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Águilas y Licey: es la RD que juega

Mientras sigamos amando tanto a los pobres que los reproducimos con fanática ceguera, producto de nuestra inmadurez política, seguiremos poniendo el interés personal de “nuestra revolución” por sobre el interés colectivo de nuestra evolución como país

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 Águilas y Licey: es la RD que juega

Lecciones Políticas. La política, como el béisbol, es fascinante. Levanta pasiones y no siempre soluciones. Ir a nuestros estadios es compartir éxtasis y depresión.

Ambos mundos, béisbol y política, son altamente emocionales. El béisbol es pura pasión, dirigida con racionalidad estratégica. La política también. Como he afirmado en otras ocasiones, la única forma de influenciar un mundo altamente emocional es siendo altamente racional, porque los extremos se tocan.

No hay cosa más fanática que un fanático deportivo. Si hay 10 mil personas en un juego, hay 10 mil interpretaciones de éste. Todos vemos una versión diferente del mismo juego. Y cada uno está comprometido en tener la razón. Ganar la discusión es ganar el juego por otros medios.

Soy un aguilucho, que nació en el Escogido. Porque soy un santiaguero que nació en la capital, en la calle Santiago en Santo Domingo y desde los 7 años me crié en Santiago. Ahí, gracias a mi padre y a mis compañeros del Colegio De La Salle, aprendí a ser aguilucho. Ser aguilucho no es sólo ser fanático de las Águilas Cibaeñas, es creer en el Cibao como región y en “Leña que se quema” como himno de amor del campesino dominicano. A su vez reconozco en el Licey un equipo, como dirían en política, con voluntad de poder: salen a ganar.

Cuando el Licey gana y va a la Serie del Caribe automáticamente apoyo al Licey porque representa mi país... nuestro país. Ya no se trata de aguiluchos, ni escogiditas ni liceístas. Ni de los Gigantes, ni de los Toros ni de las Estrellas Orientales. Se trata de nuestro país. Es la República Dominicana que juega.

Eso es capacidad de asumir posturas colectivas como dominicanos más allá de los deseos, intereses y emociones personales. Veo a muchos con esa visión y esa postura, pero no es suficiente. El país que queremos se debe nutrir de todos y con todos. Así se construye una democracia plural.

El interés personal, excluyendo el colectivo, corroe los mismos partidos políticos y detiene el proceso de emergencia de nuevas soluciones y liderazgos. Por eso creo, en una reelección y el “nunca más”. Pues la emergencia de nuevos liderazgos no se da, entre otras razones, porque los viejos liderazgo no permiten espacios de crecimiento... siempre aspiran. No se reinventan. Dan la impresión de que no saben hacer otra cosa que ser presidente. ¿O acaso Barack Obama hubiese podido emerger como líder, si Bill Clinton hubiese tenido oportunidad de intentar nueva vez por la presidencia de los Estados Unidos de América?

Una de las claves del éxito de los países europeos ha sido armonizar el fanatismo ideológico y los intereses personales con el interés colectivo. Ir mas allá del interés personal y hacer no solo lo que es bueno para ti (Adam Smith), sino lo que es bueno para ti y para el grupo (John Nash). Sustentan su realidad con lo mejor de los varios ismos conocidos. Una base fuerte de industrias y organizaciones capitalistas como productoras de riquezas; un acuerdo cooperativista entre todos los actores sociales que distribuya los beneficios de la economía de manera racional y equitativa en la población; una política social que propicia la inclusión; una libertad que elimina la discriminación, los prejuicios y los fanatismos. Y sobre todo un sistema educativo que posee los maestros mejor preparados con un grado mínimo de maestría. Con los más bajos índices de corrupción a nivel nacional, en un ambiente de respeto humano, sentido ecológico, honestidad personal, empresarial y gubernamental.

Varios partidos con diferente orientación ideológica, izquierda y derecha, se han sucedido en el poder sin tocar la naturaleza ecléctica del modelo socioeconómico. Se respeta lo que funciona bien, sin importar el color ideológico de su origen o del partido que lo implementó.

Mientras sigamos amando tanto a los pobres que los reproducimos con fanática ceguera, producto de nuestra inmadurez política, seguiremos poniendo el interés personal de “nuestra revolución” por sobre el interés colectivo de nuestra evolución como país que nos merecemos los fanáticos de todos los equipos... Es la República Dominicana la que juega.

Nelson Espinal Baez. Associate MIT-Harvard Public Disputes Program. Universidad de Harvard.

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