Compartir
Secciones
Podcasts
Última Hora
Encuestas
Servicios
Plaza Libre
Efemérides
Cumpleaños
RSS
Horóscopos
Crucigrama
Más
Contáctanos
Sobre Diario Libre
Aviso Legal
Versión Impresa
versión impresa
Redes Sociales
Actualidad

Ciudadano inglés avisa de la invasión haitiana

Expandir imagen
Ciudadano inglés avisa de la invasión haitiana
José María Imbert
El Diario de la Independencia ha sabido de fuentes confiables, que un ciudadano inglés, de paso en Cabo Haitiano en negocios particulares, ha sido la persona que ha dado aviso oportuno de la invasión haitiana del norte, a las autoridades de Santiago.

Se trata del señor Theodore Stanley Heneken, muy conocido en esta ciudad, quien se encontraba accidentalmente en la ciudad del Cabo en los momentos en que se iniciaban los aprestos militares para la invasión.

Con riesgo de su vida y de sus intereses, tomó un pequeño bote hasta la ciudad de Montecristi, y desde allí viajó a Santiago a comunicar a las autoridades dominicanas el hecho grave de la invasión.

En su breve estadía en esta ciudad, conversó con el general Matías Ramón Mella, Delegado de la Junta Central Gubernativa y le detalló los planes haitianos y sus impresiones acerca de cuál sería el mejor método de defensa contra la invasión.

El señor Heneken, según las fuentes, recomendó que se defendiera la ciudad y se evitara la salida de tropas, como las enviadas a hostilizar al ejército de Pierrot en el norte. El señor Heineken piensa, que fuerzas irregulares, mal armadas y sin entrenamiento militar, poco pueden hacer contra la mayor fuerza numérica del ejército haitiano.

A continuación, la primera parte del informe del señor Heneken, en el que narra sus peripecias para llegar a Santiago y el estado en que se encontraba la ciudad a su llegada a esta villa.

Fue en la noche del 27 de febrero de 1844 que se representó el primer acto del drama revolucionario, tomándose posesión de la Puerta del Conde, la principal entrada de la ciudad de Santo Domingo... Pocos días transcurrieron sin que las noticias de la insurrección llegaran a la sede del gobierno en Puerto Príncipe, donde se tomaron inmediatamente las medidas más vigorosas para suprimir la revuelta.

El presidente Hérard marchó sin demora sobre Azua, a la cabeza de 20,000 haitianos, y al mismo tiempo envió órdenes al general Pierrot al Cabo, para atacar a Santiago con la gran masa de la población haitiana del norte, y que en caso de éxito, los dos ejércitos se unieran para la captura de la capital. Mientras el general Santana, con sus bravos seibanos, se oponía victoriosamente a Hérard en Azua, una providencial combinación de circunstancias estaba asimismo favoreciendo la causa dominicana en otras regiones.

El 13 de marzo, órdenes del presidente Hérard llegaron a Pierrot. Esta fue la primera noticia que había recibido del golpe dominicano por la libertad, y llegaron mientras Mr. Theodore Heneken, residente por más de 20 años en Santiago y quien desde hacía mucho tiempo gozaba de la confianza de sus habitantes, se encontraba accidentalmente en Cabo Haitiano, ocupado en asuntos particulares.

La forma súbita e inesperada en que llegaron las noticias, los activos preparativos para el ataque, la expuesta posición de Santiago, que impedía siquiera una tentativa de resistencia desde sus inmediaciones al bárbaro enemigo, y los consiguientes sufrimientos a que una numerosa e inocente población se vería expuesta, hicieron presa profundamente del ánimo del filántropo... Diariamente se formaban batallones enemigos para la marcha; él conocía la precaria situación de sus amigos en Santiago; conocía el valor de la decisión y la prontitud, y su intrepidez, dominando cualquier otra consideración, decidió, a cualquier sacrificio poner sobre aviso a Santiago para que se defendiera.

Partiendo secretamente del Cabo, y después de pasar dos días y sus noches en el mar, expuesto a las inclemencias del tiempo en pequeño bote abierto, Mr. Heneken llegó a la desembocadura del río Yaque; de donde se dirigió a Montecristi en busca de información, continuó su ruta a Santiago, donde llegó en la noche del 20.

La ciudad se encontraba, en este momento, en el mayor estado de desorden. Aunque no se tenía noticia de las intenciones del enemigo, reinaba el pánico; y casi toda la población había evacuado la ciudad, llevándose consigo a las montañas todo lo que fuese portátil o valioso.

Un pequeño destacamento de 600 hombres desarmados y sin experiencia había recibido órdenes de dirigirse hacia las fronteras bajo el mando del general Salcedo, y Santiago permanecía en completa soledad guardado solamente por 50 hombres.

El primer paso que dio fue ponerse en comunicación con las autoridades; el único oficial que encontró capaz de apreciar su punto de vista fue el coronel, ahora general, Ramón Mella, que hacía sólo pocos días que había llegado de Santo Domingo y actuaba como ayudante del general Vásquez, entonces comandante de la plaza.

Mr. Heneken inmediatamente facilitó al coronel Mella, la información que poseía. Desaprobó completamente la tentativa de contener a los haitianos, por medio de pequeñas partidas de tropas bisoñas e indisciplinadas, sino que recomendó que fueran atraídos a distancia de sus fuentes de abastecimiento y expuestos a las fatigas de una larga marcha a través de una región estéril, que más o menos agotaría su energía para el ataque. Como el enemigo no podía llegar fácilmente en ocho días a la ciudad, insistió en que el intervalo fuera aprovechado activamente en concentrar toda la gente disponible para su defensa; también dio instrucciones sobre el uso más ventajoso de las dos únicas piezas de artillería que te-nían.

Afortunadamente este consejo resultó aceptable, y aquella misma noche el coronel Mella actuó de acuerdo con él.

Mr. Heneken, antes del amanecer del día siguiente, estaba de regreso para asegurar la propiedad que había abandonado en forma tan extraña.

Preso el Capitán López

Se ha descubierto un intento derrotista por parte de las tropas dominicanas y el Capitán de Artilleros, José María López, ha sido reducido a prisión y remitido bajo custodia a la ciudad de La Vega.

De acuerdo a las informaciones, antes de salir para San José de las Matas en busca de refuerzos, el general Mella impartió órdenes al capitán López para que se construyeran clavos para tapar las pocas piezas de artillería disponibles en caso de que la resistencia a los haitianos fuera inútil.

Sin embargo, a raíz de la renuncia del general Felipe Vásquez y del cambio de mandos, se descubre esta estratagema y se le califica como traición. Los ánimos estaban tan exaltados, que "sin averiguación y sin nada", el capitán López "fue violentamente reducido a prisión... y remitido inmediatamente a La Vega".

El capitán López es clave en la defensa de la ciudad pues es de los pocos con experiencia en artillería, aspecto vital para la defensa de la ciudad.

A su llegada a Santiago, el general Imbert ha preguntado por él, y no ha dado crédito a los hechos narrados. Se informó, que ha sido mandado a buscar a La Vega, para que se una a la defensa de la plaza.

Imbert: nuevo jefe Santiago

El general José María Imbert, Corregidor de la común de Moca, ha sido designado Comandante de Santiago, para que organice la defensa contra las tropas haitianas que avanzan inconteniblemente hacia esta ciudad.

La designación de Imbert ha sido acogida con mucho entusiasmo por la población de esta villa, que se encuentra atemorizada ante el desamparo en que se encontraba, luego de la renuncia del general Felipe Vásquez y la salida hacia San José de las Matas del general Matías Ramón Mella a reclutar soldados para la causa de la independencia.

El general Imbert es un veterano militar de origen francés con experiencia en la organización de tropas. En Moca, era corregidor de la alcaldía.

Imbert nació en Fudlon, ciudad ubicada en el noroeste de Francia, en el año 1801. Es hijo de Simón Imbert y de María Ana Dupresse. Vino joven a América, y fijó su residencia en Cuba, desde donde se trasladó a Puerto Príncipe, Haití.

Desde allí se trasladó a la parte española, fijando su residencia en la villa de Moca, donde casó con la mocana María Francisca del Monte.

En esa ciudad, desempeñó el cargo de corregidor (Maire), y sirvió en la milicia cívica, en la que alcanzó el grado de capitán. Se enroló al movimiento independentista y fue de los primeros que proclamaron la independencia en esa villa, el 5 de marzo, emitiendo una vigorosa proclama en favor de la separación, que le ganó la admiración de todos los dominicanos.