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Varios embajadores de Estados Unidos han sido confrontados en el país

En más de una ocasión sectores nacionales han cuestionado actos “injerencistas” de ese país

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Varios embajadores de Estados Unidos han sido confrontados en el país
Fachada de la embajada de Estados Unidos en el país. (FUENTE EXTERNA)

SANTO DOMINGO. Las relaciones de los embajadores de Estados Unidos con sectores de República Dominicana, y en ocasiones el propio Gobierno, no han sido, precisamente, de luna de miel. Son muchos los casos de encontronazos con los representantes diplomáticos por situaciones que son calificadas de injerencias.

El caso reciente del retiro de la visa al presidente de la Junta Central Electoral (JCE), Roberto Rosario, ha despertado en algunos nacionales un descontento en contra del actual embajador, James W. Brewster, quien ha tenido que enfrentar críticas desde el momento mismo de su designación en el 2013.

El año pasado, el cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez lo mandó a atender a su esposo, luego de unas declaraciones del embajador que cuestionaba la corrupción en el país.

Anteriormente, otros religiosos habían pedido su expulsión por calificarlo un activista de la comunidad LGBT.

Las situaciones vienen desde hace años. En 1978, tras las elecciones que llevaron a la Presidencia al extinto Antonio Guzmán Fernández, la negativa del presidente Joaquín Balaguer a reconocer el triunfo generaron preocupación de muchos países, incluido Estados Unidos, que a través de su entonces secretario de Estado, Cyrus Vance, intentó comunicarse telefónicamente con el mandatario. Al no conseguirlo, su embajador en el país, Robert Yost, se trasladó a la casa de Balaguer, y lo esperó en la marquesina por más de tres horas, sin lograr que lo recibiera.

El propio Balaguer habría justificado después el plantón, en que no se respetó el protocolo para la audiencia, que era la Cancillería.

Durante las elecciones de 1994, en que se enfrentaron por la Presidencia, Balaguer y José Francisco Peña Gómez, el gobierno de Estados Unidos expresó sus preocupaciones por cómo se desarrolló el proceso, al que su embajadora en el país, Donna Hrinak (1994-1997) le restaba legitimidad. En una carta que dirigió la embajadora al presidente de la Junta Central Electoral, manifestaba su interés de que se investigara el cómo el órgano electoral produjo dos listados de electores, uno para las mesas y otro para los partidos, entre otras cosas.

“El hecho de que la JCE no haya tomado en consideración los resultados de su propia Comisión de Verificación antes de proclamar un ganador, es una de las principales razones de que los resultados de las elecciones del 16 de mayo no hayan obtenido legitimidad”, expresó entonces Hrinak, en una carta que la Junta dio por no recibida, y que está reproducida en varios textos.

Los miembros de la JCE entendían que era inusual enviar la misiva de manera directa, pues los medios de la diplomacia indicaban que el canal apropiado era la Cancillería.

Luego de la salida de Hrinak, que se despidió bailando “La Mariposa” con el Grupo Yarumba, y en cocteles con sectores políticos y empresariales, el país duró unos dos años sin embajador estadounidense, quedando la Misión a cargo de la Encargada de Negocios Linda Watt.

El embajador Robert Pastorino fue de los más cuestionados en el país y el cardenal López Rodríguez uno de los protagonistas en la historia de encontronazos con él. Ambos intercambiaron cartas en tonos que deslucían un tanto la diplomacia, después que Pastorino mostrara su preocupación por la forma en que se organizaban las elecciones presidenciales del 1994. También se le acusó de injerencista.

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