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Proyecto Agroforestal Beato, patrimonio ambiental de Tenares

Pasaron cerca de 15 años para que los Beato palparan los frutos de la visión de su padre

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Proyecto Agroforestal Beato, patrimonio ambiental de Tenares
Ruddy Beato Infante es el líder del Proyecto Agroforestal Beato. (DIARIO LIBRE/ PEDRO BAZIL)

TENARES. Al Proyecto Agroforestal Beato, uno de los tres ganadores de la cuarta edición del Premio Ecológico a la Siembra de Agua de la fundación Sur Futuro por su diversidad biológica, se le vio como una quimera cuando se inició a mediados del año 1997, cuenta su paladín, Ruddy Beato Infante.

Hoy conforma el patrimonio medioambiental de la provincia Hermanas Mirabal y contribuye a la protección de las cuencas y la producción de agua en los ríos Venu y Blanco, así como en los arroyos Caño Frío, El Arroyaso y Quiebra Palma, y en otros 20 afluentes sin nombres que irrigan más de 30,000 tareas de arroz en esa demarcación.

Lo componen especies de alto crecimiento, algunas nativas de la isla, entre las que se destacan Pino Caribaea, Eucaliptus, Amapola, Palma Real, Cigua, Gina, Gri Gri, Bambú, Sablito, Yagrumo, Algarrobo, Balatá y Almendro. También frutales como cacao, naranja, guanábana, limón y mango.

“A mi padre le decían loco. Le decían: Rubén, usa esas tierras para sembrar ajíes, siembra plátanos, pero nunca desistió y éste es el resultado”, narra Ruddy Beato, que junto a sus hermanos, los gemelos Rubén Darío y Kiara Mercedes (de 24 años) asumió la dirección del proyecto tras el inesperado deceso de su progenitor, Rubén Beato.

“Desde pequeño me involucré en esto de la siembra de árboles para la forestación y la recuperación de bosques, veía los movimientos recorriendo la zona, como niño al fin. Él nos decía que eso de la madera sería nuestra herencia, pero yo no lo entendí hasta que crecí”, continuó.

Cuenta Ruddy que la idea de regenerar y forestar el dominio, que anteriormente se utilizó para la ganadería bovina, fue una propuesta del exvicepresidente de la República, Jaime David Fernández Mirabal, a quien se refirió como un viejo amigo de su padre.

“Papi nos contó que Jaime le pidió que se sumara a uno de los programas del Plan Nacional Quisqueya Verde, y fue así como él cedió, en una primera etapa, 1,500 tareas para la protección y conservación de los recursos hídricos del área. Hoy tenemos más de 7,500”, señaló.

Inmediatamente después, con la asesoría de la entonces Secretaría de Estado de Medio Ambiente y Recursos Naturales, se incorporaron los cultivos agroforestales, un aserradero y un plan de manejo integral alineado a los propósitos del PNQV.

Pasaron cerca de 15 años para que los Beato palparan los frutos de esa visión.

“Esto es lo más parecido a ver crecer a un hijo, así lo veía mi padre. La contribución al medio ambiente de este proyecto el dinero no la compra. Con dinero se puede comprar un botellón de agua, pero no se puede comprar un arroyo, ni hacer que de él brote agua cuando se seca”, manifiesta Ruddy.

El joven de 27 años reconoce que no fue fácil asumir los destinos de aquello que alguna vez fue una quimera, pero está consciente del compromiso social que, quizás sin imaginarlo así, dice, asumió Rubén Beato hace más de dos décadas con la comunidad, la provincia y el país con el cuidado de los afluentes y la conservación de las especies que cohabitan la propiedad.

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