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Convivir con haitianos (2)

Hoy día, el haitiano es habitante común en nuestro territorio, muchos de ellos ya naturalizados y con sus nombres y apellidos haitianos que no ocultan como antes.

Rememoraba hace un par de semanas, con viñetas de acelerada escritura, mis relaciones de amistad y recuerdos de infancia con nacionales  haitianos, inscritos en momentos episódicos de mi hoja de vida. Hoy, intentaré continuar con esas pinturas memoriosas que a alguna parte han de guiarnos.

Cuando ocupé funciones oficiales, llevaba en mis alforjas uno de tantos objetivos: firmar acuerdos de intercambio cultural con mis pares haitianos. La primera vez que lo intenté fue en Madrid, dos meses después de ocupar la posición en octubre de 2004, cuando el ministerio de cultura español, dirigido entonces por la hoy vicepresidenta Carmen Calvo, convocó a los ministros culturales de todo el mundo para celebrar los cuatrocientos años de la publicación de la primera parte de El Quijote. La entonces embajadora en UNESCO, mi gran amiga Laura Faxas, me introdujo ante la ministra haitiana. Se mostró arisca y reticente, y aunque hablaba perfecto español prefirió dirigirse a mí solo en francés, y concluyó la conversación con cierto desgano, diciendo que haría “todo lo posible” por firmar ese acuerdo. Nunca jamás me dirigió la palabra en un ambiente de amplia camaradería como la vivida en esos días del cónclave en el Museo del Prado y donde, a unanimidad, elegimos como presidente de la mesa al entonces ministro de cultura de Brasil, el famoso cantante Gilberto Gil [que acaba de cumplir 80 años por estos días] y quien no era un simple cantautor, sino un auténtico conocedor de los diferentes ítems de la cultura y un amistoso teórico que se veía complacido cuando explicaba las políticas culturales que eran necesarias impulsar en América Latina. La ministra haitiana era la única que nunca viajaba en los autobuses donde nos trasladaban a los ministros. Llegaba a todos los recintos de reuniones o de visitas culturales en un despampanante Mercedes Benz que, suponíamos, era del uso del embajador de su país. Los demás ministros me acosaban a preguntas. Yo respondía con simples alzada de manos, estupefacto. Literalmente, ella nunca se montó en la guagua.

Seguí intentando y logré realizar tres acuerdos con los ministros de cultura que fueron sustituyendo a esa engreída mujer. Lamentablemente, en Haití cambian de gobierno cada tarde y nunca pudieron concretarse ninguno de  los acuerdos. Bueno, en parte, uno solo. Hubo un ministro que fue cordial y consecuente, y mostró interés en dar curso al proyecto, pero al final de un desfile nacional de carnaval al que le invitamos y al cual vino con una delegación nutrida, no bien había regresado a Puerto Príncipe me llamó para informarme que había sido sustituido.

Nunca descansé en mi propósito y planifiqué editar dos antologías: una de poesía y otra de cuentos, donde por primera vez uniésemos los escritores de ambos lados de la isla. Años antes, habíamos producido junto al escritor cubano Francisco López Sacha, la primera antología de cuentistas cubanos y dominicanos, y fundamos también con Ediciones Unión, de Cuba, la colección de cuentos infantiles Dienteleche, que más tarde incorporaría a los escritores puertorriqueños para niños. La antillanía letrada se había unido para mostrar sus valores literarios. ¿Por qué no podía hacerse con Haití, que era nuestro vecino y es parte con nosotros de las llamadas Antillas Mayores? Tenemos lengua y cultura diferentes, pero estos aspectos, pensaba yo, hacían más atractivo el proyecto.  La de poesía se editó sin inconvenientes y hoy figura como la primera y única antología poética de República Dominicana y Haití, gracias a la colaboración que recibimos de dos poetas haitianos que residen en Santo Domingo, Gahston Saint-Fleur y Samuel Grégoire. La de cuento no tuvo tan buena suerte como la anterior porque los narradores haitianos no otorgaron los permisos y exigían derechos de autor muy altos. Eso no sucedió nunca con cubanos y boricuas.

La historia dominicana ha estado imbricada en la historia haitiana, y aquella en la nuestra. Los siameses trágicos han ido a los campos de batalla, sus gobernantes han realizado masacres (da lo mismo el Corte que los degüellos de Moca y Santiago como actos criminosos), se ha mantenido una disputa colosal por centurias, pero, a su vez, han ocurrido momentos de colaboración política y de misiones humanitarias. Altas figuras de nuestra historia se refugiaban en Haití huyendo de persecuciones políticas. El presidente haitiano Guillaume Fabre Geffrard aportó armas, pertrechos militares y alimentos a los soldados restauradores, a un nivel de que luego le fue colocado su nombre a la que hoy es la avenida Abraham Lincoln en gratitud por ese gesto tan vital. Desde luego, Geffrard y los dirigentes haitianos de la época entendían que si España volvía a gobernar la parte este de la isla, ellos podían tener de regreso a los franceses en su tierra.

Por otro lado, varios presidentes haitianos de las últimas décadas -igual que primeros ministros y secretarios de estado- han buscado refugio temporal o permanente en República Dominicana. El que residió mayor tiempo en el país fue el general Henri Namphy (llamado “el duvalierista sin Duvalier”),  quien gobernó tres veces a su nación y en la tercera ocasión fue depuesto, en 1988, residenciándose en Casa de Campo, La Romana. Vivió aquí durante treinta años. Murió en el 2018 a los 85 años de edad en Jarabacoa, de un cáncer de pulmón. En tiempos recientes, tres ex presidentes haitianos han establecido residencia en Santo Domingo, junto a los que fueron sus primeros ministros. Incluso, poseen negocios directos o por vía de testaferros. Generalmente, buscan residir en Arroyo Hondo. El sweet micky, Michel Martelly, realiza conciertos de kompa y salsa en escenarios de Santo Domingo, junto a un cantante dominicano de origen haitiano, que le gusta llamarse Michel el Buenón. El ex presidente Jocelerme Privert, antecesor del malogrado Jovenel Moise, también reside con su familia en Arroyo Hondo. Me resulta habitual verlo en espectáculos y restaurantes de Santo Domingo. Desde luego, esos emigrantes del exilio político, y empresarial, que se diga,  pertenecen a la clase alta o media alta de su país.

Mis nietos tienen como compañeros en sus colegios a niños y niñas de Haití. Incluso, un jovencito haitiano es uno de los mejores amigos de mi nieto mayor. Para ellos, compartir con sus compañeros de estudios de nacionalidad haitiana es igual que con los que provienen de otras naciones y que conviven diariamente con ellos en las aulas. No conocen de prejuicios. O de Historia. Hoy día, el haitiano es habitante común en nuestro territorio, muchos de ellos ya naturalizados y con sus nombres y apellidos haitianos que no ocultan como antes. Están en el béisbol, fútbol, volibol, taekwondo, atletismo, entre otras disciplinas deportivas. Laboran en restaurantes, resorts, tiendas, call center, servicio doméstico. Son guardianes privados, traductores, estudiantes universitarios. Ejercen de  sacerdotes, pastores y consejeros espirituales de grupos de oración. Cantantes premiados en concursos, instructores de baile, y solventes empresarios. En el campo de la construcción muchos son ya obreros especializados. Es usual verlos en grupos en los principales mall los fines de semana, en amenas tertulias. Cuentan con asesoramientos de entidades religiosas, oenegés muy activas, respaldo internacional.  ¿Cómo ocultar esta realidad? ¿Es mala esta migración? Ya es tarde para decir si lo es o no. Sencillamente, existe. Como sigue viva la llama del odio entre estos dos pueblos. O, por lo menos, entre una parte y otra de ambos. Pero, hay problemas a simple vista y otros más que el horizonte parece mostrar. ¿Qué podemos esperar? ¿Hacia dónde se conduce la República Dominicana con esta carga pesada? ¿Podemos salvar esa migración sin herir nuestra identidad y sin afectar la integridad territorial y nuestra soberanía? ¿Los subimos a la guagua o nos bajamos para compartir el Mercedes Benz de la ministra?

Concluimos el viernes próximo. Sugerimos la lectura de las Raciones del viernes 17 de junio pasado para mayor comprensión de estos pareceres.

LIBROS

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    Selección: Gahston Saint-Fleur, Basilio Belliard. Ediciones de Cultura, 2012, 373 págs. Edición bilingüe. Con prólogos de Soledad Álvarez, por República Dominicana, y Samuel Grégoire, por Haití. Trece poetas por país y uno que figura en los dos lados: Jacques Viau.
    PALABRAS DE UNA ISLA

    Selección: Gahston Saint-Fleur, Basilio Belliard. Ediciones de Cultura, 2012, 373 págs. Edición bilingüe. Con prólogos de Soledad Álvarez, por República Dominicana, y Samuel Grégoire, por Haití. Trece poetas por país y uno que figura en los dos lados: Jacques Viau.

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    Julia Álvarez, C.A. Press, 2012, 226 págs. Uno de los libros más hermosos de esta gran escritora dominicana, establecida en Estados Unidos. Un viaje de aventura, episodios increíbles y de promesa cumplida por el Haití después del terremoto.
    UNA BODA EN HAITÍ

    Julia Álvarez, C.A. Press, 2012, 226 págs. Uno de los libros más hermosos de esta gran escritora dominicana, establecida en Estados Unidos. Un viaje de aventura, episodios increíbles y de promesa cumplida por el Haití después del terremoto.

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    Louis Gentil Tippenhauer, Academia de la Historia, 2016, 912 págs. Monumental obra, publicada originalmente en 1893 en Leipzig. El autor es haitiano de origen alemán. Amplio trabajo de investigación en bibliotecas europeas sobre la orografía, naturaleza y la industria en la isla.
    LA ISLA DE HAITÍ

    Louis Gentil Tippenhauer, Academia de la Historia, 2016, 912 págs. Monumental obra, publicada originalmente en 1893 en Leipzig. El autor es haitiano de origen alemán. Amplio trabajo de investigación en bibliotecas europeas sobre la orografía, naturaleza y la industria en la isla.

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    María Elena Muñoz, Alfa & Omega, 1995, 297 págs. Controvertido análisis sobre las derivaciones geopolíticas de ambas naciones. Las tendencias globales podrían convertirlas en mercados consumidores.
    LAS RELACIONES DOMÍNICO-HAITIANAS: GEOPOLÍTICA Y MIGRACIÓN

    María Elena Muñoz, Alfa & Omega, 1995, 297 págs. Controvertido análisis sobre las derivaciones geopolíticas de ambas naciones. Las tendencias globales podrían convertirlas en mercados consumidores.

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    Samuel Grégoire, Ángeles de Fierro, 2010, 84 págs. Con 39 años de edad actualmente, este joven poeta haitiano tiene una larga trayectoria como estudiante universitario, tallerista, traductor y participante en eventos en RD donde reside desde 2004.
    EL AMOR HA MUERTO

    Samuel Grégoire, Ángeles de Fierro, 2010, 84 págs. Con 39 años de edad actualmente, este joven poeta haitiano tiene una larga trayectoria como estudiante universitario, tallerista, traductor y participante en eventos en RD donde reside desde 2004.

TEMAS -

José Rafael Lantigua, escritor, con más de veinte libros publicados. Fundador de la Feria Internacional del Libro de Santo Domingo, miembro de número de la Academia Dominicana de la Lengua, correspondiente de la Real Academia Española. De 2004 a 2012 fue ministro de Cultura.