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Una casa parisina con alma latino- Americana

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Una casa parisina con alma latino- Americana

Daniela Bahamon es la creadora de Maison Alma, una casa parisina que lleva la complejidad cultural del alma latinoamericana a una gama exquisita de piezas. Con manufactura colombiana, los abrigos, chaquetas y kimonos de la marca son una expresión del presente creativo de la región; sin embargo, como ella misma expresa, son también un representante más de la creciente fortaleza internacional que está logrando una nueva generación de diseñadores latinoamericanos.

Las inspiraciones de la casa están expuestas en la cuenta de Instagram de Maison Alma, desde referencias del poder cromático de los minerales expuestos —tipo el desierto de Siloli— hasta frutas caribeñas poco conocidas. ¿Cómo pasan estas inspiraciones naturales a convertirse en piezas?

Como nuestro nombre lo indica, tratamos de estar muy conectados con nuestra esencia, con nuestra alma. Tratamos de transmitir nuestra herencia, milenaria y continental, a través de la abundancia de color, materiales y texturas. Por eso, el proceso de diseño siempre comienza a partir de los materiales. Somos puristas del material y nos inspiramos a partir de él, sea una tela o un canasto; luego escogemos el corte o la forma que mejor realce la belleza natural del material.

Es un proceso bastante artístico que se asemeja más a producir una escultura que una prenda de vestir. Cuando ya tenemos la visión estética, buscamos la mano o técnica que pueda darle vida a este objeto. Por ejemplo, para nuestros abrigos trabajamos con una red de sastres bogotanos talentosos, con quienes desarrollamos cada pieza de nuestra colección a mano y con un amor incalculable. Para nuestras carteras, trabajamos con una red de artesanos de Guacamayas, quienes preservan el saber hacer de la cestería de rollo. Somos muy afortunados de tener todavía en Colombia manos tan hábiles para crear poesía.

¿Has notado un cambio de percepción en el extranjero sobre la calidad de la manufactura colombiana?

No hemos notado un cambio en la percepción de la calidad de la manufactura, pues en los años 80 y 90 Colombia era reconocida en el mundo textil por tener una calidad de manufactura excelente. Lo que sí ha cambiado es la percepción en el extranjero sobre nuestro talento como diseñadores y sobre nuestra legitimidad para formar parte del mundo del lujo. Ya no somos solo la maquila: lo que el comprador extranjero está buscando es nuestra estética, la propuesta creativa que traemos sobre la mesa. Tenemos algo que decir, y ahora a ellos les interesa.

¿Cuál es el poder blando que tiene Latinoamérica hoy para las consumidoras en París?

La influencia de América Latina se vive de manera mucho más contundente en Estados Unidos. París todavía no ha dado el vuelco, pero sé que pronto está por llegar... de hecho, un gran presagio fue el evento [del diseñador colombiano] Esteban Cortázar en Colette, con la última gran fiesta que hizo Sarah Andelman antes de cerrar su famosísima tienda. Ella siempre ha estado a la vanguardia de lo que va a venir, y durante dos semanas Colombia se tomó la tienda. ¡Pronto estaremos en todas partes! ¡Pronto!

¿Crees que hay una oportunidad con marcas como Maison Alma de mostrar otro lado de la región? Indudablemente. Antes, el obstáculo era a quién y cómo. Ahora eso ha cambiado: con las redes sociales y los medios digitales nuestro continente tiene una oportunidad inusitada para cambiar la dialéctica que se utiliza sobre nosotros y darle la vuelta de una vez por todas.

Ya lo hemos comenzado a hacer: tomemos el ejemplo de Colombia, una de las reputaciones más difíciles de desligar de su estigma histórico. La transformación de la buena voluntad de Colombia en los últimos cinco años ha sido absolutamente inspiradora.

Pero está el otro lado de la moneda: Latinoamérica no es un monolito. Maison Alma hace hincapié en el origen de sus piezas. ¿Crees que es importante educar al comprador extranjero sobre la variedad cultural que existe en el subcontinente? Claro: comunicar la abundancia y la generosidad de Latinoamérica es muy importante, no solo porque nos define, sino porque es la realidad. Yo intento crear a Maison Alma como un himno continental, que no solamente hable de Colombia, pero que abarque las sutilezas y contrastes de toda nuestra geografía.

Yo crecí entre México, Perú, Puerto Rico y Colombia, por lo cual llevo dentro de mí la Latinoamérica andina, la Pacífica, la Caribe, la fría, la caliente, la húmeda y la seca. De ahí viene la riqueza de la cual yo me inspiro. A pesar de esto, sí he tratado de comunicar un mensaje sólido sobre tres valores fundamentales que son para mí los denominadores comunes de la estética continental: la naturaleza en la ciudad, la maestría de color y la combinación de la herencia y resistencia.

Al igual que todas nosotras, supongo que la mujer Alma va cambiando un poco cada día. ¿Cómo comenzó? ¿Y quién es ahora?

La mujer Maison Alma es esa mujer maravillosamente libre que prefiere pedir perdón a pedir permiso. Pienso que una mujer así es así para toda la vida —y claro, no trato de definirla mucho porque a ella no le gusta—. (Risas)

Sin embargo, lo que sí ha evolucionado a medida que pasa el tiempo ha sido su edad: pensábamos al comienzo que la mujer Maison Alma estaba en sus treinta, y ahora nos damos cuenta de que esta mujer magnífica está en todas las décadas de su vida, y que él chic con joie de vivre no pertenece a ninguna edad.

¿Cuál es el reto más importante que tiene un productor de moda independiente en estos momentos de velocidad y exposición?

Lograr que nuestra marca sea y permanezca sostenible cuando lo que te pide el mercado es producir cada vez más y más rápido.

La sostenibilidad significa para mí la perennidad. Creamos objetos duraderos: solo utilizamos materiales duraderos, con los de diseño de interiores, hechos para resistir un alto trajín y uso. Trabajamos con las comunidades y oficios con una visión a largo plazo, buscando empoderar, profesionalizar y desarrollar a los miembros de nuestra cadena de producción, para enseñarles a producir menos en cantidad, pero de mayor calidad. De esta manera, el saber hacer y la artesanía colombiana pueden realmente perdurar en el tiempo.

Y claro, el otro lado de la moneda es deber decir no a oportunidades de negocio interesantes y atractivas, que te pueden traer una exposición maravillosa pero que no están alineados con esta visión de sostenibilidad. Al ser una marca independiente tienes el lujo de tomar una decisión a conciencia, pero también es un factor que puede frenar tu crecimiento.

Y por el lado contrario, ¿cuál es la ventaja que tiene una marca como la tuya frente a una de un conglomerado?

La ventaja de crear en un universo sin ningún tipo de concesiones, sin barreras a la creatividad. Trabajé en gigantes del lujo como Dior y L’Oréal, que son escuelas maravillosas con presupuestos de creación sin fin, pero al final esas cualidades terminan siendo también una camisa de fuerza. Tienes que encontrar la creatividad adecuada para respetar el ADN de la marca a la cual perteneces. Crear tu marca es definir tus propias reglas de juego, lo que va o no va.

Pienso además que las marcas independientes tienen un futuro en el mercado, y aún más en el de lujo. En un mundo donde todos buscan cada vez más y más sentido —en cómo viven sus vidas y en cómo y qué compran— las opciones independientes y con una propuesta diferente salen adelante. Me siento afortunada de ser emprendedora en este momento de nuestra historia, donde los objetos con alma tienen cada vez más espacio y una mejor acogida.

¿Cuál es la lección de negocios más importante que has aprendido en este proyecto?

La colaboración es la piedra angular de los negocios nuevos hoy en día. Las nuevas generaciones tienen una visión diferente de trabajar juntos; ya no es solo trabajo en equipo solo, sino que es colaborar. En nuestro caso, una colaboración fue clave para hacer de nuestra marca algo universal: nuestro representante CREO Consulting, una plataforma increíble para marcas latinoamericanas de lujo. Giovanna Campagna y Cloclo Echavarría conocen muy bien el mercado global, las tendencias y lo que funciona, así que son excelentes voceras de una nueva propuesta creativa.

Me encanta esta visión de hacer negocios porque implica muchísima humildad —conocer, saber y comunicar sobre qué temas necesitas ayuda, y encontrar a alguien al otro lado del espectro a quien le interese participar—. Pienso que ese es el futuro de nuestras aventuras empresariales: tomar lo mejor de todos y hacer cosas todavía más locas y más exitosas de lo que cada uno individualmente podría lograr.

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