Del pasado vienen los espejos...

En ese mundo de teatreros que es la política dominicana, algunos dirigentes de partido no aguantarían confrontarse con una colección de periódicos.

Tendrían que tirarse al suelo, abrir los brazos en cruz y pedir perdón a la opinión pública nacional. No se morirían de vergüenza, pues eso sería demasiado, pero sí se arrugarían como las camisas que se planchan sin almidón.

Que el lino será siempre lino.

Igual sucede con los temas que ponen en apuros a los responsables del debate.

Digan si no de la Ley de Partidos.

La cantan y la lloran de igual modo los que están arriba y los que se suponen abajo, pues nadie conoce principio y al parecer tampoco final.

Aunque lo grave es que los protagonistas, sean bandidos o detectives (y que cada cual se asuma), intercambian los papeles, y como ya no es guion, sino película, repiten los diálogos.

Tú hablas por mí, yo hablo por ti.

La colección de los periódicos sería el espejo en que todos se verían lobos, y ninguno cordero, y el problema no es de alarma, sino de engaño.

Hace mucho que al pastor lo relevaron como guardián de ovejas.

Diario Libre