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El nuevo Papa y la "guerra sucia" argentina

Muchos argentinos siguen indignados con la Iglesia por no enfrentar abiertamente a la dictadura

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El nuevo Papa y la guerra sucia argentina
Jorge Bergoglio, ahora papa Francisco. AP
BUENOS AIRES. — El recién nombrado papa Francisco ha recibido críticas por algunas de sus actitudes durante la "guerra sucia" argentina de la década de 1970.

Muchos argentinos siguen indignados con la Iglesia católica por no enfrentar abiertamente a la dictadura derechista que llegó al poder mediante un golpe de Estado en 1976 y que, en el afán de eliminar a "elementos subversivos", secuestró y mató a miles de ciudadanos.

Bajo la conducción del arzobispo de Buenos Aires, Jorge Bergoglio, ahora papa Francisco, la Iglesia argentina emitió en octubre de 2012 una oferta de disculpas por no defender a su grey durante la década de 1970. Pero la declaración culpó por la violencia de esa época a la junta militar y sus enemigos por igual.

La declaración llegó demasiado tarde para algunos activistas, que acusaron a Bergoglio de preocuparse por la imagen de la Iglesia más que por ayudar a la investigación de las violaciones de los derechos humanos.

En dos ocasiones, Bergoglio invocó su derecho bajo la ley argentina de negarse a comparecer ante un tribunal. Cuando finalmente lo hizo, en 2010, la abogada de derechos humanos Myriam Bregman dijo que respondió con evasivas.

Al menos dos casos lo involucraban de manera directa. Uno investigaba la tortura de dos sacerdotes de su orden jesuita, Orlando Yorio y Francisco Jalics, secuestrados en 1976 de los barrios pobres donde promovían la teología de la liberación. Yorio acusó a Bergoglio de entregarlos a los escuadrones de la muerte al negarse a decirle al régimen que apoyaba su trabajo. Jalics se negó a hablar de ello después de recluirse en un monasterio alemán.

Los dos hombres quedaron en libertad gracias a las negociaciones de trastienda realizadas por Bergoglio, quien habló de ello por primera vez en una entrevista realizada en 2010 para su biografía.

Bergoglio, jefe de la orden jesuita en la Argentina durante la dictadura, dijo al autor de su biografía que ocultó a mucha gente en propiedades de la iglesia en esa época. Pero lo hizo en secreto, mientras la jerarquía eclesiástica apoyaba públicamente a la junta y exhortaba a los católicos a demostrar su "amor a la patria" a pesar del terror que imperaba en las calles.