A Peña se le recuerda como ayer

Gardel dijo que “veinte años no es nada”, y tal vez lo hizo pensando que veinte años después de su muerte seguiría cantando. Y lo más interesante, cada día mejor, pues el CD supera al vinyl. Peña Gómez lleva veinte años muerto, y no importa donde esté o -como en los versos de Benedetti al Che Guevara- si está llegando, ayer se le recordó con devoción y cariño.

Como si el tiempo no hubiera pasado o si fuera el caso de lo que escribiera su suegro Manuel del Cabral: “...hay muertos que van subiendo cuanto su ataúd más baja...”.

Situación admirable, pues no solo estuvo en el recuerdo de seguidores de antaño, sino de una posteridad que poco a poco se hace con su ejemplo. Los suyos conmemoran por separado, pero nada nuevo bajo el sol, y lo que merece destacarse es que no dejaron pasar la fecha sin el acostumbrado tributo.

Incluyendo a sus amigos de la Internacional Socialista, que cada año vienen a honrar su memoria y renovar el compromiso que el pasado no redime. Ayer se escribió de muchas maneras el último de sus credos: “Yo los perdono”, aunque se repitiera de los dientes para afuera. También a esos deberá perdonar.

Diario Libre