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La gran tela de araña que envuelve historia del niño huérfano heredero

A pesar de contar con familiares, tras presentir su muerte, la madre del menor dejó un supuesto poder en el que autorizaba la tutela de este a un abogado de confianza.

La gran tela de araña que envuelve historia del niño huérfano heredero
El menor reside en una villa en La Romana junto a su abuela a quien la justicia dominicana le otorgó la tutela.

LA ROMANA. Aparenta tímido y reservado. No es de mucho hablar. Sonríe de vez en cuando y para las preguntas no suele tener respuestas. A un cómo te sientes, responde con un escueto: más o menos.

Louis Pierre Roger Guigou Figueroa, cuenta con la inocencia natural de un niño de su edad, pero no con la historia de vida que tiene la generalidad. Unos trece años marcados por la muerte, la traición, soledad, inestabilidad, riqueza y precariedad.

En marzo de 2012 cuando tenía siete años, Louis se enfrentó a la pérdida de su padre y tres meses después al fallecimiento de su madre; y entre el amargo sabor de la orfandad, el menor se convirtió en el heredero de una millonaria fortuna que a la fecha no ha podido cobrar.

Su padre, Pierre Francis Yves Guigou, un contador francés multimillonario, conoció en San Martín a su madre, Wendy Zuleika Figueroa, una dominicana de escasos recursos. Tenía 17 años. La abuela materna del menor, Ismaurys Mercedes Reyes, recuerda que Guigou solía recortar su cabello en un “salón” que esta tenía en la isla.

El abogado de confianza de ambos, Juan Enrique Guilamo Santana, los conoció en el 2006, a raíz de la adquisición de una casa en La Romana de la que el jurista manejó la parte legal.

“Ahí comenzó una relación que se fue fortaleciendo con el tiempo y fue más que profesional, amistosa”, señala Guilamo Santana.

Durante las conversaciones que sostuvo con estos, recuerda que Wendy comentó que viajó a San Martín para trabajar. Tuvo dos hijos antes de formalizar su relación con el francés, uno de ellos, se dice que tiene varias fichas policiales.

Ismaury hace una pausa, sus ojos se tornan llorosos, le cuesta recordar aquellos momentos de su única hija, ahora fallecida. Interrumpe el relato y comenta: “No puedo dejarme vencer, tengo que mantenerme fuerte para cuidar de mi nieto”.

¿Qué recuerda de la muerte de la pareja? Se le pregunta.

Ellos estaban aquí, en República Dominicana, y partieron de vacaciones a Francia, continúa. “Allá no sé qué pasó que tuvieron que operarla de nuevo, ya ella había sido operada de corazón abierto. Él me mandó a buscar para cuidar de ella y del niño”, subraya Ismaury.

Estando Wendy interna en un hospital de Francia, a su esposo le dio un infarto fulminante y murió. Tenía 69 años.

“Lo encontré muerto en la casa y llamé a la conserje”, precisa Ismaurys.

Describe a su yerno como un hombre de negocios, un contador que recibió una herencia de sus padres, que construía y vendía. El representante legal de ella, Carlos de la Rosa, agrega que fue un contador del gobierno francés y tenía la compañía más importante de contabilidad en Francia, con decenas de contadores bajo su mando.

No le sobrevivían sus padres tampoco su único hermano, indican. Su hija mayor, Emmanuelle Marie Guigou, de nacionalidad francesa, comparte con Louis la herencia que dejó. La joven de unos 35 años, cuenta con representantes legales en el país que prefirieron no hablar del tema.

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La tutela no la dejó a familiares

Tras la muerte de Guigou, Wendy pidió a su madre trasladar de Francia a territorio dominicano a Louis, para que continuara sus estudios. También solicitó al abogado de confianza, según su versión, que se ocupara de la parte legal de los bienes dejados por su esposo y de la tutela del niño.

“Me dice: doctor yo siento que me voy a morir, usted podría quedarse con el niño como tutor, quisiera que se crie en su hogar. Yo la interrumpí y le dije: ay Wendy no hables tonterías y además, está tu mamá ahí, pero me dice: bueno doctor yo no le quiero contar pero es que mi mamá no la siento como mi mamá. A quien yo sentía como mi madre era a mi abuela, quien me crió. Me dio otras razones por la que no quería dejar el niño con su madre, pero ya por respeto no me atrevo a sacarlas”, confesó Guilamo Santana.

Según la abuela cuando el francés murió, este abogado pidió a Wendy otorgarle un poder para organizar las propiedades que había dejado el millonario. Supuestamente, el documento llega y quince días después esta muere.

“Antes de morir me dijo: mi hermana yo voy para allá (La Romana), quiero pasar Navidad con toda la familia, desde que llegue te llamo, yo mandé a Louis Pierre con mi mamá, pero no me comentó que mandó al niño con un documento”, argumentó Noelia Figueroa Núñez, hermana de padre de la fallecida. Confirmó que Wendy fue criada por su padre y su abuela materna.

Este medio supo que la abuela del niño tenía un negocio de masajes en San Martín, denominado “Ismaurys y algo más”. Sin embargo, esta comunicó que en la isla solo tenía un centro de belleza.

Una vez el niño pisó tierra dominicana, hay dos versiones de lo ocurrido. La abuela por un lado, indica que luego de dejar el menor en Casa de Campo, La Romana, donde residía en una villa y aún vive, ahora con su abuela, el abogado Guilamo Santana lo buscó y se lo llevó a una amiga de Wendy. Sin embargo, este asegura que tenía el niño entre su casa y la villa para cumplir los deseos de Wendy, quien aún no había fallecido.

Con la abuela del niño, su madre le hizo llegar al abogado, el pasaporte del menor, el acta de nacimiento, el libro de familia, récord de nota y otros documentos, según afirma. Posteriormente Ismarys regresó a San Martín y el abogado dice que la volvió a ver cuando su hija falleció.

Wendy, de 40 años, fue enterrada en un cementerio ubicado en La Romana. El menor Louis Pierre no estuvo presente para dar el último adiós a su madre por conflictos entre las partes.

Heredero de una extraña enfermedad

El no contar con el consejo de familia que demandan los abogados en Francia para entregar la herencia al menor, ha hecho que este se enfrente a varias precariedades durante los seis años que llevan sus progenitores de fallecidos.

Algunos muebles deteriorados donde vive en una villa en Casa de Campo, construida en unos 4,500 metros cuadrados, que forma parte de la herencia que le dejaron, dan cuenta ello.

La falta de dinero, dice la abuela, quien no trabaja, ha provocado que no la conserven con el cuidado propio de una casa de esta dimensión. Allí han pasado hambre, han estado sin energía eléctrica y sin agua.

Y, lo que es peor, su escolaridad se ha visto amenazada. Durante un tiempo, el menor dejó de asistir al colegio y según la abuela del niño, Ismaurys Reyes, las autoridades de la embajada de Francia gestionó su retorno a la escuela.

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Producto de la precariedad económica, a Louis se le dificulta cuidar de su salud. Sufre del Síndrome de Marfan, la misma enfermedad que padecía su madre y por la que en un futuro inmediato deberán operarlo.

“Es un síndrome en el cual hay alargamiento de las extremidades, hay poca oxigenación en las partes distales del cuerpo y suelen haber trastornos cardíacos congénitos. Hay muchos diagnósticos erróneos de este mal que no suele provocar la muerte, pero provoca alteraciones del tejido conectivo y puede haber afectación cardíaca”, explica el cardiólogo Armando Polanco.

El tratamiento en general comprende medicamentos para mantener una presión arterial baja y así reducir la tensión sobre la aorta.

El Ministerio Público se aparta

En 2016 la procuradora de Niños, Niñas y Adolescentes, Marisol Tobal, recibió de parte del abogado que representa a la abuela del niño, una solicitud para que el Ministerio Público hiciera una intervención con los bienes, porque según ellos estaban en peligro.

Representantes del Ministerio hicieron un levantamiento y se pusieron de acuerdo con el entonces secuestrario judicial para que entregara los títulos de las propiedades que estaban en su poder, hasta que los representantes del niño y su hermana, decidieran en reuniones qué se iba a hacer.

“En ese proceso la representante legal de la hermana francesa del niño se negaba a que nosotros devolviéramos los títulos a la abuela y su abogado”, dijo Tobal.

En diciembre de 2017 se emitió una ordenanza en la que se establecía que dichos títulos fueran devueltos al secuestrario judicial y obligaba además a pagar un astreinte de RD$100 mil diario por cada día de incumplimiento.

“Como hay unos bienes ahí, ya no depende de nosotros como Ministerio Público decidir sobre eso, el abogado hará las gestiones correspondientes para que esos títulos se ejecuten según lo que manda la ley y que el niño pueda disfrutar de esos bienes. Ya el papel de nosotros terminó ahí”, responde Tobal.

Aclara que en un momento que se entienda que la integridad física del niño pueda estar en peligro y las autoridades sean requeridas, estarán en disposición de actuar.

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