Vigilando al enemigo

Uno de los mayores adversarios de la economía dominicana comenzó el 2018 un 10% más fuerte de como inició el 2017, siendo su vigor particularmente notable desde mediados del año pasado. En los alrededores de 60 dólares el barril, el precio del petróleo puede aún considerarse como “manejable”, pero haríamos mal si no lo mantuviéramos bajo estrecha vigilancia.

Por su incidencia sobre el costo de una gran cantidad de productos, el precio del petróleo es un determinante de primer orden para el crecimiento de nuestra economía. No se trata únicamente de los combustibles y del costo de la energía eléctrica, sino también de su participación como materia prima en plásticos, fertilizantes, lubricantes, envases, tejidos, utensilios, materiales de construcción y prácticamente en casi todo lo que nos rodea. A medida que el petróleo sube de precio, tenemos que destinar una mayor porción de nuestras habitualmente escasas divisas para adquirir los bienes importados que necesitamos, así como para producir localmente alimentos y manufacturas de diversa índole.

Pero además de esa incidencia a través de costos de adquisición y producción, el alza del petróleo tiene otro efecto amenazador. Dada nuestra ubicación insular en el Caribe, la mayor parte de los turistas que llegan al país lo hacen por vía aérea, y el transporte es uno de los principales componentes del valor de los paquetes vacacionales. Un petróleo más caro perjudica nuestra competitividad frente a destinos más cercanos al punto de origen del viajero.

Para predecir el precio del petróleo se usan modelos que incluyen variables como la actuación de la OPEP, el efecto del clima sobre la demanda, las reservas, la adición de nuevas fuentes, el comportamiento del PIB en los países desarrollados, la situación geopolítica, las alternativas y otros factores. Con algunas variaciones, los pronósticos para el 2018 no anticipan hasta ahora ningún cambio significativo.

Gustavo Volmar