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Obscenidad en la avenida 27 de Febrero

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Obscenidad en la avenida 27 de Febrero

Miles de citadinos se sorprendieron el sábado 22 de septiembre, cuando observaron atónitos frente a la pantalla gigante de difusión de comerciales ubicada en la avenida 27 de Febrero esquina Abraham Lincoln, en pleno centro de la capital dominicana, la difusión de un video pornográfico.

El “show pornográfico” debe llamar a la reflexión a las autoridades y la población sobre la vulnerabilidad de los sistemas informáticos, que si bien reportan beneficios pueden ser manipulados.

Recuérdese lo ocurrido con Facebook y las elecciones en Estados Unidos, que fue penetrado y robado datos de millones de usuarios que luego sirvieron para transmitir mensajes subliminares que se dice influyeron en el triunfo de Donald Trump.

Hay varias especulaciones sobre este execrable hecho que se hizo viral por las redes sociales. Las autoridades deben dar una explicación satisfactoria. La sanción ayuda a disuadir que otros trillen ese camino y combatir la sensación de que aquí se vive como chivo sin ley. Es laudable que la Alcaldía del Distrito Nacional actuara con rapidez, sancionando a la empresa.

Muchos piensan que el video porno podría tener alguna relación con el sometimiento a la justicia del comunicador Pablo Ross, acusado de sostener relaciones incestuosas o con las versiones que circulan en las redes sociales de que el ex arzobispo de la diócesis de Santo Domingo Nicolás de Jesús López Rodríguez habría embarazado a una feligresa, versión que -cierta o falsa- fue difundida por un canal de televisión internacional, en momentos en que la Iglesia Católica mantiene una lucha feroz contra la interrupción del embarazo cuando se producen las famosas tres causales. También se especula que la difusión del video pudo haber sido producto de la” maldad” de un empleado con algún desacuerdo laboral con los propietarios de la pantalla.

Cual sea la razón, incitar al pansexualismo, a la morbosidad es condenable desde cualquier punto de vista, sin que necesariamente aboguemos por un “puritanismo neo victoriano”, del cual nos separa mucha distancia.

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