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Museo Alameda, gran proyecto fallido

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Museo Alameda, gran proyecto fallido
SAN ANTONIO, Texas, EE.UU. - Abrió con bombos y platillos, al compás de la música en vivo de más de 700 mariachis y con todo a su favor para ser una referencia ineludible de la cultura hispana en Estados Unidos: un proyecto ambicioso, dinero y el apoyo de una ciudad grande, con una fuerte conexión histórica con México y un intenso flujo de turistas.

Cinco años después de su fundación, sin embargo, el sueño se ha esfumado. El Museo Alameda cerró sus puertas y lo único que quedan son recriminaciones y desconcierto ante el fallido proyecto.

"Es verdaderamente triste. Aún no lo puedo creer", dijo Lance Aaron, un empresario en San Antonio que vivió 15 años en México y quien prestó al Alameda su colección para una exposición sobre la independencia mexicana. "Hacía tanta falta un museo de este calibre en San Antonio".

"El objetivo era de convertir a San Antonio en el núcleo artístico de la cultura hispana en Estados Unidos a través del Alameda", indicó Guillermo Hoyos, el último director ejecutivo del museo antes que cerrase en septiembre. Pero se tomó "una decisión mala tras otra".

La gente que dirigió el proyecto "no tenía ni idea de cómo operar un negocio cultural", se lamentó, aludiendo a sus predecesores.

La ciudad parecía un sitio ideal para un museo de este tipo.

Es la séptima más grande del país, con 1,3 millones de habitantes, según el censo del 2010. Más del 60% son hispanos, en su gran mayoría de ascendencia mexicana. Y atrae 26 millones de turistas por año, de acuerdo con la Oficina de Visitantes y de Convenciones de San Antonio.

Los promotores de la iniciativa esperaban captar parte del turismo que visita el Alamo, la misión católica donde se produjo una famosa batalla entre soldados mexicanos y tejanos secesionistas en 1836. Los tejanos sucumbieron luego de 13 días de feroces combates ante una fuerza muy superior y su heroica resistencia adquirió contornos mitológicos en Estados Unidos.

Se habló de atraer 400.000 visitantes por año al museo, pero nunca hubo más de 60.000.

Líderes ciudadanos, intelectuales y artísticos trabajaron diez años para tratar de crear un centro que estableciera a San Antonio como una especie de capital nacional de la cultura hispana, que promoviese a los artistas hispanos más reconocidos en el país.

El proyecto gustó y hasta el famoso Smithsonian Institution se apuntó, designando al Alameda como el primer museo afiliado afuera de Washington.

"Nos encantó el concepto, el objetivo, la sede en San Antonio, todo", dijo Harold Closter, director del programa de afiliados del Smithsonian, cuyo papel en este proyecto fue aportar apoyo logístico y ayudar a generar atención nacional para el museo. "Tuvimos una muy buena relación con ellos. Mientras duró, fue de lo mejor".

Los fundadores del museo tomaron el nombre en honor al viejo teatro Alameda, el cual abrió en 1949 supuestamente cómo el más grande del país dedicado a espectáculos en español.

La municipalidad se hizo cargo del proyecto en 1996, adquiriendo el teatro y consiguiendo patrocinadores de la talla de AT&T y Ford, entre otros. Se estima que se recaudaron 22 millones de dólares, la mitad de los cuales fueron usados en la construcción de un nuevo edificio para el museo.

En determinado momento el proyecto llegó a contar con 35 empleados. Y se fijó una entrada de seis dólares por adulto, que algunos consideraron cara para una ciudad con el nivel de ingresos de San Antonio.

Por otro lado, se programaron numerosas exhibiciones cortas, lo que podría haber sido un error, de acuerdo con figuras de la cultura local consultadas por la Associated Press.

"Cuando uno abre un museo nuevo, no se pueden tener tantas exhibiciones, hasta 10 al año", señaló Hoyos. "Se instala una por dos o tres años que mantenga a todo el mundo hablando y luego se cambian las otras cada cinco o seis meses".

Junto con la apertura del museo se decidió restaurar el viejo teatro y crear una nueva escuela artística privada.

"Trataron de hacer demasiado de una vez", señaló Rolando Pablos, el último presidente de la mesa directiva. "Se pasaron de ambiciosos y encima sin un plan definitivo de márketing".

"Es bueno tener confianza, pero no quita de tener una buena organización y saber gestionar", declaró Félix Padrón, director del departamento de asuntos culturales de la municipalidad. "Nunca llegaron a un nivel alto de profesionalismo".

El museo montó 29 exhibiciones en cinco años, incluida una de obras de Diego Rivera, otra dedicada a la cantante cubana Celia Cruz y una con fotos de Frida Kahlo. Hubo además muestras de charros mexicanos y una presentación sobre el Día de Los Muertos. Pero ninguna tuvo el éxito esperado.

"Desde el principio los fundadores vieron al Alameda como una inversión financiera, no cómo una aventura artística", sostuvo Carmen Tafolla, profesora en la Universidad de Texas en San Antonio y una de las caras más reconocidas en la comunidad artística cómo poeta oficial de la ciudad. Tafolla ayudó a organizar algunas exposiciones.

"Lo que les motivaba era poner exhibiciones que les interesaba a inversionistas, no a los artistas. Todo era dinero para ellos y al final, irónicamente, fue la falta de dinero que les destruyó", añadió.

Tafolla cree que uno de los grandes errores fue no haberle dado suficiente cabida a los artistas locales. Según ella, los directores del museo dieron prioridad a trabajos que pudiesen atraer la atención nacional y nunca invitaron a los artistas más reconocidos de la ciudad para que presentasen sus muestras y ni los consultaron acerca de las exhibiciones que traerían de afuera.

"Los líderes andaban siempre tan preocupados de cómo ganar dinero que se olvidaron que el propósito era el arte", insistió. "Alienaron a los artistas y por lo tanto a gran parte de la comunidad, del barrio".

Los problemas financieros comenzaron luego de un par de años. "Los gastos no paraban y aplastaron completamente a los ingresos", expresó Padrón, el funcionario municipal.

Para tratar de sacarlo adelante, el concejo municipal aportó 450.000 dólares en el 2010 y 150.000 al año siguiente. Pero eso no sirvió de mucho. El museo había acumulado 2,5 millones de dólares en deudas y hacia el final contaba con solo dos empleados.

Cuando Hoyos, el sexto director que tuvo el museo, se hizo cargo de la conducción, ya era demasiado tarde.

"La reputación del museo como un fracaso financiero causó demasiado daño", dijo Hoyos. "Nadie me quería dar ni un centavo".

"Si lo tuviera que hacer todo de nuevo, insistiría en dos cosas", comentó Henry Muñoz, director de uno de los bufetes de arquitectos más grandes de la ciudad y amante de las artes, que fue uno de los principales impulsores del museo y el primer presidente de su junta. "Que no se abran las puertas del museo sin tener muchos más ahorros y fondos disponibles y obtener mucho más apoyo gubernamental, no sólo de la ciudad, sino también del estado y del gobierno federal, cómo lo hizo el Museo del Barrio en Nueva York".

Roberto Alva, quien produjo la canción oficial del Museo Alameda --que irónicamente se tocó por única vez en la ceremonia de clausura--, dijo que muchos artistas nunca fueron al museo, dejándolo para más adelante, hasta que un día se encontraron con que había cerrado.

"Yo mismo como artista me arrepentí de no haber visitado el Alameda previamente", dijo Alva. "Es cierto el dicho que uno en verdad no sabe lo que tiene hasta que lo haya perdido".