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Banca
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El futuro de la banca dominicana

Por Alejandro Fernández W.

Analista financiero

Solo alcanzo a sonreír cuando recibo notas de prensa de inauguraciones de sucursales bancarias. La más reciente fue esta semana, de una nueva oficina en un “mall” donde ya hay otros seis bancos.

El futuro de la banca en nuestro país, al igual que en el resto del mundo, es uno en que el aspecto presencial será lo de menos y serán pocos, muy pocos, los servicios que requieran de otro instrumento que no sea un teléfono inteligente.

Quizás la forma más dramática de visualizar esta nueva realidad es las tendencias que se dan en nuestro país, en la última década, en cuanto a cómo bancamos y pagamos los dominicanos.

En la gráfica de arriba vemos que los débitos directos, o transacciones electrónicas realizadas para transferir recursos dentro de un mismo banco o hacia otra entidad, han pasado de 75 millones de operaciones en 2008 a 151 millones al cierre del 2017, para un aumento de 100%.

En cambio, hace 10 años se transaron 32 millones de cheques. ¿El año pasado? 21 millones, es decir, 34% menos.

Converse con cualquier persona de menos de 30 años, bancarizada y pregúntele qué es una “cuenta corriente” o cuándo fue la última vez que escribió y firmó, de su puño y letra, un “cheque” y sonreirá igual que yo cuando me invitan a las inauguraciones de sucursales bancarias.

En los últimos dos años, la gran mayoría de los bancos dominicanos está reaccionando a esta nueva realidad.

Fascina ver la evolución entre el pasado de la banca y sus futuros canales e instrumentos. Excluidas las inauguraciones del coloso público, entre 2015 y 2017 solo se abrió un 3% de nuevas sucursales bancarias. Vimos que los cheques pagados cayeron 4%. La nómina bancaria, en cuanto a cantidad de banqueros, solo aumentó 8%, cuando los activos bancarios crecieron a tres veces ese ritmo.

Contrástese con la tercera y última gráfica: En igual periodo de tiempo, los subagentes bancarios se dinamizaron 242%, las transferencias bancarias o pagos de un banco a otro 135%, los usuarios de internet banking 70% y vemos igual dinamismo de 40% en la parte móvil.

En los últimos años, la gran banca ha realizado inversiones de miles de millones de pesos, en su conjunto, para crear la nueva plataforma tecnológica sobre la que construye su futuro y el de los usuarios financieros dominicanos.

En lo que se cosechan esas inversiones, hay una serie de preguntas que es bueno plantear, por lo menos a manera de reflexión y para fines de debate.

Primero, lo humano. ¿Cuál es el futuro del empleado bancario? ¿Qué impacto tendrá la tecnificación de la banca sobre el ya el muy débil mercado laboral privado? A ese golpe, agréguele una consolidación bancaria que solo aumentará en los próximos meses. ¿Cuántos cientos (¿miles?) de empleos se perderán?

Segundo, la infraestructura. Los tres grandes bancos privados hoy se manejan con 389 sucursales, a penas 9 más que en el 2005. ¡Doce años atrás! Pronto serán menos. ¿Qué hacer con todas esas sucursales? Si se racionalizan (más), ¿cuál será su impacto en el mercado inmobilario?

Tercero, los clientes. ¿Se beneficiarán de las esperadas eficiencias operativas? ¿Cómo se les servirá, orientará y fidelizará cuando se hagan cada vez más escasas sus visitas a las sucursales? ¿Están preparados para encarar los nuevos riesgos de robo de identidad y fraude electrónico?

Pensemos, pues, en el futuro.

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