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Perrita “Chiqui” salva vida de familia durante explosión de envasadora en Los Ríos

La mascota le avisó a la familia que algo pasaba

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Perrita “Chiqui” salva vida de familia durante explosión de envasadora en Los Ríos
“Chiqui” todavía vive con temor. (JOSÉ JUSTO FÉLIZ)

SANTO DOMINGO. Como haciendo honor al dicho de que “el mejor amigo del hombre es el perro”, la chihuahua “Chiqui”, se convirtió en la heroína de la familia Valerio durante la tragedia que afectó a moradores de Los Ríos, cuando el pasado martes explotó parte de la envasadora Sol Gas, en la calle Circunvalación.

La señora Joselín Valerio, dos de sus hijos, un sobrino y dos nietos, dormían profundamente en su casa a escasos metros de la envasadora, cuando se comenzaba a gestar la concentración de gas, que luego causó la detonación.

Narra Valerio que su perrita “Chiqui” entró varias veces a su habitación ladrando con fuerza. Arañaba la cama de la señora, y entraba y salía del cuarto nerviosa, haciendo cada vez más ruido, hasta que la despertó.

Cuenta que al oír el ladrido desesperado de su perra se levantó y al salir de la habitación se percató de que algo pasaba en los alrededores de su casa, mientras la mascota seguía ladrando.

“Chiqui entraba a mi habitación, me ladraba duro, así hacía en la cama (arañaba), y salía y volvía, y entraba ladrando mucho. Ahí fue que yo me di cuenta... y dije: ´qué es lo que pasa´. Oí como un murmullo, salí, y vi a una vecina que salió corriendo y me dijo: ´Salga vecina, que es la planta de gas que va a explotar´”, relata.

Volvió a las habitaciones corriendo y con el corazón acelerado. Comenzó a despertar a sus hijos y nietos, y al sobrino, desesperadamente, hasta que lograron salir despavoridos momentos antes de la explosión, pero no hubo tiempo de buscar a “Chiqui”.

No se sabe cómo, pero la canina sobrevivió. Sigue nerviosa, sin pestañas ni bigotes y con quemaduras en sus patas delanteras, las orejas y el cuello.

“Chiqui” se esconde debajo de la cama que quedó, no quiere salir de su escondite, como si temiera todavía, pero su dueña logra sacarla para fotografiarla y la acaricia pasándole sus manos por la cabeza. El aliciente aún no logra bajar su tensión y sus orejas se mantienen activas, como esperado otra explosión.

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