Contando accidentes

En Semana Santa o en Fin de Año contamos los muertos en la carretera como una rutina. ¿Más que el año pasado? ¿Menos? Es una cifra obligada, la estadística final del feriado, el conteo de rutina. “Y van tantos muertos...”

República Dominicana no es uno de los países con mayor índice de accidentes mortales en el tráfico por casualidad. Se maneja muy mal y con prácticamente absoluta impunidad. Las multas son bajas, y pagarlas es tan complicado y engorroso que nadie se molesta mucho en hacerlo. Como no hay consecuencias incómodas... no pasa nada.

De hecho, manejan mal hasta los que deberían estar más controlados: choferes de transporte colectivo y carga.

Los pacientes de la Asociación Dominicana de Rehabilitación llegan a tratarse, en un porcentaje altísimo, de un accidente de tráfico. Las consecuencias económicas para las familias son impagables y para la sanidad pública es un costo bastante más alto que una epidemia.

El problema no se corrige... porque nunca pasa nada. Pueden saltarse semáforos en rojo, “atajar” un trozo de calle en dirección contraria, aburrirse de un tapón e invadir las aceras, usarlas de parqueo... que los malos conductores no tienen freno.

Demos más autoridad a los AMET, a la policía municipal, para imponer sanciones realmente duras a los que arriesgan nuestras vidas (no solo la suya) con un manejo irracional.

La educación, por supuesto, es la solución deseable. Pero esa es a largo plazo. Y mientras tanto... ¿seguimos contando muertos?

IAizpun@diariolibre.com

Inés Aizpún