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José Forteza: larga vida a las revistas de nicho

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José Forteza: larga vida a las revistas de nicho

En un mundo donde toda información se dispara por redes sociales y los instagramers se llaman blogueros e influencers, aún existen las revistas de contenido especializado o de nicho. José Forteza representa a un buen grupo de éstas, entre ellas Vogue y GQ, bajo la sombrilla editorial de Condé Nast. Con él conversamos a propósito de su visita al país por DominicanaModa.

En uno de los foros del DM Fashion Summit se discutía sobre si los bloggers son periodistas. ¿Lo son?

Igual que todo el que canta no es cantante de ópera porque no tiene la tesitura para hacerlo, lo mismo pasa en el mundo de la prensa. Creo que son vertientes, manifestaciones y maneras de expresar opiniones a través de medios diferentes. Un blogger es una persona que ocupa un espacio en un medio digital, pero no necesariamente hace periodismo; es una persona que expresa sus opiniones y eso lo hace diferente de un periodista que puede o no expresar sus opiniones, y cuyo trabajo muchas veces es no editorializar sino estar imbuido de un espíritu de imparcialidad para exponer hechos, no opiniones. El periodismo es un mundo más complejo, el periodista es la representación de un medio con opiniones colectivas que se retroalimenta de la calle no para influenciar sino para informar. El blogger habitualmente intenta influenciar, el periodista intenta informar para que la gente tome sus propias decisiones.

¿Cómo enfrentan las publicaciones de prestigio como Vogue y GQ la transición y la premura de la digitalización frente a las páginas impresas?

El peso editorial de Condé Nast y el hecho de que Vogue y GQ sean revistas icono nos pone en una posición un poco más cómoda que el resto de la industria; aun así, nos ha tocado cambiar con los tiempos. ¿Cómo lo hemos hecho? Le hemos dado un espacio importante a los medios digitales, que lo que hacen es asumir nuestros mismos contenidos, pero ¿dónde está la diferencia? Ellos son los de la inmediatez, los que casi sin respirar están dándole a la gente el pulso de lo que sucede en la calle. Y de alguna manera los usamos como vehículo de retroalimentación, del diálogo inmediato que se genera con nuestro lector. Usamos eso para informarnos, para ir al escrito y ofrecer contenidos más meditados y profundos, al igual que el contenido visual. El medio impreso es el encargado no solo de investigar dónde se vende una pieza, sino de informar si es o no tendencia y decir por qué.

¿Cómo consiguen los periodistas el equilibrio entre la inmediatez y el análisis?

No importa el medio, el que produce es el ser humano, el profesional. Es solo adecuar el lenguaje. La gran diferencia es la capacidad de síntesis y ritmo a la hora de expresar el mismo contenido. La cosa se complica en cuestiones de gráfica, que no es lo mismo para el digital, y en la parte de ventas, que para que sea efectivo para el cliente debe ser menos caro y más frecuente.

¿Es una alternativa sana el cierre de un medio impreso, un periódico, por ejemplo, para apoyarse más en lo digital?

Sí. Sobre todo en los medios noticiosos. Nosotros empezamos como una casa editorial independiente con un semanario de noticias y fue la primera publicación que se murió. Y a los diarios les pasa lo mismo porque la esencia de los medios digitales es la inmediatez, los diarios son los que más sufrirán eventualmente, hasta el New York Times ya ha sufrido.

Y en el caso de las revistas de estilos de vida y de moda, ¿es el análisis que hará que prevalezcan?

Pueden subsistir. Y hay otra cosa: en las revistas de estilos de vida, de moda y de arte, incluso, hay un punto que no podemos olvidar y es el elemento aspiracional. Es un símbolo de estatus seguir recibiendo la revista impresa, hojearla y tenerla en tu coffee table. Las revistas impresas y de alta gama sobreviviremos por esa razón: por ser revistas de nicho, de contenido especializado y también por la gráfica visual.

Volcando la atención hacia usted, en cuanto a imagen no es el típico editor de moda.

Soy un tipo normal. Honestamente no soy el editor tradicional de Vogue; nada que ver con la película “El Diablo viste de Prada”. Tengo 58 años y si me da la gana de ponerme este jean roto lo hago porque me siento bien. Hoy llevo una camisa Armani, pero puede ser de lo que sea.

O sea que no es de los editores de moda que andan siempre bien puestos con ropas caras...

Bueno, mírame. Aquí me tienes. ¡Yo no tengo entourage! (un séquito) ¿Qué tengo yo? Yo veo a las muchachitas y a los muchachitos de los blogs que andan con fotógrafo, maquillistas, vestuaristas, pestañistas, más todos los istas...Y luego ves que les preguntan ¿por qué tú cobras? ¡Cómo no van a cobrar!

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