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Mallorca y su modelo turístico

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Mallorca y su modelo turístico
El turismo es la principal industria de Mallorca, con una oferta de 100,000 habitaciones.

Cualquier dominicano que visite Mallorca (España) podría quedar estremecido. Si bien los modernos adelantos tecnológicos y las señales de la globalización impresionan por doquier, la tentación de comparar su industria turística con la nuestra es lo que resulta más impactante. El enorme éxito de Mallorca, por largo tiempo una meca turística europea, compele a considerarla como modelo turístico a seguir aun cuando en algunas cosas le superemos.

Con una rica historia enraizada en los romanos, los germanos y los musulmanes, Mallorca es una isla de apenas unos 3,500 kilómetros cuadrados y menos de 900,000 habitantes, conocida con el sobrenombre de la "Isla de la Calma".

Según Joaquín Balaguer, en su libro "España Infinita", Mallorca es "uno de los espacios terrestres más bellos de cuantos existen en el mundo" y "ha sido comparada con una perla que se exhibe entre dos conchas, la del mar y la del cielo". Fue donde "protagonizó en plena embriaguez romántica el músico polaco Federico Chopin su famoso idilio con la novelista que hizo célebre el nombre de George Sand en las letras francesas".

El turismo es su principal industria, registrando unas 100,000 habitaciones y unos 12,000,000 de turistas al año, los cuales gastan cerca de 10,000 millones de euros. (El aeropuerto de Palma solamente maneja 22 millones de pasajeros anualmente.) Los visitantes provienen principalmente del resto de Europa, pero los alemanes y los británicos son los grupos mayoritarios y, casi la mitad de éstos prefieren los paquetes turísticos.

El tercer grupo en importancia es el de los españoles de tierra firme, pero también atrae a bobalicones nórdicos, hindúes y árabes. La temporada alta es el verano (julio, agosto y septiembre), pero su actividad turística es bastante fuerte en junio y octubre. Mallorca registra un serio problema de estacionalidad, vaciándose de turistas el resto del año.

Los hoteles son caros y no se encuentra fácilmente una habitación sencilla por menos de cien dólares. Pero abundan los alojamientos alternativos, incluyendo apartamentos y casas de huéspedes. No hay prácticamente hoteles todo incluido y las hordas de cruceristas, unos 600,000 al año, son las que abarrotan las tiendas y restaurantes. De estos últimos existen más por pulgada cuadrada de territorio que en cualquier otra parte del mundo; para las Islas Baleares hay registrados unos 4,300 restaurantes y 2,300 cafeterías. La gastronomía mediterránea, abundante en pescados y mariscos, brilla por su esplendidez y sabrosura.

El transporte, en general, es uno de los factores de éxito turístico de Mallorca. No solo abundan los medios (incluyendo, en Palma, el metro, trenes, tranvías y bicicletas públicas), sino que todo se mueve puntual y organizadamente. Allí se obedecen las regulaciones del tránsito a pie juntillas. Las carreteras son magníficas obras de ingeniería, con isletas ajardinadas en todo el trayecto. Si a eso se le suma un excelente estado de calles urbanas y carreteras, la experiencia de rodamiento en Mallorca es de lo más placentero de la visita (algo que nos debe dar envidia). Y ni hablar de la seguridad ciudadana, con una policía que parece estar por todos lados las 24 horas del día. La vigilancia por cámaras de video es avisada por letreros en las plazas y calles.

Debido a la larga y diversa experiencia de sus prestadores, los servicios tienden a ser buenos y oportunos. Y por lo general, los mallorquines son excelentes anfitriones. La gente de la calle es amable y abierta y se sale de su cauce fácilmente para ofrecer direcciones y/o explicaciones al visitante que las solicita. Lo que se siente al final de la visita a Mallorca es una clara sensación de acogida, algo en lo cual los dominicanos podemos equipararnos. Las encuestas a turistas que lleva a cabo nuestro Banco Central indican que la amabilidad de la gente es uno de los factores más preciados por nuestros visitantes, antecedidos por el clima y las playas.

Demás está decir también que somos el destino turístico más barato del Caribe, aunque eso no signifique que somos más baratos que Mallorca. De hecho los precios son un factor de importancia en la motivación de los visitantes de Mallorca. La comida en restaurantes es más barata que en Santo Domingo, algún 20%. Un taxi del aeropuerto a Plaza Mayor cobra unos 18 euros, lo cual es algo más barato que en Santo Domingo. Las boletas de entrada a las atracciones son aceptables, pero las Cuevas del Drach cuestan 16 euros y la entrada a la Real Cartuja de Valldemossa 8 euros. Comparados a los precios de países tales como los escandinavos, el Reino Unido y Alemania, los precios mallorquines son muy atractivos.

Si juzgamos por las más de 100 playas que tiene Mallorca, tal vez algunos concluirían que también en ese renglón nos equiparamos. Pero si bien las playas de Mallorca son excelentes en cuanto a limpieza, orden y suavidad de las pendientes, el paisaje playero mallorquín dista mucho de tener el embrujador entorno tropical que proveen nuestros cocotales. Las playas de Mallorca son similares a las de todo el Mediterráneo, aunque algunas son de prístina arena blanca y transparente balneario. Aunque tienden a ser angostas y sin vegetación, también son funcionales, limpias y organizadas. Pero razones hay para pensar que el verdor tropical de nuestras playas debe ser preferido a las desabridas y grises playas del Mediterráneo.

Palma, la capital, tiene un clima muy agradable durante el verano y sus arrulladoras arboledas invitan a conocerla a pie. La higiene pública es excelente: no parece haber un solo papelito tirado en ningún lugar. Abundan los vendedores en las plazas públicas, pero están muy bien organizados y limpios. Abundan también los músicos y pantomimas buscando monedas del transeúnte. Hay algunos pedigüeños (incluyendo gitanos), pero se concentran en las puertas de las iglesias. La catedral es imponente no solo en tamaño sino también en grado de conservación, tragaluces, capillas, órganos y demás. Pero sobre todo, Palma es un puerto muy acogedor que deslumbra por el avasallante número de veleros y yates de todo tipo. En ningún lugar se atisban señales de pobreza extrema.

Cuando se compara el producto turístico mallorquín con el nuestro no resulta fácil escoger a uno de los dos para unas merecidas vacaciones. Ambos tienen sus relativas luces y sombras. Factores tales como la conectividad y el transporte, la seguridad ciudadana, la limpieza de los entornos, las amenidades públicas y el nivel de organización y madurez turística sobresalen en Mallorca. Entre nosotros sobresaldrían el no tener problemas de estacionalidad, el (verdadero) clima cálido, las playas de gran belleza escénica, los precios relativos y la amabilidad de la gente. Para un español de tierra firme, sin embargo, nuestra oferta podría tornarse más interesante que la de Mallorca por ser más "sexy", es decir, más "exótica".

En lo que no cabe duda que Mallorca nos supera es en el grado de madurez turística. A sabiendas de que es un destino de sol y playa con un serio problema de estacionalidad, los mallorquines ahora se han dado un "Plan de Competitividad Turística de Mallorca Diversa". En la diversificación de los productos turísticos cifran sus esperanzas de consolidar la bonanza de su destino (http://www.cambramallorca.com/documentos/Desp_1862.pdf). Es sobre eso principalmente que nosotros debemos aprender de Mallorca, siempre tomando en cuenta lo que dijo George Sand en "Un Invierno en Mallorca": "Hay una forma consagrada en Mallorca para excusarse de prestar nada; consiste en ofrecerlo todo... Pero guárdate mucho de aceptar ni una aguja, porque sería una grosera falta de discreción".

Palma es un puerto muy acogedor que deslumbra por el avasallante número de veleros y yates de todo tipo.