Con Venezuela

Escuchar a Nicolás Maduro por televisión es deprimente. Los mismos clichés, las mismas amenazas, el tono de matón de barrio.... La palabra revolución tres veces en cada frase, como si a estas alturas y en el contexto de lo que se vive en su país, significara algo. Un país con el tejido productivo y social desgarrado, llevado a la bancarrota a pesar del petróleo, un país quebrado que se permite donar 500,000 dólares... ¡para la investidura de Trump!

Si no fuera una tragedia, su presidencia sería una ridiculez. Los muertos en la calle son un terrible presagio. ¿Una guerra civil es una posibilidad?

Ser demócrata no es llegar al poder por los votos, es salir cuando los votos te señalan la otra dirección. La oposición ya es mayoría en el Congreso y callarla, encarcelarla, inhabilitarla o disparar a los manifestantes es una muestra inocultable de incapacidad política.

Maduro ya ha perdido.

La comunidad internacional no puede seguir haciendo el juego a los opresores del pueblo venezolano. Sus simpatizantes, los que sueñan una América chavista, los que de verdad aún piensan que el castrismo o el chavismo tienen algún sentido ideológico, político o moral... deberían repensar los objetivos en vez de azuzar a los matones. Las vías políticas siempre están abiertas.

Si con el chavismo Venezuela ha llegado al desastre económico y social, a los índices de violencia más altos, al empobrecimiento general... quizá es el momento de reconocer que no es tan buena idea y que es mejor dejarlo ahora que después de una masacre. Elecciones.

Esto no tiene nada que ver ni con “el Imperio”, ni el embargo, ni el colonialismo o con las “nuevas” ideas de partidos como Podemos. Los muertos los pone Venezuela.

IAizpun@diariolibre.com

Inés Aizpún