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Caso Odebrecht
Caso Odebrecht

Jorge Glas, el político de mayor rango condenado por la trama Odebrecht

El vicepresidente, quien ha dicho que no renunciará, quedó con un pie fuera del gobierno, pues dentro de 18 días se configurará su falta definitiva en el puesto.

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Jorge Glas, el político de mayor rango condenado por la trama Odebrecht
El vicepresidente sin funciones de Ecuador, Jorge Glas, asiste a una audiencia el 8 de diciembre del 2017, en la Corte Nacional Suprema en Quito. (EFE/JOSÉ JÁCOME)

QUITO. El vicepresidente ecuatoriano, Jorge Glas, el hombre fuerte de los sectores estratégicos en el gobierno del expresidente Rafael Correa, se convirtió este miércoles en el funcionario en activo de mayor rango de América Latina condenado por el caso Odebrecht.

La sentencia en primera instancia a seis años de cárcel por asociación ilícita dejó al vicepresidente al borde de perder el cargo para el que fue reelegido hace ocho meses con el mandatario Lenín Moreno, para quien el correísmo, representado por Glas, es una piedra en el zapato.

Su despacho es actualmente ocupado por María Vicuña, a quien Moreno designó vicepresidenta encargada ante la ausencia de Glas, en prisión preventiva desde el 2 de octubre.

“Guardián del correísmo”

Glas, un ingeniero eléctrico, llegó a ser la mano derecha de Correa en el llamado cambio de la matriz productiva. Del Ministerio de Telecomunicaciones saltó a la coordinación de Sectores Estratégicos como el petrolero y en 2013, a la vicepresidencia.

El funcionario de 48 años fue una de las figuras más poderosas en la década del gobierno socialista de Correa (2007-2017), al punto que su nombre figuraba entre los candidatos para sucederle, pero las encuestas no le favorecían frente a Moreno.

Denuncias de corrupción en la estatal Petroecuador, por las que no fue procesado, y su presunta aparición en los “Panama Papers” desgastaron su imagen.

Analistas consideran que la figura de Glas es un lastre para el gobierno de Moreno, quien prometió una “cirugía mayor” contra la corrupción.

“En términos políticos, Glas iba a ser siempre el guardián del correísmo dentro del gobierno de Moreno y eso no le iba a permitir a él tener todo el espacio que necesita un gobierno para ejercer su mandato”, dijo a la AFP el politólogo Simón Pachano.

Del poder a la cárcel

Fue la vinculación de su tío Ricardo Rivera en la trama de millonarios sobornos de la brasileña Odebrecht lo que puso los ojos de la justicia sobre Glas, quien permanece en una cárcel de Quito junto con expolicías condenados por sublevarse contra Correa en 2010.

Glas, quien tiene un origen modesto, ha dicho que es el funcionario más auditado del correísmo y ha insistido en que no hay pruebas para condenarlo. Pero la Fiscalía señala que se benefició, a través de su tío, de 13,5 millones de dólares.

Nacido en Guayaquil (suroeste) y padre de dos niños, Glas volvió en 2017 al poder junto a Moreno, quien a los pocos meses le retiró sus funciones tras recibir de él duras críticas y acusaciones por su supuesta cercanía con la oposición.

La decisión del mandatario precipitó una crisis en el oficialismo, hoy fraccionado entre morenistas y correístas.

Correa y Glas sostienen que Moreno se ha aliado con la oposición y ha usado la lucha anticorrupción para desprestigiar a su gobierno. El exgobernante es un fiel defensor del vicepresidente a quien considera un “preso político”.

Un futuro incierto

El vicepresidente, quien ha dicho que no renunciará, quedó con un pie fuera del gobierno, pues dentro de 18 días se configurará su falta definitiva en el puesto.

Aunque Glas sostiene que está en un periodo de vacaciones, algo que el gobierno no reconoce, está cerca de cumplir tres meses de ausencia en el cargo. Ello dará paso a que el Congreso elija vicepresidente de una terna propuesta por Moreno, según la Constitución.

En cuanto a su situación jurídica, se anunció que Glas apelará el fallo. Sin embargo, la Fiscalía ha deslizado la posibilidad de acusarlo por cohecho, peculado y enriquecimiento ilícito, cargos imprescriptibles y con sanciones de hasta 13 años de cárcel.

por Paola LÓPEZ

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