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Silvia Henríquez de Pou, honor a la cocina con amor

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Silvia Henríquez de Pou, honor a la cocina con amor
(Foto: Fuente externa)

La gastronomía jugó un rol protagonista en la Feria Internacional del Libro 2018. Su vinculación a los medios y su empuje en las redes sociales, fue evidenciado en un stand especializado, que ha rescatado esos aportes, y cómo se ha convertido en toda una cultura, que suma más y más seguidores. En nuestro país, una de las pioneras en mezclar las recetas y los medios de comunicación, es Silvia Henríquez de Pou, quien recibió un reconocimiento por sus aportes y sus casi 40 años de trayectoria. Una dama encantadora, que a pesar de no asistir nunca a una escuela para chef, conquistó a todo un público con su espontaneidad, sencillez y sobre todo, amor para cocinar.

¿Cómo fue su reacción al saber que sería reconocida en este FIL18? Fue una gran sorpresa, nunca me lo imaginé. Siempre tuve en mi mente y en mi corazón, porque lo deseaba, algún día poder seguir a mis antecesores en este asunto de tener una calle con mi nombre. Es algo de los Henríquez: Federico Henríquez, que era mi bisabuelo, Francisco, su hermano, Pedro, Max, Camila, sus hijos... Siempre me decía: “que orgullosa me sentiría si pudiera tener una calle también”. Yo por la cocina, y ellos por sus aportes en la poesía, en la educación y demás. Era algo que realmente soñaba. Mis nietos pueden decir que su abuela compitió con los Henríquez (risas).

Ha sido una trayectoria larga...

Yo estuve 37 años en la televisión. Salí, no porque quise, era algo más fuerte que yo... Dios parece que quiso escoger este momento para que yo saliera, por un cáncer que me afectó. Pero ya, llené mi cometido. Digo, que cosa tan grande, cuando hace 9 años y pico que dejé la televisión, todavía me están recordando y la forma en la que lo están haciendo. La gente me ve en la calle y me saluda, los que me dicen que aprendieron a cocinar, que no se murieron de inanición en EUA gracias a mi libro (risas)... todas esas satisfacciones me dan ánimo para seguir viviendo. Ya vi que ese trabajo que hice no fue en vano, que sembré y esas semillas están ahora brotando.

¿En algún momento pensó que estaría alcanzando lo que ahora? Por mi mente nunca pasó que estaría en la televisión ni que iba a escribir un libro, porque no estaba en eso. Fui una madre y una esposa a tiempo completo. Mis hijos nunca tuvieron una niñera, yo fui su niñera, fui todo para ellos. Entonces, el día que murió la esposa de Max Henríquez Ureña, en la funeraria, mi prima hermana, Graciela Henríquez me dice: “¿por qué no ponemos un programa en la televisión?”, a lo que le respondo: “¿Qué? ¡Pero tú estás loca!”. Ella me dice que lo intente, que yo haga la cocina y ella se encargaba de lo otro. Tanto me insistió, que lo consulté con mi esposo -no hacía nada sin consultarlo con él- y él me animó a que probara. Lo hice, y de ahí comenzó que le tomara amor a la televisión y a la cocina.

Porque la cocina era algo que le gustaba... Fue algo que nació conmigo. Yo nunca recibí un curso ni nada de eso. Fue viendo al servicio de mi casa, y a las hermanas de mi abuelo materno, que cocinaban muy bien. A mi madre no le gustaba para nada la cocina. Pero por parte de mi familia materna, de su padre, sí les gustaba y creo que mi herencia viene por ahí. A todos mis hijos les gusta cocinar, pero ni a mi madre, ni a mi esposo, esos eran catadores. Mi esposo no sabía ni freír un huevo, solo hacer sandwiches. Ahora, él me decía si algo me quedaba bien.

Nunca tomé clases de cocina. De los cuatro libros que tengo, ninguno tiene una receta repetida. Todas fueron probadas en tv. Las recetas las escribía primero en mi mente, las preparaba y tenía la seguridad de que saldría bien.

¿Y le quedaban bien?

Y me quedaban bien. Déjame decirte que muchas recetas las creé frente a las cámaras, porque como grababa en mi casa, seis, siete, ocho cocinas en un día para así dividirlas. A veces me sobraba tiempo y yo le pedía a la muchacha los ingredientes necesitaba para hacer otra receta, y que apuntara todo lo que yo dijera. Así preparaba yo una receta.

¿Lo que veíamos era su casa?

Sí, tuve muy poco tiempo trabajando en estudio. Yo tenía mi propia cámara, mi propio camarógrafo y editor. Todo. Las entrevistas y todo lo demás lo hacía en mi casa.

Hábleme de su último libro.

Como la cocina ha ido variando tanto, con mi nieta mayor, Patricia Alexandra, yo hice el cuarto tomo de mi libro, que sabía que sería el último. Lo hice con ella porque ella no se quedó solo con lo que aprendió de mí, sino que se especializó en comida light, pequeñas porciones, todo estos nuevos productos. Este es mi legado a Patricia, mi nieta, y se llama Mujer 2000, dos generaciones. Tiene una parte de mis recetas clásicas y otra de ellas, más lights. Patricia es mi heredera.

Así como ha cambiado la cocina, ha cambiado el rol de la mujer.

Yo considero que la unión de la familia, en un sentido, está en la cocina. Cada cual puede dar su aporte y ayudar. Ahora la mujer necesita salir a trabajar, para ayudar en la casa, porque quiere sentirse más independiente, más libre, pero yo siempre he dicho que toda mujer tiene que saber cocinar, porque la que no sabe cocinar, no sabes mandar. Y que debe tener su tiempo a su familia, que es lo primero. Aquí decía que lo primero era mi marido... fue toda una vida. Se me fue y yo todavía lo extraño mucho. Pero es eso, que vivimos una vida juntos. Esta generación tiene que volver a la vida familiar.

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