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Biblias en las escuelas

Que la Cámara de Diputados apruebe un documento que exige que en las escuelas sea obligatoria la lectura de la Biblia es cuando menos... desconcertante. Sus argumentos, además, discutibles. Suponen que leyendo la Biblia se frena la perversión y el libertinaje.

Pues no, eso no funciona así.

En primer lugar, se supone que los colegios tienen un ideario por el que los padres los escogen. Si unos padres quieren que sus hijos lean todos los días un pasaje de la Biblia, irán a una escuela católica o protestante o evangélica. O los llevarán a la parroquia o templo que visiten. O los educarán en su fe en casa. Pero si quieren una educación laica, escogerán un colegio laico. Y el derecho a que sus hijos no sean adoctrinados en una determinada fe es tan respetable como el derecho a elegir la religión en la que creen y quieren para sus hijos.

Pero si la escuela es pública... entre la lectura obligatoria de la Biblia y la ordenanza de la enseñanza con visión de género, algunos alumnos terminarán por hacerse un lío. Por el debate público, se diría que una cosa no termina de cuadrar con la otra.

La lectura obligatoria de la Biblia es un tema muy complicado. Unos la interpretan al pie de la letra y creen firmemente que la mujer de Lot se convirtió en una estatua de sal, y otros la leen todos los días pero nunca entendieron eso de que “el que escandalice a uno de estos pequeños que creen, más le valdría que le encajasen en el cuello una piedra de molino y lo echasen al mar.”

A los honorables diputados y al señor ministro y sus técnicos se les olvida que los padres tienen mucho que opinar en estos temas. (“Leer la Biblia frena la perversión y el libertinaje”... Y lo dicen tan serios.)

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Inés Aizpún es una periodista dominicana y española. Actualmente es la directora de Diario Libre. Ha recibido el premio Caonabo de Oro, el Premio de la Fundación Corripio de Comunicación por su trayectoria, y el premio Teobaldo de la Asociación de Periodistas de Navarra.