Vórtices marítimos

Las alarmantes predicciones acerca del calentamiento atmosférico global, y sus graves consecuencias en términos de inundaciones, tormentas y cambios en la vida vegetal y animal del planeta, han hecho de ese proceso el punto focal de la batalla por el medio ambiente. Un proceso paralelo, sin embargo, en el ámbito de los océanos, está siendo también causa de serios perjuicios.

De acuerdo a un reporte de la OECD, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, de los 300 millones de toneladas métricas de plásticos producidas anualmente, entre 5 y 12.7 millones son arrojadas a los océanos. Una vez en el mar, los desechos se agrupan en función de las corrientes de viento, formando gigantescas acumulaciones en diferentes puntos. Una de ellas es la que el reporte denomina “Gran Parche de Basura del Pacífico”, cuyo tamaño es aproximadamente el doble del territorio de Francia. Nutrida por desechos provenientes de Asia y Norteamérica, el 70% de la basura en ese vórtice se encuentra por debajo de la superficie del agua. Para retirar sólo el 1% de esa basura harían falta 67 barcos trabajando todo un año.

La fauna marina ingiere porciones de plástico y perece o se contamina. Una amenaza particularmente severa surge luego de que los plásticos se reducen a macropartículas, las cuales entran en la cadena alimenticia. Según cifras aportadas por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, el monto anual de los daños causados por los plásticos en los océanos asciende a trece mil millones de dólares. Especialmente afectados son el turismo, la pesca, el transporte marítimo y la salud pública.

Tomar medidas correctivas se complica por la ubicación de los vórtices en aguas fuera de las zonas bajo la jurisdicción nacional de algún país, lo que obliga a que las soluciones deban ser adoptadas a nivel internacional, incluyendo transformaciones en la industria, el consumo y el reciclaje.

Gustavo Volmar