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Amnesia

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Amnesia

El pasado domingo 27 de enero, me desplazaba por la avenida Independencia, de Santo Domingo, para llegar hasta el parque que lleva el mismo nombre, donde se erige el mausoleo en el que reposan los restos de los Padres de la Patria, frente a la puerta de El Conde, que sirvió de escenario al Partido de la Liberación Dominicana (PLD) para celebrar el bicentenario del natalicio de Juan Pablo Duarte.

Antes de llegar al parque, me detuve en una estación de combustible de la referida vía, donde encontré a un grupo de hombres atrapados por un viejo monitor de televisión que difundía, a las 10 de la mañana, una noticia al parecer interesante. Me acerqué para ver qué llamaba tanto la atención de aquellas personas.

En ese instante, el reportero estaba narrando lo acontecido frente a la Casa Nacional perredeísta, en la avenida Winston Churchill. El colega dio paso al dirigente perredeísta, doctor Enmanuel Esquea Guerrero, para que ofreciera su parecer respecto a la frustrada reunión del Comité Ejecutivo Nacional (CEN), convocada por el presidente del partido, ingeniero Miguel Vargas Maldonado, que terminó en una reyerta con ocho heridos, un número indeterminado de personas con golpes y contusiones, pérdidas materiales al local que exceden los 2.5 millones de pesos, y la suspensión del encuentro.

Tras la pregunta del reportero a Esquea Guerrero, la respuesta salió disparada como un rayo: "El culpable de esta situación es el doctor Leonel Fernández y el Tribunal Superior Electoral". De inmediato, un señor de rostro huesudo, cejas copiosas y nariz de proa de crucero, que escuchaba en la estación, reaccionó:

-Cua, cua, cua, cua, cua… pero bueno, oye al otro.

Dejé el lugar de inmediato, y cuando llegué al parque Independencia, a pesar del bullicio de la multitud congregada, todavía retumbaba en mis oídos la carcajada del hombre de 65 años que vi en aquella gasolinera.

Quien vive todos esos años, está en condiciones de recordar los hechos históricos recientes, desde la muerte del dictador hasta nuestros días. Si no los vivió, por lo menos ha tenido la oportunidad de leerlos. El que tiene la edad del señor de la estación, recuerda esos hechos si no está sufriendo de amnesia, como parece ocurrir con el doctor Enmanuel Esquea Guerrero.

El germen divisionista del PRD explotó en 1973. Ese año se produjo el primer desmembramiento del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), pues el 15 de diciembre, el profesor Juan Bosch dio a conocer, en el Congreso Constitutivo Juan Pablo Duarte, el nacimiento del Partido de la Liberación Dominicana (PLD). Cuando se produjeron las divergencias entre el entonces líder perredeísta, profesor Juan Bosch, y el secretario general, doctor José Francisco Peña Gómez, el doctor Leonel Fernández apenas tenía 20 años, y a esa edad es imposible tener una trayectoria destacada en la vida política como para influir en la división de un partido político, en caso de que la intriga fuera una de sus habilidades.

Cinco años después de la primera división, el PRD llega al gobierno que encabezó don Antonio Guzmán Fernández como presidente de la República. Leonel Fernández tenía para la fecha 25 años de edad, aparte de que no era una figura política de primera línea cuando se produjo la tirantez entre el doctor Peña Gómez, quien no ocupó cargos en el gobierno, y la facción del presidente Guzmán. Las conjeturas a lo interno y fuera del PRD, atribuyen a las fricciones entre los principales líderes, dentro y fuera del tren gubernamental, y a unas declaraciones del electo a la Presidencia, doctor Salvador Jorge Blanco, la decisión de Guzmán Fernández de suicidarse en el baño de una de sus oficinas del Palacio Nacional.

La corriente del entonces vicepresidente Jacobo Majluta se fortalece tras una efímera presidencia de 41 días, que se cumpliría el 16 de agosto de 1982.

Después de jurar como presidente de la República, Jorge Blanco y su tendencia asumen las mejores posiciones del gobierno, se profundizan las contradicciones entre los grupos, y esas diferencias son trasladadas a las instancias del gobierno. Se recuerda el proyecto de la presa de Madrigal en ese período, cuyo objetivo era dotar de mayor capacidad de abastecimiento de agua a la ciudad Capital, torpedeado en el Congreso por los legisladores que defendían las posiciones de Majluta en el PRD. Para ese cuatrienio de gobierno perredeísta, 1982-1986, el doctor Leonel Fernández ocupaba un discreto asiento en el Comité Central del PLD.

Luego, la convención que escogería al candidato perredeísta para los comicios de 1986, terminó a silletazos y tiros en el entonces hotel Dominican Concorde, hoy Dominican Fiesta. Recordando el pasado, los actuales propietarios de ese establecimiento se negaron a rentarlo para la reunión del Comité Ejecutivo Nacional. ¡Que sabia decisión!

Tampoco para 1986, Leonel Fernández ejercía un liderazgo que le permitiera, (insisto, si así fuera su naturaleza) influir para generar un pleito entre perredeístas tan feo en aquel hotel, que la prensa denominó "Concordazo". Hubo heridos, daños a la propiedad y se acusó al grupo de Majluta de haberse "robado" la convención.

De esa manera, el PRD sufrió una segunda división, de la cual el doctor José Francisco Peña Gómez surgió con el Bloque Institucional Socialdemócrata (BIS), que hoy dirige su hijo, José Francisco Peña Guaba. De esas desavenencias, luego, surgió el Partido Revolucionario Independiente (PRI), de Jacobo Majluta, pues la Junta Central Electoral de entonces, otorgó los derechos del PRD al doctor Peña Gómez. Como vemos, la amnesia política hace que algunos dirigentes de la cúpula del partido blanco, como el doctor Esquea Guerrero, olviden que Leonel Fernández no es responsable del germen de la división que corroe a esa entidad política, desde hace 40 años. Se recuerda más recientemente que Hipólito Mejía y su grupo echaron del PRD al licenciado Hatuey De Camps, que fundó el Partido Revolucionario Social Demócrata (PRSD).

La cuarta amenaza de división actual, se debe a una disputa por el control y liderazgo entre el presidente del partido, Miguel Vargas Maldonado, y el ex presidente Hipólito Mejía.

El germen de la división es intrínseco del PRD, igual que la indisciplina y el desorden, problemas que saben trasladar a las instituciones públicas del Estado donde sientan sus reales. Eso pasa con las instituciones donde los intereses particulares se anteponen a los del país.