los mejores filmes hechos en el país. Pero también tu papel fue bastante aplaudido... ¿Cómo te sientes?

Me hace sentir bien que la gente reconozca mi trabajo. Cuando la gente en la calle te llama por tu nombre te compromete mucho a mejorar, a trabajar y a estudiar más. Eso es lo que logra en mí. Me motiva a dar el próximo paso. En el caso de La Gunguna, con “El Puchy”, la gente sentía que ese tipo era amigo de ellos, no lo veían como un personaje del cine, sino que decían: “a ese tipo yo lo he visto, vive por allá, arregla radios”. O “es un primo mío que bebe mucho”. La gente lo siente tan cerca y eso te hace sentir muy bien. A pesar de haber estudiado el universo del personaje que se llegará a concretar, eso me hace sentir bien. Bueno, hice la tarea.

¿Cuál era la naturaleza de ese personaje?

El rol de “El Puchy” es un reflejo del pueblo, es una representación viva de que hay muchos seres humanos así que se quedaron atrapados en una época y que no quieren aceptar que las cosas cambiaron. Eso lo vemos mucho en todos lados. A mí, como actor, me ha subido muchos puntos, la gente me respeta un poco más tras este papel. Siente que yo me fajo a trabajar.

¿Cómo lo conseguiste?

Yo hice el casting cuatro veces. Había otros nombres que eran mucho más sonoros que el mío para ese papel, entonces había una pulsadera tratando de ver quién lo hacía. Mira cuál era el pulso: “ellos venden más, pero él es el que lo hace mejor”. Yo, la última vez que fui al casting, fui borracho (risas). Había tomado un poco. No tomo alcohol (risas), pero ese día me dije: yo tengo que ir como iba el personaje. Y ellos dijeron: ‘es que ese es’. Y me lo dieron.

Fotos: Bayoan Freites

Locación: Museo de Arte Moderno (MAM)

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