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La ley, el respeto y el inmigrante

Todos los países que han tenido migraciones exitosas, lo han logrado gracias a que han sabido socializar a los inmigrantes en los usos y costumbres locales y, particularmente, en la obediencia a la ley local.

Esto no quiere decir que aun en los casos más exitosos no existan situaciones en las cuales la integración fue imperfecta, porque es difícil para un emigrante dejar en casa todo el bagaje cultural en el que fue formado.

Las peores formas de integración se dan en los ghettos, que se constituyen en verdaderos enclaves extranjeros en el suelo que acoge a los inmigrantes. Esto se hace por diversos factores de conveniencia estatal y otros atribuibles a los propios migrantes.

El problema de la migración haitiana a nuestro país es que no hemos sabido, o no hemos podido socializarlos “en los usos y costumbres locales y, particularmente, en la obediencia a la ley local.” Al principio, los enviamos al ghetto de los bateyes, cuando la migración era esencialmente cañera y luego no se hizo esfuerzo alguno por socializarlos.

Lo bueno es que todavía no es tarde.

Por eso, hay que aplaudir los esfuerzos que hacen algunas autoridades locales y nacionales por aplicar la ley. No es admisible que un inmigrante haga desórdenes en la calle a la vista de las autoridades. No es admisible que muestre desprecio por los símbolos patrios y las costumbres locales. No es admisible que no pague impuestos alegando su condición.

Se dirá que los dominicanos hacemos lo mismo, pero es nuestra tierra y es nuestro problema. A nosotros no se nos permite hacer lo que nos da la gana cuando emigramos. Apliquemos la ley y veremos el cambio.

atejada@diariolibre.com

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