Hace unos años, doña Mary de Marranzini se mostraba en una entrevista preocupada por el futuro del voluntariado en el país. No hablaba particularmente de Rehabilitación, sino en general. La incorporación de la mujer al trabajo, pensaba ella, limitaba enormemente la disponibilidad de tiempo para entregarse desinteresadamente a una misión y ellas, las mujeres, eran las que hacían posibles los voluntariados y las fundaciones.

Quizá, se preocupaba, no habría relevo.

Las cosas han cambiado. El voluntariado ya no es solo cosa de mujeres y forma parte de la vida de hombres, jóvenes, empresas y familias enteras. Es una manera de entender la vida y unas veces por experiencias personales, otras por motivaciones espirituales o porque se entiende el servicio a los demás como una parte de lo que nos hace humanos... son cada vez más los ciudadanos que entregan su experiencia y su tiempo para ayudar a otros.

El próximo martes se inaugura el Árbol de la Esperanza en Ágora Mall. Este año apoya al Voluntariado del Hospital General de la Plaza de la Salud, Heart Care Dominicana, Fundación St. Jude y Fundación Yo También Puedo. Los fondos recaudados en ediciones anteriores han sido cruciales para las organizaciones beneficiadas. El Árbol ha conseguido el éxito con un esquema de participación y actividades con el que es muy fácil contribuir y compartir un mensaje de solidaridad. Y su aporte en la educación de los niños en valores de justicia y conciencia social es invaluable.

El voluntariado, además... es bueno para la salud mental y física del que lo practica. Está científicamente comprobado, pero esa es otra historia.

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Inés Aizpún