La disidencia es democracia
No puede verse cada fallo como tragedia
No se puede ser demócrata sin entender la democracia, la cual es muchas cosas al mismo tiempo, pero sobre todo disidencia.
El dominicano tiene problemas con la discrepancia, con el pensar distinto, y más cuando se trata de un órgano colegiado. Quisiera que fuera unánime o con una sola cabeza que considerara los asuntos y decidiera por el colectivo. Y si no, se crea el escándalo.
El TSE declina el voto de arrastre y señala al TSA como corte más adecuada. 3 a favor y 2 en contra, y como justo que sea, gana la mayoría.
Lo más normal del mundo, lo más democrático del universo, sin entrar en el fondo ni cuestionar la doctrina. Todavía más admirable que la coincidencia sea ocasional. Que los oponentes del fallo anterior ahora fueran de la mano, dejando que la democracia fluya y alejando la idea de discordia personal.
El dominicano va a tener que aleccionarse, y si no puede por sí mismo, aprender en cabeza ajena. La falta de consenso dentro y fuera de los partidos provoca situaciones que deben resolverse en tribunales.
Conviene por tanto irse acostumbrando a los fallos, verlos como algo natural, y no inventar ni fabular con cada sentencia.